El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Cabretón es el pueblo de mi madre

CABRETÓN ES EL PUEBLO DE MI MADRE

DONDE SERVIDOR FUE FELIZ DE CRÍO

Dilecta Pilar:

Acabo de bajar de Cabretón (pueblo de mi madre, no en propiedad, claro; quiero decir que es donde fue alumbrada o vino al mundo mi progenitora, Iluminada; y donde servidor, de niño, hizo mil y una trastadas o diabluras; es ahora cuando —acaso François de La Rochefoucauld dio de lleno en el blanco o centro de la diana cuando aseveró que “los ancianos se complacen en dar buenos consejos, porque así se consuelan de no encontrarse en situación de dar malos ejemplos”— tengo la impresión o sensación refractaria de que soy, de verdad, un ángel). Ha habido, durante el funeral de Julia, amigos y deudos que no he podido saludar. Otra vez será. Dependía de José María, consuegro de mi prima Manuela, “Manoli”, en cuyo coche hemos subido (y bajado) los tres mentados, junto con la esposa del conductor, Concepción, “Conchita”.

Así es; por lo que ha sucedido, he narrado y has leído, es normal que hayas colegido lo oportuno, que he estado ocupadísimo.

Me parece bien que seas ambiciosa, siempre que respetes que otros lo puedan ser en mayor, menor y en la misma medida. Autor (ella o él) que ambiciona un lector (ella o él) más de los que tiene yo, al menos, lo considero y juzgo positivo y hasta óptimo. La ambición de lograr el filamento de tungsteno que alumbrara una bombilla llevó a Thomas Alva Edison a fracasar mil veces (es una forma de ver el hecho) o a averiguar mil caminos o maneras erróneos para no crear o inventar una duradera bombilla incandescente (es otro punto de vista o perspectiva de observar el mismo asunto).

Está bien ser perfeccionista (para el grupo de lectores y críticos que acarreas, portas o porteas) siempre que tengas claro que a lo que aspiras, la mentada perfección, no existe (más que como idea, o sea, carece de correlato real). Y, en el supuesto de que exista, no hay manera humana ni siquiera de rozarla. A mí, agnóstico, a veces, me da por tomarle el pelo a Dios aduciendo, porque me la inspiró Él mismo, la siguiente razón de peso: que el Ser Supremo y Todopoderoso no deja de reprocharse un montón de acciones en las que pudo haberlo hecho mejor o, aún peor, falló morrocotudamente.

En Valverde (donde estuve trabajando durante ocho meses en el año 93), a cinco kilómetros de Cabretón, hoy, estaba (a la ida y a la vuelta) completamente nevado. En Tudela no ha nevado, pero sigue lloviendo y hace un frío que pela (en varios paneles he visto indicados 4 y 5 grados centígrados, pero la sensación, agravada por el cierzo, es bastante más baja; yo he bajado a la biblioteca con las manos heladas, gélidas).

Otro (de tu amigo Otramotro).

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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