El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿Supera la fetén cualquier patraña?

¿SUPERA LA FETÉN CUALQUIER PATRAÑA?

“Una opinión adversa formulada acerca de nuestra obra, a los treinta años, nos hace sonreír de orgullo; a los cuarenta nos pone serios; pero a los setenta nos hace el efecto de un escopetazo en pleno corazón”.

Santiago Ramón y Cajal, en “Charlas de café” (1920).

Déjeme, atento y desocupado lector, sea ella o él, que le proponga algo. Imagine que yo soy el fiscal general de un país imaginario, Libras, verbigracia, y usted un juez del Tribunal Supremo de dicho Estado.

Como confío en su capacidad para fantasear, le pido encarecidamente que siga imaginando; por ejemplo, que usted se ha hecho eco de unas insinuaciones malévolas que han perjudicado clara y gravemente a una de mis hijas (en el supuesto de que usted, por su propia cuenta y riesgo, haya imaginado, asimismo, que son varias las que tengo).

Imagine que usted y yo cursamos la carrera de Derecho, durante idénticos años y promoción, del 62 al 67, en la Universidad de la imaginaria capital de ese apócrifo Estado, Librasia, que compartimos colegio universitario y fuimos amigos hasta que ambos nos enamoramos de la misma mujer, Sofía. Entonces comprobamos cuánta razón tenía Santiago Ramón y Cajal, cuando en la misma obra citada arriba, en el epígrafe, dejó escrito en letras de molde este pensamiento apodíctico: “Hay pocos lazos de amistad tan fuertes que no puedan ser cortados por un cabello de mujer”. Al final, la no tan sabia fémina rubia se decantó por los brazos y abrazos de otro, con el que se casó… hasta que se separó de él y divorció.

Imagine que, aunque soy alguien que detesta la violencia, sus comentarios torticeros me han hecho tanto daño que he decidido hacerme con un arma de fuego y he determinado apretar el gatillo para que varias balas salgan disparadas a gran velocidad de ella en dirección a su corazón, a fin de que este deje de latir.

Si usted no es un lector habitual de periódicos, acaso juzgue que mi propuesta es, grosso modo, increíble, inverosímil. Si lo es, habrá comprobado, de manera fehaciente, cómo, mutatis mutandis, lo que le he sugerido que fantaseara tenía una base real y, a grandes rasgos, salvando las distancias, puede leerla en las memorias que acaba de publicar el ex fiscal general de Brasil Rodrigo Janot, que quiso matar a tiros al juez del Tribunal Supremo Gilmar Mendes, pero “en el instante decisivo la mano invisible del buen sentido me tocó el hombro y me dijo: ‘no’”.

Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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