El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Iris Gili aprendió a aprender jugando

IRIS GILI APRENDIÓ A APRENDER JUGANDO

A Iris Gili no le obligaron a leer. Siendo una niña de corta edad, sus padres, lectores empedernidos, con su actitud natural o proceder normal, le contagiaron su vicio, pasar su vista por las páginas de un libro de manera comprensiva, esto es, intentando entender, si no podía ser todo, por ser tal cosa meramente imposible, el grueso de cuanto leía. De los ciento y pico volúmenes que ocupaban las cuatro baldas o estantes de la biblioteca familiar, sita en un mueble de madera, de color caoba, del salón, Iris posó sus manos sobre todas sus cubiertas (y no solo para quitarles el polvo acumulado en ellas, no) y pasó con la inestimable ayuda de los dedos de su diestra las páginas de la inmensa mayoría (de algunas varias veces) de ese centenar de ejemplares.

A Iris tampoco le obligaron a jugar al ajedrez. Su abuelo paterno fue el que le inició y enseñó los rudimentos del juego, de esa lucha incruenta que se libra sobre un tablero de 64 escaques (de los que ninguno de ellos, por cierto, se escaquea motu proprio), que sirve también para jugar a las damas.

Con la información precedente, la que obra en los dos parágrafos que anteceden, he querido dar a entender y destacar la importancia que tiene en ese proceso crucial de la enseñanza/aprendizaje lo lúdico. Pues es un hecho irrefutable que Iris Gili aprendió a aprender jugando.

De los autores que leyó durante su niñez, adolescencia y primera juventud (la segunda llega hasta los treinta y cinco años; y hay quienes la alargan hasta más allá de la mentada edad) extrajo enseñanzas inmarchitables, que irán con ella allí donde ella vaya, ya que, así como en el gimnasio del colegio Iris aprendió a ejercitar los músculos de su cuerpo, después de leer una idea genial o un párrafo redondo, ella aprendió a ejercitar su memoria, un músculo más de su anatomía, para recordarla/o con total fidelidad. El ajedrez le sirvió para estructurar mentalmente sus pensamientos y diseñar el desarrollo o nudo de sus novelas.

Iris ha conseguido lo que muchas/os muchachas/os han deseado, pero nunca pusieron los medios, sus manos en marcha, para poder coronar con éxito ese reto o sueño, para hacerlo realidad. Sus padres, por ejemplo, anhelaron poder llegar a escribir una novela (no a cuatro manos, sino cada uno la suya, por separado) tras jubilarse, pero la existencia les deparó dos muertes prematuras en sendos actos de servicio, dando sus vidas por la patria.

En una reciente interviú la periodista le preguntó cuál era para ella el mejor día de su vida (hasta el momento). Sorprendentemente, esta fue su respuesta: “A las 19 horas del 20 de octubre de 2011 vimos en la pantalla de la tele a tres encapuchados que ponían fin a uno de los periodos más negros de la historia de España con estas diez palabras, diez, merecedoras de una matrícula de honor: ‘ETA ha decidido el cese definitivo de su actividad armada’. Atrás quedaban 43 años de extorsión, atentados y 829 asesinatos”.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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