Es bien sabido que en España impera la ley del embudo: lo estrecho para otros, lo ancho para uno.
No hay castigo político ni exigencia de ejemplaridad cuando gobierna la izquierda. La crisis del ébola fue el mejor ejemplo: se ‘cargó’ a una ministra de Sanidad pese a que solo murió un perro. Aquí con el coronavirus y más de 44.000 muertos, no ha dimitido nadie.
El vídeo de Irene Montero confesándole a una periodista que sabía de los peligros que entrañaba el 8-M pero que no lo va a decir en la entrevista [«No porque, tía, quiero ser muy prudente, incluso hay países que están tomando medidas de control superdrásticas»] hace volar por los aires la coartada de este Gobierno respecto al infectódromo del 8-M.
Motivo más que suficiente para que los lameculos mediáticos del Gobierno acudan al rescate de la ministra podemita.
En ‘Espejo Público’ se fumaron el tema más comentado en las redes sociales en poco más de cinco minutos.
Dado que la presentadora del espacio, Susanna Griso, animó a ir al 8-M —incluso llegando a decir que «el coronavirus no podía ser una excusa»— era de esperar que no hubiera ni un reproche a la marquesa de Galapagar.
Lo que no se esperaba era que hasta Paco Marhuenda diera la cara por Montero:
«Esto refleja que se cometieron errores pero sin mala intención, eh», dijo le director de La Razón, el mismo diario que acusó a al ministro Illa de saber del riesgo de la Covid-19 a los 11 días de llegar al cargo.
Y de paso tambien rompió una lanza por el Delegado de Gobierno en Madrid, José Manuel Franco, en la picota por la juez Rodríguez-Medel y sacó pecho feminista. «Falta mucho por hacer y hay mucho micromachismo».
«Evidentemente con la información que tenemos ahora cualquiera de nosotros no lo hubiese celebrado», afirmó Griso, que todavía no solo no ha pedido perdón sino que defendió a Fernando Simón, el responsable de no haber dado la señal de alarma.
Hay que recordar que el doctor Jesús Sánchez Martos, el ex consejero de Sanidad del gobierno de Cristina Cifuentes, le dijo a Griso:
—Fui consejero y cuando uno tiene un cargo tiene que ser valiente y tomar decisiones. Y si yo tengo me tengo que jugar el cargo y contradecir al Gobierno diciendo que no es aconsejable ir yo me voy orgulloso a mi casa por decir que aquello no debía haberse celebrado.
Griso se refugió bajo las faldas del epidemiólogo Fernando Benavides, que como sabemos no suelen ser muy valientes a la hora de dar su opinión. «Yo tampoco lo hubiera cancelado».
En ‘Al Rojo Vivo’ se pusieron las botas. Antonio García Ferreras estaba indignado… ¡con los ataques de la extrema derecha!
«¿De verdad alguién se piensa que el Gobierno dejaría ir a madres y mujeres con cáncer a una manifetsación a sabiendas del peligro que corrían?»
Antonio, que Montero ha mentido como una bellaca. Que está diciendo que ha asistido menos gente en el 8-M por el coronavirus pero que se niega a decirlo en público. Qué sabían perfectamente a lo que se exponían.
El tertuliano Carlos Segovia de El Mundo ni había leído la portada de su periódico en la que se desvalaba que el consejero de Sanidad les dijo a Illa y a Simón el 9-M: «¿De verdad creéis que lo de Madrid no pasará en el resto de España?».
Y faltaba, cómo no, Esther Palomera, que nos da lecciones de periodismo desde el digital de Escolar cada vez que hay que defender al Gobierno:
«Saltarse un «off the record» va contra la decencia profesional. Si además, la conversación no le pertenece al medio que la publica, la indignidad es aún mayor».
Otra muestra más de que los medios de comunicación se han convertido en España en lacayos obsequiosos del Gobierno social comunista. El periodismo español entregado a la servidumbre de una banda de totalitarios.
‘EL QUILOMBO ‘ – PROGRAMA COMPLETO DEL 02 DE JUNIO DE 2020