El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Solo busca dejar en feo a España

SOLO BUSCA DEJAR EN FEO A ESPAÑA

A una persona sensata, sea hembra o varón, con más de dos dedos de frente y que conozca el paño o percal, le preguntas qué le parece lo que está ocurriendo en Cataluña de un tiempo a esta parte, en concreto, desde hace cinco meses largos hasta el día de la fecha, en la que ve la luz esta crónica, y, una de dos, o decide pasar del tema aduciéndote, para que no te molestes, que no se siente lo suficientemente preparada para hacer un análisis exhaustivo, sesudo, del asunto, o te confiesa que nota que pugnan por salirle a borbotones por la mui un montón de interjecciones que contienen sustantivos como vileza, ruindad, victimismo, fanatismo, añagaza, circo, engañabobos, cinismo, “supremacismo”, cobardía, etc., que llevan emparejados adjetivos calificativos como inaudita, insólita, infantil, orate, mendaz, acéfalo, ápodo, notorio, manifiesto, apodíctica, etc.

Las/os responsables (acaso hubiera sido más apropiado y cabal que el prefijo ir- encabezara el vocablo precedente) políticas/os del “procés” (también conocido por “fallido golpe de Estado”) merecen una colección de rosarios de términos (en vez de cuentas) que solo pueden menospreciarlas/os a ellas/os por haber tenido comportamientos cafres, cagones, cobardes, zafios, al no haber estado a la altura de las circunstancias (seguramente, por haber seguido el ejemplo contrario u opuesto al que propuso el mejor filósofo español del siglo pasado —ese es mi criterio, pero acepto otros pareceres, siempre que vayan acompañados de sus preceptivos razonamientos, claro—, José Ortega y Gasset, y, en lugar de esforzarse por salvar su circunstancia y así, como corolario, salvarse también ellos de la quema, algunos pirados —por la razón que cabe pescar en alguna laguna de la sinrazón— se dieron el piro y dejaron aquí, empantanados, con un palmo de narices, mirando —admirando y odiando— a través de los barrotes carcelarios, o con el culo al aire, conviviendo con otros internos, a sus conmilitones ilusos, partidarios de la utópica Arcadia feliz, secuaces del doble deseo de Teseo de matar al Minotauro y, con el ardid o la ayuda benéfica del hilo de Ariadna, de salir airoso del cretense laberinto de Cnosos).

Los héroes (ellas y ellos), quiero decir, los fugados, comandados por el “molt honorable caganer” del belén, el aprendiz de augusto o de clown que luce el omnímodo lacito amarillo en la solapa de su extravagante traje, no creo que se muevan de donde están, que tengan el valor o los redaños de asomar uno solo de sus cabellos por la frontera, por si se lo toman antes de probar a cruzar la raya belga. No tienen la categoría personal necesaria para haber reflexionado sobre lo que dicen que dijo Confucio y haber aprendido la sabia lección que ampara o acoge (“el hombre que comete un error y no lo corrige comete otro error mayor”) de reconocer el cúmulo de errores que han acopiado y coleccionado en contra de toda la ciudadanía catalana (incluidos, sí, sus epígonos), la que, según ellos se encargan y no se cansan de iterar hasta el hartazgo, los ha mandatado para incurrir en dicho muestrario de equivocaciones sin cuento (pero con mucho ídem o patraña, que solo busca dejar en feo a España —sin conseguirlo, por haberlo hecho sin un ápice o pizca de maña—, como si Cataluña, otra casa de Tócame Roque, por ensalmo, arte de birlibirloque o anhelo lelo, hubiera dejado de formar parte de ella).

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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