¿ES NEGOCIO REDONDO ACASO UN FIASCO?
PARA EXTRAER PROVECHO AL IMPAR HECHO,
PROCEDO A RESUMIR LO PRINCIPAL/SEÑALADO
—Hoy he hecho un trueque, Juan, que ha sido un cholllo/momio —le dice en el bar “Chato” Ernesto a Juan.
—Confío en que no tenga consecuencias similares, Ernesto, a las de antaño, a las de la bicoca, así llamaste, a la que, según tú, hija era de ganga —le retrucó a su amigo Ernesto Juan.
—¿Qué crees? ¿Que he caído, una vez más, en timo parecido al tocomocho? —le replica, enfadado, Ernesto a Juan.
—Te brindaré mi parecer sensato, cuando, al fin, tenga servidor constancia de la letra pequeña del contrato —le objeta el circunspecto al imprudente.
A Ernesto decidió contarle Juan, con pelos y señales, un affaire. Cuando acabó, lo secundó con esto:
—Recuerdo que, de niño, oí contar una historia que es calco/copia de la misma. Para extraer provecho al impar hecho, procedo a resumir lo principal/señalado.
Quirico y Luis Fermín, que eran amigos inseparables desde que eran críos, se vieron en la calle y saludaron. Se le acercó Quirico a Luis Fermín y aquel le preguntó a este lo precipuo, que le estaba quemando (en) su sinhueso:
—He escuchado la nueva en varios sitios; en el casino y otros mentideros de la noble y leal ciudad de Algaso. ¿Acaso es la fetén, sin vuelta de hoja, que has cerrado un negocio, sí, redondo, al conseguir vender un cochinillo por veintidós millones de pesetas?
—Pues no te han engañado, no, Quirico, pero no te han narrado el cuento entero, del contrato su letra más menuda. Se me pagaban veintidós millones de pesetas, contantes y sonantes, si, a cambio, yo adquiría al comprador dos conejos, cada uno valorado en once kilos, once, de pesetas. Por ende, de negocio, sí, redondo, tiene poco en sí mismo; apenas nada. No faltará quien al tal llame fiasco.
Ángel Sáez García
