Hay que verlo y escucharlo en bucle.
22 de julio de 2019. En pleno verano ya, el Congreso de los Diputados acogía un largo y caliente debate de investidura.
Pedro Sánchez, que había ganado las elecciones del 28 de abril de 2019, no tenía los apoyos necesarios para poder gobernar y se estaba batiendo el cobre en todas y cada una de sus intervenciones.
Hasta que llegó el turno de Albert Rivera, por aquel tiempo líder de Ciudadanos, y describió a ojos de toda España el siniestro plan que pretendía ejecutar el socialista de seguir en el Palacio de La Moncloa:
Su plan, señor Sánchez, será bueno para los enchufados del PSOE, pero malo para las familias españolas, que sufrirán sus sectarismo y la subida de impuestos.
La hoja de ruta que preveía el presidente de los anaranjados era que Pedro Sánchez perseguía atornillarse en la poltrona presidencial:
Usted se quiere perpetuar en el poder controlando la tele pública, las encuestas, criminalizando a los constitucionalistas y lavando la imagen de sus socios y blanqueando la imagen de Otegi en la televisión pública.
Al igual que tenía claro cualés iban a ser sus alianzas en todos los ámbitos territoriales y administrativos:
Usted pactará con los separatistas en la Diputación de Barcelona en vez de con los constitucionalistas y llevará a cabo su plan para liquidar España junto a su banda.
Y pasó a enumerar quiénes componían esa perversa pandilla sanchista:
Con Otegi brindando, con los nacionalistas en Navarra, con los de Més en Baleares, con los nacionalistas en la Comunidad Valenciana y con los de Podemos llevando la economía. Usted llegó al poder con los nacionalistas y los populistas y quiere seguir gobernando.
3 años después
Visto lo visto, es indudable concederle al que fuera fundador de Ciudadanos el mérito de haber clavado en una memorable intervención desde la tribuna del Congreso de los Diputados lo que Pedro Sánchez iba a perpetrar en España.
El inquilino de La Moncloa se ha convertido sin lugar a dudas en un golpista de campeonato.
El presidente del Gobierno consumó su golpe al Estado de Derecho el 15 de diciembre para satisfacer a sus socios independentistas y mantenerse en La Moncloa a cualquier precio.
De la mano de separatistas y proetarras (con 184 votos a favor frente a 64 en contra y una abstención) el presidente socialista, que no estuvo presente en el Congreso, sacó adelante una insólita reforma del Código Penal por la que se aniquila el delito de sedición y se rebaja hasta el mínimo la malversación.
Además, ha aprovechó para imponer un vuelco en el Tribunal Constitucional (TC), forzando un cambio en el sistema de elección para asegurarse una mayoría progresista en el máximo garante de la Carta Magna.
La votación en el Congreso se produjo tras varias horas de vértigo, con la vista puesta en el pleno convocado en el Constitucional para decidir sobre la admisión del recurso del Partido Popular contra las enmiendas introducidas por el Gobierno, por la puerta de atrás, para perpetrar su asalto al Poder Judicial.
Este pleno fue aplazado finalmente al 19 de diciembre de 2022, lo que permitió que la votación en el Congreso se desarrollase en los términos previstos.
