El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Cambiando lo que debe ser cambiado

CAMBIANDO LO QUE DEBE SER CAMBIADO

TRADUZCO ASÍ MUTATIS MÁS MUTANDIS

Ciertamente, he leído bastante (más que la media; lo esperado, lógico y normal en un egresado en Filosofía y Letras, en un filólogo); ahora bien, todo lo que he dejado de leer ha sido o sumado mucho más. El noventa por ciento (calculo, a ojo de buen cubero) de cuanto me he llevado a la vista, han sido novelas y colecciones de relatos. En la lista selecta de mis diez mejores novelas escritas originalmente en español, que algunos años, no todos, me ha dado por hacer, nunca han faltado ni el “Quijote” cervantino, ni el anónimo “Lazarillo de Tormes”. Acaso sea la última mencionada la novela por la que mis ojos más veces han pasado. Está claro, cristalino, que su corta extensión y su copioso divertimento lo han favorecido. Y, como, además, ha sido a la que más jugo, partido o provecho he sacado, le tengo un cariño especial.

El PNV, si no recuerdo mal, antaño, exactamente, hace siete, por estas fechas, en apenas nueve días, pasó de apoyar la ley de Presupuestos Generales del Estado del Gobierno de Mariano Rajoy, la más importante de la legislatura, a secundar la moción de censura que presentó el grupo parlamentario socialista en el Congreso contra el Ejecutivo del Partido Popular. Se trató de un divorcio exprés, pues dicho matrimonio acabó antes de que finalizara el viaje de recién casados (que se suele llamar “de novios”, porque aún lo eran cuando contrataron dicho viaje, supongo).

La sentencia del caso Gürtel, que condenaba al PP como partícipe a título lucrativo de una red de corrupción, y no daba credibilidad a Rajoy cuando negaba la existencia de la caja B de su formación, brindaba “la certeza de que Gürtel era el PP, y el PP era Gürtel”, adujo, el secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, al defender la moción, apremiando al resto de partidos a “no ser cómplices” del PP. Vista con la perspectiva que dan los siete años transcurridos, a la mentada moción de censura le vemos ahora algún agujero que tenía, que no advertimos entonces. Y produce, cuando no una desfachatez refractaria, un evidente sonrojo, reparar en algunos aspectos de la misma, verbigracia, que la razón de la aducida corrupción para la presentación de dicha moción, se ve parcialmente refutada hoy por el hecho de quién la defendió desde la tribuna del Congreso de los Diputados, que no fue otro que… el señor José Luis Ábalos, que luego fue escogido por Pedro Sánchez para llevar la cartera del Ministerio Fomento, desde donde fomentó, por falta de control, mil y un tejemanejes con pelo (de pendejo, sí, también). Puede que lo que hemos conocido hasta ahora del sujeto en cuestión sea o quede en una minucia, si le damos tiempo al tiempo y salen a relucir más chanchullos, en el supuesto de que algunos permanezcan aún ocultos, sin ver la luz en la plaza pública.

Los ciudadanos desconocemos, porque el presidente Pedro Sánchez nos las ha hurtado, las razones por las que cesó a quien había sido su mano derecha. Ignoramos, asimismo, por qué lo recuperó y puso en las listas electorales del PSOE para las elecciones generales. Algunos, especulando, colegimos cuáles podían ser los motivos escondidos (es público y notorio que tener conocimiento y pruebas fehacientes de ciertos hechos, o sea, saber, puede suponer tener también mucho poder), pero podemos ser unos malpensados. ¿Quién no cumplió con la tarea asignada? ¿Quién no hizo el trabajo “in vigilando” que le correspondía y, por ende, facilitó que Ábalos cometiera los desmanes o tropelías de las que hemos tenido noticia, las que han trascendido a la opinión pública y publicada por ahora?

Urge, sin dilación, formularse esta pregunta: ¿Había tanta corrupción entonces como la que ahora se va conociendo que, por el hedor que despide, cabe igualar o empeorar la de otrora?

Tras constatar que el hodierno PSOE es un queso emmental (no gruyer, como se repite sin comprobar el morrocotudo yerro en el que se incurre) y hasta con más agujeros, sin Lázaro que lo ratone, le preguntaría con gusto a Aitor Esteban, presidente del Partido Nacionalista Vasco (Euzko Alderdi Jeltzalea) si los diputados del PNV en el Congreso apoyarían ahora una moción de censura, en el supuesto de que la presentara Alberto Núñez Feijóo contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez. ¿Saldría por peteneras? En la política actual lo normal (que no es lo lógico) es que se le pregunte a un político “qué le parece (lo que sea)” y conteste “me encuentro de vacaciones”.

Como a algunas de las preguntas que me formulo ya les dieron oportuna contestación los autores clásicos en sus imperecederas obras, he vuelto a releer el “Lazarillo de Tormes” y he encontrado una en la anécdota del racimo de uvas que nos brinda, gratis et amore, el autor anónimo (seguramente, Juan de Valdés):

“Acaeció que, llegando a un lugar que llaman Almorox al tiempo que cogían las uvas, un vendimiador le dio un racimo de ellas en limosna. Y como suelen ir los cestos maltratados, y también porque la uva en aquel tiempo está muy madura, desgranábasele el racimo en la mano. Para echarlo en el fardel, tornábase mosto, y lo que a él se llegaba. Acordó de hacer un banquete, así por no poder llevarlo, como por contentarme, que aquel día me había dado muchos rodillazos y golpes. Sentámonos en un valladar y dijo:

“—Agora quiero yo usar contigo de una liberalidad, y es que ambos comamos este racimo de uvas y que hayas de él tanta parte como yo. Partillo hemos de esta manera: tú picarás una vez y yo otra, con tal que me prometas no tomar cada vez más de una uva. Yo haré lo mismo hasta que lo acabemos, y de esta suerte no habrá engaño.

“Hecho así el concierto, comenzamos; mas luego al segundo lance, el traidor mudó propósito, y comenzó a tomar de dos en dos, considerando que yo debería hacer lo mismo. Como vi que él quebraba la postura, no me contenté ir a la par con él, mas aún pasaba adelante: dos a dos y tres a tres y como podía las comía. Acabado el racimo, estuvo un poco con el escobajo en la mano, y, meneando la cabeza, dijo:

“—Lázaro, engañado me has. Juraré yo a Dios que has tú comido las uvas tres a tres.

“—No comí —dije yo—; mas ¿por qué sospecháis eso?

“Respondió el sagacísimo ciego:

“—¿Sabes en qué veo que las comiste tres a tres? En que comía yo dos a dos y callabas”.

Mutatis mutandis, o sea, cambiando lo que debe ser cambiado, ¿no identifica el atento y desocupado lector, ora sea o se sienta ella, él o no binario, de estos renglones torcidos que anteceden el busilis o intríngulis? Pues relea:

“—¿Sabes en qué veo que las comiste tres a tres? En que comía yo dos a dos y callabas”.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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