“La Comisión Europea no puede ser el escondite de una ministra que le debe muchas explicaciones a la gente”.
Feijóo, que es el autor de la frase, podría haber añadido ‘a una tipa con rango de vicepresidenta en el Gobierno Sánchez, que ha hecho la vida imposible a agricultores y ganaderos, se pasó por la entrepierna sus responsabilidades en la Confederación Hidrográfica, paralizó el arreglo del letal barranco del Poyo y cuando el diluvio asolaba el Levante español, se olvidó de las víctimas y se dedicó a promocionarse para ser Comisaria de la UE’.
Aunque no haya sido lo específico, prolijo y tajante que a me hubiera gustado, estoy de acuerdo con el líder del PP.
Teresa Ribera, junto a su jefe, que ha huido a la petrolera Bakú, para hablar de Cambio Climático, y a ese atormentado Marlaska, que manda en helicóptero a una brigadilla de la Guardia Civil a buscar fachas en Paiporta, pero fue incapaz de destacar un puñado de agentes, para ver si recuperábamos con vida a dos niños arrastrados por la corriente, es la síntesis siniestra del sectarismo y la incompetencia que explican la tragedia valenciana.
Ribera, Sánchez y Marlaska son miembros destacados de esa nutrida cuadrilla progre, que promociona la Agenda 2030 como si fuera el Evangelio y lleva tres décadas pulverizando el sentido común, con decisiones tan suicidas como anular el Plan Hidrológico o abandonar obras hidráulicas clave, porque las había hecho Franco.
Una recua de fanáticos izquierdistas que ha promocionado a paniaguados en organismos como la Confederación Hidrográfica del Júcar o en esa AEMET, donde nunca se escribe la palabra ‘España’, sustituyéndola por términos políticamente correctos como ‘territorio’ o ‘país’.
Que Teresa Ribera tiene credenciales para ser Vicepresidenta Tercera y Ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de Sánchez, no me cabe duda alguna.
Sobre todo, después de haber visto en los gobiernos del marido de Begoña a un vicepresidente como Iglesias al quien la palabra España daba asco y ministras de Igualdad, como Montero, que soltaba a la calle violadores.
Para lo que no vale la paisana, entre otras cosas porque si hay Justicia terminara en el banquillo y probablemente en prisión, es para un cargo tan rimbombante en Europa como el de Comisaria.
Hace bien el PP en apretarle las tuercas y en movilizarse en Bruselas para bloquear su nombramiento.
Mi duda es si los populares aguantarán el tirón o si, a la hora de la verdad, les temblaran las piernas y ofuscados por la presión de los periodistas de la Brunete Pedrete y por perogrulladas como que hay que ser institucional y responsable, dejarán que el PSOE se salga con la suya.
Estoy seguro de Feijóo ordenará a sus eurodiputados votar en contra del nombramiento de Ribera.
La incógnita es si se atreverá a ir por todas, como exigen las circunstancias, y forzara a Manfred Weber y a sus 188 socios, colegas y compadres del mayoritario PPE, a sumarse al boicot.
Si no lo hace, va a quedar como Cagancho en Almagro, porque la ciudadanía sacará la impresión de que Sánchez les ha meado otra vez en la chepa.