El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

De la causa inicial no queda nada

DE LA CAUSA INICIAL NO QUEDA NADA

Cuando uno (ella o él) cree a pies juntillas en la bondad, la justicia y la verdad de una causa, la que sea, y, plenamente convencido de la tríada antedicha, se alista atropellada y voluntariamente, sin valorar apenas los pros y los contras, como un cruzado más de la misma, a fin de cambiar el estado, manifiestamente mejorable o perfectible, de los casos y de las cosas, si la idea madre, la raíz generadora de dicha causa, con el transcurso del tiempo, deviene, ora por abusos evidentes de poder, de todo jaez, de quienes mandan, ora por corrupción de ideales o principios, ora por fraudes a gogó de quienes pueden cometerlos o culminarlos, en agua de borrajas o cerrajas de la tal, en nada, lo normal es que uno se sienta defraudado y, por ende, avergonzado, al hacerse responsable de haber contribuido a apoyarlos o secundarlos y, por su acción u omisión, a desvirtuar su quid o razón de ser, porque lo que tenía sentido y sensibilidad ahora carece del mínimo atisbo del uno y fundamento de la otra, pues no es hoy más que un espantajo o esperpento espeluznante de lo que otrora movió a tantos (hembras y varones) a comprometerse y a coronar cuanto antes lo que debía hacerse sin demora para acabar con ese “cronotopo”, en el que la maldad, la injusticia y el mentira campaban a sus anchas.

¿En cuántos países del orbe, si uno hace el esfuerzo intelectual y moral de indagar, se pueden hallar a quienes en el día de la fecha se les desprecia y hasta culpa de lo que in illo tempore hicieron (jugarse la vida; ¡qué craso y mayúsculo error cometieron, piensan, con ojos y matiz/tamiz hodiernos!) con la mejor voluntad?

Ciertamente, como se sigue predicando por doquier (donde se hable español, claro), el suelo del infierno lo siguen empedrando los condenados al fuego eterno con buenos, mejores y aun óptimos propósitos.

Está claro, cristalino, que, si lo que antaño se defendió hogaño se critica y denuncia es porque el estado de las cosas y de los casos ha mudado mucho, tanto que lo que ayer se veía negro hoy se ve blanco, y viceversa. E, insisto, las óptimas intenciones han derivado en pésimas pretensiones. Y los ayer mayores adictos y defensores de la causa son hoy sus más declarados detractores.

Cuando, una vez llegado al poder, el mandamás de los unos (los “hunos” unamunianos, los nuestros) lo manipula todo y en la medida que le dejan o puede, a fin de seguir ostentándolo (más bien detentándolo), la idea original, la causa, despojada de su esencia, deja de ser tal, al mostrar su faceta o faz corrupta y despedir su pésimo y fétido hedor.

Cuando la causa deja de ser serena, seria y severa, para metamorfosearse en una befa o mofa de sí misma, la causa inicial acusa a la causa actual, definitiva o no, de haberse cargado la causa de la causa, siendo esta la causa del mal causado.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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