El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

«Política y lenguaje» me ha agradado

“POLÍTICA Y LENGUAJE” ME HA AGRADADO

Dilecta Pilar:

Como esta mañana sí había ejemplar del Heraldo de Aragón en la librería/papelería “El Cole”, que regenta mi amigo Miguel Ángel, “Fangio”, en la página 24 de dicho diario he podido leer tu artículo “Política y lenguaje”.

Me parece cabal, coherente y oportuno que quien realiza una crítica (que no quiere decir única y exclusivamente señalar aquello que para quien se dispone a dar su opinión es manifiestamente mejorable, sino también ensalzar la excelencia, si la hubiere) sobre el trabajo de otro debe estar dispuesto a que el suyo pueda ser también objeto de crítica por el mismo o por otro.

Supongo que nadie te censurará por haber seguido tú, al pie de la letra, el principio de economía del lenguaje, que recomienda encarecidamente la Real Academia Española, RAE. Titulas tu columna hodierna “Política y lenguaje” (si seguimos la gramática generativo-transformacional de Noam Chomsky) en su estructura superficial, pero en la profunda cabe leer otro: “De cómo el ejercicio de la política contribuye a pervertir el lenguaje”.

Ciertamente, la semiología o semiótica es la omnímoda (“que lo abraza o comprende todo”, según del Diccionario de la Lengua Española, DLE) ciencia que estudia los signos y la teoría general de los signos. Un especialista en semántica (disciplina que estudia el significado de las unidades lingüísticas y de sus combinaciones”, según el DLE), en el caso o supuesto de que sea un coñón de marca mayor, se puede poner las botas, o sea, divertir un montón, hallando incoherencias clamorosas aquí, ahí y allí, como haces hoy tú, con ironía o sarcasmo, en tu columna. Poco más o menos, otro tanto sucedía con la “neolengua” (palabras que se usaban con intención política, a fin de controlar y dirigir el pensamiento de los hablantes) en “1984”, la novela política-social de ficción distópica que firmó George Orwell, seudónimo literario de Eric Arthur Blair.

Acaso la clave de todo ello esté o se halle en el pensamiento caradura de Humpty Dumpty, personaje de “Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas”, de Lewis Carroll, seudónimo de Charles Dogson:

“—Cuando yo uso una palabra —insistió Humpty Dumpty— quiere decir lo que yo quiero que diga… ni más ni menos…

—La cuestión —insistió Alicia— es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.

—La cuestión —zanjó Humpty Dumpty— es saber quién manda… eso es todo”.

Para acabar, brota o surge hacer(se) la siguiente pregunta, pertinentísima: ¿Cuántos representantes políticos actuales han venido, de verdad (de la buena), a servir (como si fueran lo que esa voz significó originalmente en latín, criados o siervos) al pueblo y no a ser servidos por él)? Está claro que los tales escasean.

Como me acaeció con otras tuyas, anteriores (hoy, una vez más, vuelvo a darte las gracias, por haber quedado en deuda contigo), tu columna hodierna también me ha agradado mucho y la lectura atenta de la misma ha propiciado que servidor la haya aprovechado para trenzar esta epístola.

Recibe el abrazo casto, sentido y sincero que te da tu amigo Otramotro.

   Ángel Sáez García

   [email protected]

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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