Pedro Sánchez sabe que se le acaba el chollo, y aún quiere realizar una intentona a la desesperada.
Las encuestas le mantienen hundido con respecto de Alberto Núñez Feijóo. Tanto es así, que el del PP ya se ve en La Moncloa a poco que no pase nada extraño e incluso sabe que solo necesita un millón de votos más para poder hacerlo sin coalición posible con VOX.
Todo lo contrario de lo que pasa por la cabeza de Sánchez, que no es otra cosa que un intento de locura máxima. La maniobra es básica a la vez que tremendamente compleja: quiere convertirse en el verdadero candidato Frankenstein. Por delante de todo el Frente Popular, independentistas, filoetarras, los podemitas de Yolanda Díaz y demás izquierdistas que queden sueltos por ahí.
Sánchez ya renuncia a poder imponerse al Partido Popular y a ganar a Feijóo. Sabe que, sencillamente, ya no es posible. Su idea pasa por recuperar en la medida de lo posible la calle –aunque lo está haciendo de pena-, en llevarse a su terreno a Yolanda Díaz, en agitar el miedo a VOX y en acercar presos etarras al País Vasco y adular a los indepes catalanes. Le queda poco más.
La situación para el todavía presidente del Gobierno es realmente complicada. Está entre la espada y la pared en gran cantidad de temas de Estado. La no renovación de la Justicia es un tema especialmente espinoso, enquistado en el seno de este Gobierno de coalición socialista y podemita.
Pero que nadie dude que Sánchez no tirará la toalla. El presidente amigo de las mentiras no se llevará su colchón de Moncloa tan rápido. Peleará por el camino, bajará al barro y hará lo que haga falta para arañar cada voto.
Ni la ventaja en el Senado le sirve
Se preguntarán por qué aceptó Pedro Sánchez el debate que le propuso Feijóo en el Senado. Pues muy fácil, porque ahora mismo está en inferioridad de estimación de voto, en prestigio, en credibilidad y en seriedad, y no hay nada mejor que un debate en una Cámara parlamentaria en el que, además, tiene ventajas.
Eso pensaría el Presidente, sabedor de que contaba con la réplica y con tiempo de sobra en comparación con el encorsetado margen de su rival en la oposición. Pero ni por esas. Quizás sí consiguió alentar a los muy suyos, como a Ángels Barceló o militantes socialistas de esos que aplauden como focas, pero Sánchez necesita convencer a los dudosos y resentidos con el PSOE, y de eso está a años luz.
Más cerca tiene engatusar a Yolanda y Errejón, y seguir haciendo favores deleznables a los catalanes separatistas y a los herederos de ETA.
