Lo del Rey de España, el pasado domingo en Bogotá, traerá cola.
Es chocante que cada vez que va Felipe VI va la posesión de un presidente afín a algunos miembros del Gobierno Sánchez, tenga que aguantar ofensas a España.
Porque quien pretende ofender al Rey, ofende a España.
En la toma de posesión como presidente de Colombia del exguerrillero Gustavo Petro se generó una polémica, porque en un gesto de perfecto populista, el ungido quiso tener presidiendo el acto a la espada de Simón Bolívar, para pronunciar el discurso ante ella.
La espada de marras tiene un valor especial para Petro porque fue robada en 1974 por el M-19, el grupo guerrillero al que perteneció el propio Petro.
Y estuvo dando tumbos hasta que Fidel Castro se la entregó al jefe del M-19, quien se la devolvió al entonces presidente de la República, César Gaviria.
Huelga decir que hay un evidente simbolismo antiespañol en la invocación del arma de Bolívar.
Y que el Rey de España, según unos por despiste y según la mayoría porque no le dio la gana, no se levantó del asiento al paso de la famosa espada.
El revuelo en redes sociales es de aupa y crece a medida que se difunde el vídeo de la escena.
Vaya por delante que todos los socios de Pedro Sánchez -desde golpistas catalanes a proeatarras vascos, pasando por zarrapastrosos de Podemos– arremeten contra el Rey y el Gobierno calla
En la grabación se ve, con claridad, como abuchean a Felipe VI algunos petristas asistentes.
Y lo que nos preguntamos muchos es evidente:
¿Qué necesidad había de obligar al Rey a ir a un acto así?