DAN GANAS DE MANDAR A PEP AL CAMPO
Mutatis mutandis, echando mano de una mera variante de la paremia española “zapatero, a tus zapatos”, que pronto hizo fortuna (y, sumando un año a otro, ha devenido) diuturna (pues la tal ha llegado hasta nuestros días rebosando una salud de hierro y exhibiendo un cutis sonrosado) y, según Plinio el Viejo, usó, por vez primera en la Historia, Apeles, el pintor de Alejandro Magno, en el siglo IV antes de Cristo, con un representante de los de su oficio, la zapatería, dan ganas de mandar a alguien a su taller o a su campo de entrenamiento, donde todo quisque reconoce que Pep Guardiola es un genio o un hacha en lo suyo, lo futbolístico.
El sábado pasado, en un vídeo de Òmnium Cultural (entidad independentista que fue presidida otrora por Jordi Cuixart, el activista catalán que está en prisión preventiva y siendo juzgado ahora por rebelión en el Tribunal Supremo) el entrenador de fútbol del equipo inglés Manchester City y otras personalidades (me ha llamado sobremanera la atención que el filósofo y lingüista norteamericano Noam Chomsky, de quien, por cierto, recuerdo que estudié en quinto y último curso de Filosofía y Letras —Filología Hispánica— su Gramática Generativa y Transformacional, esté tan mal informado o haya sido engañado como a un chino con una, dos, tres o ene añagazas sin cuento —en sentido estricto, con mucho tal— y se haya brindado a meterse en camisa de once varas o en ese charco inmundo) piden poner fin a la represión ideológica del Estado español y exigen la libertad de los presos del “procés”.
Al parecer, aquí, en este desmemoriado país nuestro, hay que insistir e iterar una y mil veces las mismas razones, lo obvio; verbigracia, que España es un Estado democrático y de derecho, donde impera la ley y a nadie se le persigue por sus ideas. De hecho, hay muchas personas en Cataluña que opinan y tienen ideas similares, parecidas o idénticas a las que están siendo juzgadas en el Tribunal Supremo y se encuentran libres, sin cargos. Luego es más falso que un billete de doce euros que en España haya “presos políticos”. Lo que sí hay son “políticos presos” preventivamente, en el caso concreto que recoge la ley, que están siendo juzgados con todas las garantías judiciales. En España se permite que un ciudadano reivindique la independencia de un territorio y hasta el cambio de régimen, de monarquía parlamentaria a república, por ejemplo. Pero esos cambios han de hacerse de acuerdo con las leyes vigentes, no porque a siete o a veintisiete se les haya ocurrido dicho despropósito o un millón tengan ganas de ello. En España un ciudadano puede manifestar, de manera pública y notoria, que es secesionista, porque eso no lleva aparejado que haya cometido un delito o una falta.
Ignoro los motivos de Guardiola (hay quienes aducen y alegan, que uno, evidente, es el de siempre, el que la gente sigue formulando así, “por el interés, te quiero, Andrés”, pues su hermana Francesca, cesada en octubre de 2017 como delegada o embajadora de la Generalitat catalana en Dinamarca, desde diciembre de 2018 es delegada del Govern en los Países Nórdicos) para defender a quienes aún son inocentes, sí, pero, si hacemos caso a las peticiones de penas de la Fiscalía y de las acusaciones, a los tales pueden caerles muchos años de cárcel.
José Ortega y Gasset escribió: “yo soy yo y mi circunstancia; y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Cada quien, se sienta español o no, catalán o no, puede pedir lo que crea conveniente y defender la postura que juzgue más cabal. Ahora bien, Pep Guardiola (¿se consideró alguna vez buen español y buen catalán?) ¿se salvó o se condenó cuando optó por defender a los “hunos” y vapulear a los “hotros”? ¿Levantó la voz, defendiendo los derechos de los catalanes no independentistas, que fueron pisoteados, cuando los días 6 y 7 de septiembre de 2017 en el Parlament se aprobaron las leyes de referéndum y de transitoriedad jurídica? ¿Levantó la voz cuando el día 10 de octubre de dicho año el president Puigdemont acudió al Parlament y allí declaró la DUI, declaración unilateral de independencia, y a los pocos segundos la suspendió?
A mí lo que sí me consta, por los relatos coincidentes de varios informantes, profesores y maestros, que trabajan en dicha Comunidad Autónoma, es que donde siguen dándose claros actos de represión ideológica contra quienes no son partidarios del nacionalismo y el secesionismo es, precisamente, en Cataluña. En muchas escuelas y muchos institutos de dicho territorio muchos maestros y profesores aleccionan a sus alumnos en favor de la independencia, de la secesión. Lo de la televisión catalana es mejor no comentarlo, porque es de estomagante traca.
Nota bene
Para explicar ciertas actitudes o comportamientos extraños, ilógicos, acaso convenga no echar en saco roto lo siguiente, si es aleccionador y significante. Con cada nueva profecía que salía del magín de George Orwell con destino a formar parte de su novela “1984”, nos advertía a los lectores de su distopía contra dos amenazantes avernos, un porvenir totalitario, bien de derechas, bien de izquierdas, y contra una sibilina confección o elaboración de patrañas, como el propio autor pudo constatar en Barcelona, cuando vino a luchar en la Guerra (In)civil española a favor de la Segunda República, donde le dejó aterrorizado y quedó atormentado al comprobar cómo usaba el poder la propaganda, de una manera eficazmente maquiavélica, porque era la que le permitía mantener un control férreo de la opinión pública y de la publicada, tanto dentro como fuera de los contornos del conflicto, incluso de los mass media que, allende las fronteras o los mares, informaban de las hostilidades ibéricas a la ciudadanía erudita de los países más desarrollados.
He aquí, posiblemente, la razón de peso por la que Noam Chomsky ha accedido a dejarse manipular o meterse en un embrollo.
Ángel Sáez García
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