El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿De dónde extraigo tantos pensamientos?

¿DE DÓNDE EXTRAIGO TANTOS PENSAMIENTOS?

Son legión las/os que, sabiendo que escribo a diario, pues raro, muy raro, es el día (aquí sigo la enseñanza o el hábito del pintor griego Apeles, a quien Plinio el Viejo le adjudicaba la inspiración o quid divinum de este latinajo suyo, “nulla dies sine linea”, “ningún día sin una línea o trazo”) que no trenzo, al menos, una décima, me preguntan de dónde extraigo tantos pensamientos sobre los que poder hilar luego. Suelo contestar casi siempre, grosso modo, lo mismo, que para mí es fundamental leer (aunque, a la postre, lo urdido tenga mucho, poco o nada que ver con lo leído).

A mí leer me inspira. Lo repito. Y, como estoy plenamente convencido de que no hay mejor maestro que fray Ejemplo, a continuación pongo uno para ver si consigo aleccionar a algún atento y desocupado lector, ella o él, de estos renglones torcidos. Actualmente me hallo releyendo “El Quijote de Avellaneda” o, si lo prefiere, el “Quijote” de Alonso Fernández de Avellaneda). El capítulo XXI de la mencionada obra comienza con la alabanza y el encarecimiento que hace uno de los canónigos del cuento de los felices amantes, que el ermitaño se ha encargado de relatar en los cuatro capítulos anteriores, del XVII al XX. A dicho elogio le sigue la loa de Sancho Panza, que refiere el supuesto autor tordesillano, Avellaneda, de esta guisa:

“—Lindamente, señor ermitaño, ha departido y devisado la vida y muerte desa bendita monja y penitente fraile. Juro non de Dios que diera cuanto tengo en las faltriqueras, que son cinco o seis cuartos, por saberla contar de la suerte que la ha contado a las mozas del horno de mi lugar. Y desde aquí protesto que si Dios me diere algún hijo en Mari Gutiérrez, que le tengo de inviar a estudiar a Salamanca, do, como este buen padre, aprenda teología y poco a poco llegue por sus puntos contados a decorar toda la gramática y medicina del mundo; porque no quiero se quede tan grande asno como yo. Pero no piense el grandísimo bellaco gastar en el estudio la hacienda de su padre, yéndose a jugar con otros tales como él; que, por las barbas que en la cara tengo, juro que le tengo de dar, si tal hace, con este cinto más azotes que caben higos en un serón de arroba”.

Bueno, pues la relectura del susodicho parlamento de Sancho me ha inspirado la urdidura del siguiente soneto, que he titulado con el endecasílabo que lo corona.

 

SIN UNA SOLA VEZ ARREPENTIRSE

 

Si una hija me diera Iris, Josefina,

A la Universidad de Salamanca

Mandaría a estudiar Clásicas, Banca,

Farmacia, Humanidades, Medicina,…

 

Mientras ese proceso se cocina,

No conviene que “Fina” llegue manca,

Porque, sin una mano, hay quien se estanca,

Mas no si gasta diestra impar, divina,

 

Como la que gastó Miguel Cervantes.

Confío en que no gaste, cual bellaca,

El tiempo y el dinero en divertirse.

 

¡Qué azotes en mis nalgas lacerantes

Daba aquel cinturón de piel de vaca

Sin una sola vez arrepentirse!

 

   Ángel Sáez García

   [email protected]

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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