El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Mi mente es un depósito de nuevas

MI MENTE ES UN DEPÓSITO DE NUEVAS

(ALGUNAS DE LAS TALES SON ANTIGUAS)

Son muchas las personas que alguna vez me han hecho idéntica pregunta, por qué escribo. Básicamente, a todas ellas les he contestado, poco más o menos, lo mismo, que me he sentido empujado a abundar o disentir del autor (ella o él) de las opiniones escuchadas o leídas y, por ende, a aducir razones de peso para lo uno o para lo otro, a fin de complementarlas o completarlas y apoyarlas o refutarlas y abatirlas; que me he visto obligado a desvelar lo que estaba o quedaba oculto a los ojos, detrás o debajo de lo que aparecía a simple vista.

Suelo comparar mi mente con un gran depósito de nuevas que tiene un montón de entradas, cuanto escucho o leo, en la parte superior, y otro de salidas, mis urdiduras (o “urdiblandas”) en prosa o verso, en la parte inferior.

Unas veces el todo (o una parte ínfima) de lo que escucho o leo me inspira y otras no. Puede que un detalle o pormenor que los demás pasan por alto o echan en saco roto o a ellos no diga nada, a mí me motive y sirva de fuente de inspiración; y viceversa. Los motivos pueden ser variopintos.

Pondré un ejemplo para ver si consigo explicarme y al atento y desocupado lector (ella o él) de estos renglones torcidos la exégesis le sirve.

Hoy (desconozco cuándo verá la luz este texto aquí), sábado, 12 de enero de 2019, en la página 3 del suplemento literario BABELIA del periódico EL PAÍS, hace escasos minutos, cuando leía el artículo de Monika Zgustova, que lleva el título de “CAMBIO DE IDIOMA”, he subrayado las líneas donde sostiene que: “Eva Hoffman acaba su ensayo concluyendo que, una vez perdido todo, al emigrante se le hace difícil caer en los brazos de cualquier fe, religiosa o política. De manera que se convierte en aquel que no es de nadie ni de ningún lugar, en el único ser ‘realmente irreligioso’”.

Las líneas entrecomilladas en el parágrafo precedente han propiciado que servidor trenzara la décima que ha rotulado de esta guisa, “A LA INMIGRANTE ULTRAJADA”, cuyos diez versos octosílabos dicen así:

 

“A la inmigrante que siente

Que ya lo ha perdido todo

No hay una manera o modo

De engañarla. No consiente

En los brazos de quien miente

Caer. De nadie se fía.

De quien insiste y porfía

Menos que de ningún otro,

Pues su de tortura potro

En que ella no halle confía”.

 

   Ángel Sáez García

   [email protected]

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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