El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿Cómo cacé y capté tanta belleza/bajeza?

¿CÓMO CACÉ Y CAPTÉ TANTA BELLEZA/BAJEZA?

Ayer, por la noche, estando tendido o tumbado, decúbito supino, sobre el catre, empecé a trenzar mentalmente endecasílabos, pero no de manera disparatada e inconsiderada, que eso es lo que significa la locución adverbial coloquial “a trochemoche”, sino de modo coherente, consecuente y pausado, como hice otras veces otrora, a mi amada musa chicharrera y dicharachera Iris/Amanda (¡Cuántos sonetos no habré confeccionado o tejido con otros versos medidos y/o urdidos de idéntica guisa, aprovechando condiciones similares a las descritas!). No sé si fue Dios o Natura(leza) quien depositó en mí las semillas o simientes (si no me mientes; me objeto al instante; aunque lo pueda parecer, no te miento, atento y desocupado lector, seas o te sientas ella, seas o te sientas él) de esos frutos secos, pero tengo claro, cristalino, que, si servidor no hubiera hecho el esfuerzo de ponerse (no de oponerse) a extraer la inteligencia en potencia de los cerebros que contienen y encierran esas nueces, que Él o Ella me legó, nunca hubieran crecido ni se hubieran desarrollado ni salido a relucir tanto arte, al cantar y contar la leyenda que brotó naturalmente, tras haber captado, catado y cazado tanta belleza junta.

Puede que, cuando por fin logre estar con Iris a solas, me ocurra lo propio que refirieron antes tantos poetas míticos y místicos (de las distintas religiones) que acaece cuando estos dan con Dios, que les basta con contemplarlo en la gloria y vivir su unión con Él; y, por ende, no necesite la urgencia que suelo sentir de escribir versos (muchos de los tales, por supuesto, a mi amada Amanda), porque la felicidad será tan grande, tan alta, tan ancha y tan profunda, tan inmensa, tan intensa y tan extensa, que, casi con total seguridad, no tendré que pregonar ni propalar, por tanto, a los cuatro vientos los atributos y las virtudes que honran y ornan a mi estro; no sea contraproducente, al fungir de reclamo para otros vates y estos se metamorfoseen y pasen de defensores a detractores de mi persona, al derivar o devenir en oponentes del trabajo del abajo firmante, pero a ultranza.

Vivo en constante descontento y desencanto, pues nada me llena, nada me satisface plenamente (pero he de reconocer, sin tener que acudir a ambages ni a gajes, molestias o prejuicios, de ningún oficio, que la literatura es una estupenda vía de escape, un buen sustituto del ente amado, como eso se predica, asimismo, del chocolate). Con la pandemia, diuturna, no aguanto sentado en la butaca del teatro ni en la del cine, si cuanto veo y oigo en el escenario o proyectado sobre la pantalla no me place. El periódico, que antes lo leía de cabo a rabo, ahora me cansa; y, así, tras haberle echado un vistazo a varias noticias desagradables, desgarradoras, lo dejo arrumbado. Prefiero los sitios escasos de gente a la marabunta (en su diversa tipología). Entre las/os jóvenes, hay y hallo de todo, como en la viña del Señor y en la botica, pero no entiendo (aunque me esfuerzo con ahínco en dicho menester, entender), porque no cuadran o encajan ciertos comportamientos ajenos con mi modo personal de ver las cosas y los casos, algunas de las opciones por las que se decantan. ¡Cuántas/os se afanan y agitan por contravenir las normas, armar jaleo y jugarse su propia vida (lo más sagrado de este mundo inmundo) y poner en riesgo las de sus deudos y amigos por una bagatela, un pedo estúpido!

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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