OPINIÓN / Afilando columnas

Anson babea proponiendo a José Bono como secretario general del PSOE

Hermann Tertsch, en defensa de Leguina: "Beatriz Talegón que es nada y exnada, además de recontranada"

Pilar Rahola se deshace en elogios a Iceta: "Listo, empático, correoso y dotado de una buena musculación política"

Si no fuera por el riesgo que el sol causara graves quemaduras en nuestro cuero cabelludo, es lo malo de ser calvo en una ciudad en la que el ‘astro rey’ luce con tanta fuerza como Madrid, nos quitaríamos el sombrero ante José García Domínguez. El viernes 13 de junio de 2014 predijo en el estudio de Periodista Digital que Miguel Iceta se iba a hacer con el control del PSC —José García Domínguez: «Una presentadora de TV3 finge un orgasmo para burlarse de un miembro del PSC y no pasa nada»–. Dio en pleno centro de la diana. Nuestro entrevistado destacaba además que Iceta lleva toda la vida en el aparato de su partido que no era precisamente la personificación de una nueva forma de hacer política.

Parece que ese tipo de personajes tienen sus seguidores. Cuatro días después de aquella entrevista nos encontramos en los espacios de opinión de la prensa de papel una gran cantidad de artículos dedicados a comentar la situación del otro partido socialista, ese que existe en toda España menos en Cataluña. Nos referimos, claro está al PSOE. Y, mire usted por donde, el 17 de junio nos topamos con un veterano periodista que cree que la salvación para los de Ferraz pasa por rescatar a una vieja gloria que ha demostrado ser capaz de afrontar sorprendentes procesos de renovación. Al menos en lo que se refiere a su cuero cabelludo, para pasar de ser tan calvo como este humilde lector de columnas a lucir, cirugía mediante, una frondosa cabellera.

Hacemos sonar, como cada día, nuestra armónica de afilador antes de ponernos manos a la obra.

Arrancamos en el diario monárquico por excelencia, el ABC, de la mano de un republicano nada pasional y realista (por lo que apuesta por la monarquía como única opción sensata frente a quienes estás promoviendo la república mientras ondean banderas soviéticas y tricolores con la estrella roja comunista en el centro). David Gistau se ha lanzado a comentar las jornadas precias a la proclamación del segundo rey de la actual democracia con una sección llamada ‘Diario de vísperas’. Y claro, al no sentir la pasión monárquica de una Alfonso Ussía, un Antonio Burgos o un Luis María Anson, eso le está pasando factura.

En esta ocasión opta por un titular que nos recuerda la alegría caribeña en los escenarios (que ni la tristeza del largo exilio pudo eliminar) ofrecía la gran Celia Cruz. Es una única palabra, esa misma que era el grito de guerra de la valiente cantante cubana: Azúcar. Claro que a diferencia de Cruz, él no le pone sazón a ningún negrito.

Voy a aplazar hasta después de la proclamación mi analítica anual. Si la hiciera ahora, me daría altísima la glucosa. De qué sirve sustituir los dulces por manzanas si después los medios de comunicación lo someten a uno a sesiones de culto a la personalidad de La Familia que son como una ingestión de bizcocho por embudo. Como se ceba una oca, así están tratando de inocularnos el felipismo y, por añadidura, un sentido patriótico sobrevenido que dé un nuevo uso a las banderas a las que ya no da pretexto la selección. Si llego a saber que guardar el orden constitucional me iba a poner en riesgo de coma diabético, no habría comenzado esta sección.

Con todo el respeto a Gistau, era de imaginar que algo así iba a ocurrir. Ya sabemos que en los medios somos muy dados a la exageración en todo lo que respecta a la monarquía, sobre todo al elogio. De todos modos, si quiere que le baje el nivel de azúcar tendría suficiente con someterse a un par de sesiones del programa de Jesús Cintora en Cuatro o cualquiera de laSexta. Claro que no sabemos si tanta hiel mezclada con el dulce puede causar un efecto secundario inesperado.

En cualquier caso, nos ha agradado de forma muy positiva que aparezca un artículo como este en un diario como el madrileño de Vocento. Demuestra una vez más que respeta la libertad de sus columnistas incluso en temas tan centrales para el periódico como es la monarquía. Y como toque final del artículo, un poco de humor político:

La analítica me la haré la semana del congreso del PSOE. Poca azúcar.

Demasiado poca, tal vez. De todos modos, este último comentario de Gistau nos ayuda a entrar en el gran tema del día. El Partido Socialista. Y penetramos en él de la mano de Hermann Tertsch que, también en ABC, titula Triste justicia poética.

Cuando una personalidad acreditada y con largo servicio público como Joaquín Leguina, viejo socialdemócrata, ex presidente de la Comunidad de Madrid, autor, lector, intelectual y hasta exnovio de Charo López, es conminado a abandonar el PSOE por una tal Beatriz Talegón que es nada y exnada, además de recontranada, uno puede intuir lo bajo que ha caído ya el debate interno en ese partido. Si además sus diferencias se exponen en un programa de televisión de zafiedad y rufianismo desconocidos, dirigido por un chico del servicio de la vieja dirección de Ferraz, la trifulca es una metáfora de los efectos tóxicos inevitables para la sociedad española que se derivan de la putrefacción del socialismo español.

Está claro que Jesús Cintora no le gusta en absoluto, pero cierto es que se trata de un presentador que no puede presumir precisamente de neutralidad. Tras un durísimo análisis de los últimos años del PSOE, incluyendo lo que ha supuesto para él Rodríguez Zapatero, Tertsch concluye:

Los personajes de la socialdemocracia que intentaron crear en España una izquierda serena y europea, con su inevitable frivolidad e hipocresía, pero decidida al compromiso en la democracia capitalista civilizada, hoy son corridos a gorrazos en las teles. Véase Leguina. El legado de Zapatero es el socialismo radical que, en manos de unos cuantos agentes comunistas con talento, se convierte en una marca populista ideal para una sociedad pauperizada, insegura, infantil, sentimental y embrutecida. Que de la mano de Iglesias y Talegón, Monedero y Madina, están a punto de enterrar el sueño de una izquierda civilizada en España.

Lo cierto es que la tentación populista representada por Madina y Talegón (si bien nos parece que ésta tiene mucho menos recorrido en el futuro) en el PSOE está muy presente, y existe el riesgo de que arrastre el partido en un intento de robar votos a los trotsko-bolivarianos de Podemos. Claro que existen alternativas. Y una de ellas, aunque bastante peculiar, es la que propone el antaño director de periódicos desde El Mundo.

Luis María Anson publica en el diario ahora dirigido por Casimiro García-Abadillo un artículo que deja clara su propuesta desde el propio título: Y Bono, ¿por qué no?

El lienzo de la sustitución del líder está pintado de gris cubista. Nadie sobresale. Nadie exhibe méritos convincentes Nadie se salva de la mediocridad germinal. En mis contactos profesionales con los oídos abiertos para escuchar lo que se dice y lo que se calla, un nombre se multiplica y agranda: el de José Bono.

El retrato que hace de él no puede ser elogioso:

Adenauer aseguraba que lo peor que le puede ocurrir a un país es que sea gobernado por las ocurrencias de un político incontinente. Con Bono, no padeceríamos hoy una España descoyuntada por el órdago secesionista catalán y, sobre todo, por el divorcio de las nuevas generaciones con el sistema. La verdad histórica es que ni Rubalcaba fue derrotado en las elecciones del 2011 ni las ganó Mariano Rajoy. Las perdió Zapatero.

Son muchos los socialistas de muy diversas generaciones que enumeran las ventajas del regreso de José Bono. Vencedor reiterado de elecciones autonómicas, ministro eficaz, hábil presidente del Congreso, socialista de principios sólidos y de ideas insobornables, José Bono era el hombre que necesitaba el Partido Socialista para escapar de las arenas movedizas en las que se está hundiendo.

Lo cierto es que el afilador de columnas sólo recuerda columnas de Anson tan elogiosas cuando se las ha dedicado a personas como Genoveva Casanova y otras féminas de indudable atractivo físico —Anson sale en defensa de ‘Genoboba’: «Si Quevedo hubiera conocido a Genoveva Casanova habría escrito un Quijote para restablecer la imagen culta que siempre la acompañó»–.

En la contraportada de El Mundo Raúl del Pozo también trata el tema de la sucesión al frente del PSOE del apparátchik que creyó que siendo secretario general se convertiría en un líder socialista. No cita, ni por asomo, a Bono como sustituto de Rubalcaba. Centra su artículo en Pedro ‘el guapo’.

Sánchez trata de desvincularse de las familias y ataca a Madina: «Nada de shock de la modernidad. Lo que la ciudadanía necesita son propuestas». Les provoco insinuando que es de la fracción de los economistas de Miguel Sebastián. Piensan sus ayudantes que no, que es de izquierdas.

No se quedaría a la altura del bufón cuando inaugurara obras junto a Felipe VI. Es alto y jugó en el Estudiantes, aunque en política se considera cholista, partido a partido. Ayer estuvo en los Encuentros de El Mundo. Ahora los políticos crecen en los chats, en los platós y en las redes. El maquillaje y el escorzo han sustituido a la ideología; las elecciones se ganarán en el ciberespacio.

Es cierto que los políticos, al menos una parte de ellos, crecen en los platós. Lo que no tenemos tan claro es, por mucho que se repita, que las elecciones se ganarán en el ciberespacio. Es cierto que las redes sociales cobran cada vez más fuerza, pero distan mucho de ser el elemento clave. Si Podemos ha conseguido cinco eurodiputados no es gracias a Twitter ni Facebook. Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero e Iñigo Errejón tienen muy claro, y así lo repiten en conferencias o en entrevistas con medios venezolanos, que el pilar de su estrategia electoral han sido las televisiones.

Concluye Del Pozo:

Los guapos en España tienen que hacer un doble esfuerzo para luchar contra la malignidad de la envidia. El tal Sánchez sabe hacer amigos; declara que Rubalcaba ha servido al PSOE y a España de manera brillante y tendrá el futuro que quiera. Exigirá ejemplaridad. «Acabaré con las puertas giratorias». Y ataca al PP. «La reforma laboral del PP ha hecho que algunos trabajadores ganen menos de cuatro euros a la hora. Eso no es crisis. Es ideología. Y Rajoy es una estatua de sal».

Parece claro que Sánchez es el candidato de Raúl del Pozo.

En La Razón, Javier González Ferrari se muestra moderado en el apoyo al candidato a liderar el PSOE que le resulta más de su agrado. También en su caso, el favorito es Pedro Sánchez. Titula Shock de modernidad. Tras poner a caldo a Eduardo Madina, dice:

A Madina ya le ha dado un toque de atención Susana Díaz que ha venido a decirle que no es este el momento de ocurrencias sino de política seria y responsable. Ese camino no parece estar en la hoja de ruta del político vasco pero si podría estarlo en la de Pedro Sánchez, tan desconocido hoy como lo era Zapatero en el año 2000 pero con un bagaje intelectual infinitamente superior aunque haya cometido algunos errores de principiante como poner en cuestión la inviolabilidad de la figura del Rey.

Al final, eso sí, González Ferrari disculpa a Sánchez de lo que considera su error:

Seguramente Sánchez se dejó llevar por el ruido ambiental y, por unos segundos, se olvidó de que su figura va a crecer por su moderación y no por la demagogia con la que se ha lanzado al ruedo su principal contrincante.

Una jugada inteligente la de Ferrari. Apoya a Sánchez pero no desborda pasión por él, puesto que unos elogios desmedidos desde La Razón podrían perjudicar a un aspirante a suceder al hombre que fracasó al intentar protagonizar ‘El milagro de Pe Punto’.

Haciendo una excepción en lo que es nuestra costumbre, en esta ocasión el puente aéreo lo tomamos en dirección a Barcelona y lo hacemos para terminar nuestro afilando columnas. El objetivo es asomarnos al periódico del conde de Godó y Grande de España que recula en su apuesta por el independentismo catalán, para leer un artículo de una de las portavoces oficiosas de Artur Mas, que dedica su texto al PSC. Pilar Rahola titula El salvavidas.

Listo, empático, correoso y dotado de una buena musculación política, es evidente que Miquel Iceta es una opción fuerte para un partido en su hora más débil. Ha sido el bombero de guardia de todos los incendios socialistas, tan hábil en el manejo de la manguera benefactora como en la caza de pirómanos. De Iceta se puede decir mucho y todo se resume en una afirmación poco discutible y poco discutida: es un político de primera.

No es extraño, pues, que el hombre que siempre estuvo ahí, tanto bajo los focos como en las sombras, sea el salvavidas para el naufragio.

Concluye con un mensaje para ese Iceta por el que muestra una pasión que se acerca a la que profesa Anson por Bono:

La nueva Catalunya, con su centralidad soberanista y su cambio de paradigma, ha venido para quedarse, y por mucho que el PSC crea aquello de que si la realidad les desmiente la culpa la tiene la realidad, lo cierto es que la susodicha les va a dar un buen viaje. O se transforma en otra cosa y en otro discurso, o el bueno de Iceta sólo será útil para salvar los muebles.

Si alguien esperaba que el PSC dejara de lados sus veleidades independentistas, mucho nos tememos que no está tan claro que vaya a ser así. Rahola no va a elogiar a quien apueste por enfrentarse al secesionismo.

 

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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