El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CXLVI)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CXLVI)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Lo que cuento en el poema fue real. Ocurrió en el vuelo de ida (en el de vuelta me acaeció otra historia que acaso algún día pase a papel) a Tenerife que hice con la compañía Air Europa el pasado verano. Un padre quedó descabalado de su hijo y me propuso el cambio de asiento. Accedí y fui recompensado por la jefa de azafatas, que, conocedora del hecho, del gesto, me propuso viajar en business, a lo que, por supuesto, por comodidad, no me negué, claro.

Ya hemos comentado alguna otra vez al respecto de la famosa y feliz frase del virólogo Salk. Disiento. El trabajo bien hecho lo puede hacer cualquier persona. No depende de la pobreza o riqueza que cada quien o cual ostente.

El “Cantar o Poema de Mío Cid”, como ocurre con otras muchas obras literarias, se lee (fuera) y estudia en clase cuando el alumno, sea él o ella, aún no tiene ni los conocimientos ni las herramientas o recursos necesarios para sacarle todo el jugo a la misma. Es una obra que conviene procrastinar (por cierto, en la citada obra leí por primera vez la palabra “cras”, mañana).

En “Un tiempo nuevo” (Telecinco) escuché algunas de sus respuestas. No sé qué pensar. Acaso Fran, que detesta que lo llamen “pequeño Nicolás”, no sea un impostor, como escribí nada más tener noticia del caso protagonizado por el joven sujeto.

Ya sabes que para fin de mes siempre publico un soneto. El sábado de la semana que viene, Deo volente, podrás leer aquí el último que he trenzado y lleva este título, “Que mudo en basilisco; no me jodas”.

Así es, como aseveras; hay tanto impostor en España que a nadie le ha podido extrañar que Javier Cercas haya escrito una novela (de reciente aparición o publicación) que lleva, precisamente, ese título, “El impostor”. La semana pasada, si no leí mal, venía a reconocer el susodicho autor que en cada uno de nosotros vive agazapado un tal. Estoy completamente de acuerdo, si se refería, de manera exclusiva, a quienes escribimos textos en los que es difícil identificar la raya que separa dónde comienza o acaba la realidad, lo recordado, lo realmente vivido, y dónde empieza o termina la ficción.

Tu abuelo tenía razón, porque, ¿de qué sirve tenerla, si nadie, ni siquiera ese juez especial que es la conciencia de cada quien, te la da?

Algo he leído a propósito del exjugador francés Zinedine Zidane, ahora entrenador sin el preceptivo carné. Ayer, sin ir más lejos, durante el partido que disputaban en el estadio “Ciudad de Tudela” el Tudelano el RM Castilla, se lesionó uno de los árbitros asistentes y, por megafonía se solicitó si había algún árbitro presenciando el encuentro. Como se hallaba en la grada mi hermano Eusebio, no tuvo inconveniente en cambiarse y echar una mano para que el partido se pudiera reanudar y llegar este, felizmente, a su fin.

Ayer vi la noticia en un espacio deportivo y hoy en otros dos. Cuando, a las cuatro menos algunos minutos de la tarde del día de la fecha, serían las 15 horas y 45 minutos, aproximadamente, le he llamado por teléfono, le he nombrado (a) Juan Goytisolo (¡enhorabuena, polígrafo!), porque su gesto de ayer en la tele ha tenido casi el mismo minutaje y/o tanta repercusión como la nueva cultural, literaria, del día, el anuncio de la concesión del prestigioso premio Cervantes al autor de “Señas de identidad” y de “Reivindicación del conde don Julián”, que se había hecho digno acreedor al mismo o lo merecía y ha ganado por mayoría.

A los sacerdotes (a mí, como sabes, me desasnaron en Navarrete los inmarcesibles Padres Camilos, excelentes educadores y eminentes personas) que se hacen llamar o llaman “los Romanones” (si se demuestra que es cierto cuanto ha transcendido a los medios, a los tales, ciertamente, les sobra la sílaba primera, “sa”, del vocablo que he usado para referirme a ellos, quedando, por tanto, la voz en “cerdotes”, pederastas) que los juzguen, si se halla materia para hacerlo y, una vez juzgados, si tienen que ir a la trena, que vayan.

Y tú que los sigan leyendo y comentando con agrado.

Te saluda, aprecia, agradece y abraza

Ángel Sáez García
[email protected]

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

Lo más leído