EL DE CAPOTE LÁTIGO EMPUÑANDO
“Entonces, un día comencé a escribir, sin saber que me había encadenado de por vida a un noble pero implacable amo. Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse”.
Truman Capote, en el prólogo a “Música para camaleones”.
Fulge el don, el talento resplandece
Cuando aquello que se hace o realiza,
Una vez coronado, se eterniza,
Pues la obra a su hacedor se lo agradece,
Y lo propio sucede o acontece
Al revés, que él con ella simpatiza
Y en un “gracias, por todo” sintetiza
Cuánto le debe; y eso lo ennoblece.
Cuando alguien expresarse necesita
Para conseguir ser cuanto desea,
Verbigracia, el autor de otra “Odisea”
Que perdure, acudir debe a la cita,
El de Capote látigo empuñando,
Y este contra su piel lo siga usando.
Ángel Sáez García