La más que pacífica Finlandia, un país modélico en educación, sanidad y bienestar de sus cinco millones y medio de habitantes, acaba de expresar mediante el acuerdo de su presidente Sauli Niiniströ y la primera ministra Sanna Marin -socialdemócrata-, su deseo de ingreso en la OTAN, para lo que activará los mecanismos correspondientes con carácter de urgencia. Esta posición de ambos mandatarios está refrendada en las encuestas por casi un 70 % de la población, siendo rechazada taxativamente por un 12 %. Hace solo unos meses, el porcentaje de personas a favor de la integración en la OTAN apenas superaba el 30%. En todo caso, el Parlamento será ahora quien se pronuncie en un sentido u otro. De llevarse a cabo este movimiento, para el que la Alianza ya ha dicho por boca de su Secretario General Jens Stoltenberg que tiene los brazos abiertos, romperá con casi ochenta años de neutralidad en una situación que es conocida como “Finlandización”.
Suecia, también país neutral desde prácticamente la segunda década del siglo XIX –desde mediados del XVII hasta las guerras napoleónicas fue especialmente correoso-, ha expresado el mismo deseo a través de su primera ministra Magdalena Andersson, también socialdemócrata. Acuerdo en la urgencia, aunque no, por ahora, hasta el mismo extremo. Es posible que en ello se refleje el hecho de que la señora Andersson fue elegida por el Parlamento el último día de noviembre pasado, siendo que el país escandinavo debe pasar por las urnas el próximo 11 de septiembre. La urgencia irá cristalizando o no según este calendario. Ambos países pertenecen a la Unión Europea, y ambos han llegado también a un acuerdo defensivo mutuo con el Reino Unido, recibiendo ya las correspondientes amenazas de Rusia.
Si fineses y suecos entran en la OTAN, el Báltico se convertirá probablemente en el mar más caliente del mundo, junto con el de la China Meridional. Ya podemos ir aprendiendo bien su geografía. Lo de que Rusia se sentía rodeada por la ampliación de la organización otánica a los países de Europa central y la petición de Ucrania en el mismo sentido, será una broma en comparación con el acogotamiento que sentirá al tener que pasar todo su tráfico marítimo y militar entre la ventana de San Petersburgo y el Mar del Norte por el canal que bordean Finlandia y Estonia, los dos miembros de la OTAN según el futuro previsible que se está dibujando. Se trata de un canal de apenas ochenta kilómetros de media en cuanto a anchura y de algunos cientos de kilómetros de longitud. Esa ventana que procuró el zar Pedro I a caballo de los siglos XVII y XVIII sobre el Báltico con la fundación de tan formidable ciudad, quedará en entredicho. Y mucho más en la zona de los estrechos entre las islas danesas y Suecia. Aquí los espacios son de unos diez kilómetros de anchura, bastante menos que en Gibraltar. Estos datos son procedentes de la Geografía y de la Historia y ya estaban ahí antes de que Putin naciera.
Los movimientos que puede llevar a cabo Rusia parecen claros a priori. Aparte de las consabidas acciones en “Zona Gris” como ataques en el ciberespacio, etc, reforzará la militarización amenazadora de la frontera terrestre con Finlandia –unos 1.300 kms-, de la ventana de San Petersburgo y, sobre todo, del exclave de Kaliningrado, susceptible de contemplar una gran concentración de misiles Iskander –entre otros- capaces de amenazar desde Berlín hasta Helsinki, pasando por Copenhague, Oslo y Estocolmo, por referirme solo a esta zona. Por supuesto, la isla de Gotland, perteneciente a Suecia y situada en una posición bastante centrada, pasará a tener una importancia estratégica muy superior a la actual. Suecia ya lo ha tenido en cuenta y reforzado su presencia militar en ella. Ahora, el transcurso de los acontecimientos según las fechas será de una gran importancia, de forma que la OTAN deberá garantizar la defensa de estos dos presuntos nuevos miembros mientras dure el proceso de ingreso. No quiere sufrir las tribulaciones sufridas con Ucrania cuando le hizo arrumacos desde la Cumbre de Bucarest de 2008.
El movimiento pone a las claras una presunta derrota estratégica parcial de Rusia en estos momentos. Ya veremos cómo sigue en el futuro. Digo esto porque la idea matriz de orden estratégico por la que comenzó toda la tragedia que se está viviendo en Ucrania tras la invasión fue –en última instancia- por la intención rusa de deshacer los movimientos de ampliación que había llevado a cabo la OTAN en cinco oleadas desde 1997. En enero de este 2022 se enunciaba como primer objetivo de la estrategia rusa el de comenzar a forzar la vuelta a la situación anterior a aquella fecha, y ahora se puede encontrar con que va a recibir una sexta ola en una zona donde, aunque el mar tiene poca profundidad –unos 60 metros de media-, el tsunami podría tener consecuencias dramáticas para el actual Kremlin, mucho más si no se termina de ganar la guerra en Ucrania o incluso se pierde, concepto este ciertamente relativo.
Si se consolida toda la situación esgrimida hasta aquí, el próximo objetivo occidental podría ser Bielorrusia. No su ocupación, claro está, ni su pronto ingreso en la OTAN a corto plazo, sino la caída del régimen de Lukashenko, a base de potenciar a la oposición. Un hipotético golpe como el de Bielorrusia separada del Estado de la Unión, que mantiene con Rusia, sería insoportable en Moscú, y añadiría un nuevo peldaño para el colapso de ésta, si no se hubiera producido con anterioridad. De otro lado, una Bielorrusia democrática, separada de Rusia, podría sería la guinda para cristalizar la comunidad del “Intermarium” que soñaba el polaco Pilsudski, vencedor de los rusos en 1920 en una contienda muy parecida a la actual, cuando partía con una abrumadora inferioridad de medios. Este “intermarium” iba del Báltico al Mar Negro, de ahí su nombre, e incluía a Polonia, Lituania, la actual Bielorrusia y toda la parte occidental de la actual Ucrania. Es decir, el sueño de Pilsudski no era más que reeditar la grandeza de la unión polaco-lituana de los siglos XVI y XVII. En lenguaje actual, un nuevo Pacto de Visegrado con otros actores, muy unidos por una historia común, añorada por muchos.
Pero, no es mi intención que este artículo viva solo de geografía y de historia. Sería miope no desarrollar otros argumentos que chocan de frente con el “buen rollo” y el “bienquedismo” en materia de política internacional, tan arraigados en países voluntaristas como España. Suecia y Finlandia pertenecen a la UE., pero parece que no se toman en serio eso de la “Europa de la Defensa” o la “Defensa Europea”, como quieran llamarle, que está ahora en una nueva versión por la que se creará una unidad de entidad Brigada. ¿Es una broma con la que está cayendo? ¿Cuándo estará lista? Aquí lo dejamos.
Y, si han estado siempre ahí, con el Pacto de Varsovia enfrente, mucho más poderoso en su momento que la actual Rusia, ¿por qué ahora quieren el ingreso en la OTAN? Ambos conocen perfectamente la teoría de la “Soberanía limitada” que esgrime Putin sobre sus vecinos porque ya la emplearon Krushev y Breznev contra Hungría en 1956 y la antigua Checoeslovaquia en 1968. Pues porque no sólo esta Rusia les da miedo, mucho más si gana la guerra de Ucrania sin mucho desgaste, sino porque la OTAN ha cambiado su modus operandi de 1999 contra la ex Yugoslavia, cuando lanzaba miles de toneladas de bombas sin resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ese organismo que acaba de decir hace solo unas fechas, y después de casi tres meses, que está “profundamente preocupado” por lo que ocurre en Ucrania. ¡Cuántas escuelas se podrían abrir con tantos sueldos! Pero cuando el agresor ha sido Rusia, todo ha cambiado. La OTAN ahora no interviene directamente fuera de su zona, prefiere hacerlo a través de delegados (“proxy”) que pongan las bajas y el impuesto de sangre. Traducimos todo esto como que fuera de esta zona, sin cobertura directa de la Organización, hace mucho frío, y Suecia y Finlandia ya disfrutan de muy bajas temperaturas sin necesidad de los rusos. El miedo aglutina voluntades, cambia estructuras mentales y acelera los procesos. Todo muy humano, nada que decir.
También esta petición pone en entredicho las palabras del Papa de hace solo unas fechas, actuando en su faceta de Jorge Bergoglio, cuando vino a culpar a los ladridos de la OTAN de la guerra en Ucrania. Se equiparaba así, de alguna manera, a invasores con invadidos y a los que les apoyan ante la abrumadora inferioridad inicial de éstos, aunque es cierto que también incluyó otros argumentos que enfangaban a los agresores. Equidistancia por encima todo, “bienquedismo” en estado puro. Olvidó Bergoglio que la OTAN no ladra y mucho menos obliga. Olvidó que los países ingresan en ella de forma voluntaria, ejerciendo su soberanía sin que nada ni nadie se las limite, en un proceso que cuenta con la aquiescencia de todos los miembros receptores. El ejemplo español es claro al respecto. Patinazo de Bergoglio con muchos puntos de sutura.
Y otras cuestiones, como que Finlandia y Suecia son dos países dirigidos por mujeres, socialdemócratas, con una alianza en el gobierno en el primer caso que contempla también a partidos a la izquierda de los socialistas, además de un sistema educativo de elevadísimas prestaciones y resultados, y una puesta en escena ejemplar de la democracia. Nada de militarismo. Podría ser bueno que todos los anti OTAN que comenzarán a proliferar como hongos conforme se vaya acercando finales de junio y se celebre la Cumbre, tomen nota de este hecho.
Y que ambos tienen Servicio Militar obligatorio, como Noruega. En Finlandia, el servicio militar va de los 18 años a los 60, para hombres y mujeres, llevando a cabo procesos de actualización cada cierto tiempo que le permite poner sobre las armas a 900.000 soldados caso de “necesidad existencial”. Ello, en un país que, como decía en las primeras líneas, dispone de solo cinco millones y medio de habitantes, gastando un 2,4% de su PIB en defensa sin menoscabo de sanidad o educación. Un esfuerzo de más del doble que España respecto del PIB que es como se mide este parámetro. Será que no hay tantos aeropuertos sin aviones como en España. Y como dice la página web del Ministerio de Defensa finés, “La defensa es cosa de todos”. Nada de solo los militares, apostilla quien esto escribe. Este sistema es idéntico al de la Atenas clásica con excepción de las mujeres, del número de soldados y del PIB, pero cuando quieran hablamos del imperialismo ateniense. Por su parte, Suecia suspendió el Servicio Militar en 2010 y tuvo que volver a implantarlo en 2018. Aquí los hombres pueden hacer un servicio sustitutorio y las mujeres lo hacen de forma voluntaria. Suecia gasta un 1,4 % del PIB en defensa. Recuerdo que España gasta el 1.03 según cifras oficiales de la OTAN confeccionadas con los datos aportados por nuestro gobierno.
Me dice la clessidra que debo terminar. Le pido excusas, entrañable lector, si he abusado de su paciencia, pero solo quería compartir con Vd. unas ideas que ponen de manifiesto que la realidad auténtica en las relaciones internacionales es tozuda y está siempre ahí, por mucho que queramos embadurnarla o blanquearla con falsos eslóganes y lugares comunes voluntaristas. Con estos, en el mundo actual, no se llega a buen puerto. Ha sido un enorme placer y espero seguir contando con su confianza. Carpe diem.