Arquitectura religiosa olvidada. 27. Capilla de San Francisco, Tordesillas

Por José María Arévalo

( Capilla de San Francisco en Tordesillas. Foto en el libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid” ) (*)

Entramos en Tordesillas, donde hay varias ruinas, de las que vamos a ver hoy la de la Capilla de la Venerable Orden Tercera de San Francisco (antiguo Convento de frailes Franciscanos Alcantarinos), siguiendo el libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid”, de los arquitectos vallisoletanos Juan José Fernández Martín, Francisco Pedro Roldán Morales, José Ignacio Sánchez Rivera y Jesús Ignacio San José Alonso, que venimos reseñando.

Tordesillas

Capilla de la V.O. T. de San Francisco (antiguo Convento de frailes Franciscanos Alcantarinos)

Dos conventos de frailes hubo en Tordesillas, de dominicos uno y el otro de franciscanos. Ninguno de los dos ha llegado hasta nosotros. El de menores fue fundado como tutor del convento femenino, ya presente desde el XIV en la villa y que aún existe bajo la advocación de Santa Clara (E. FERNÁNDEZ TORRES p. 19). La fundación del franciscano corresponde a la expansión en tiempos de Felipe Il de los reformados por San Pedro de Alcántara, por lo que se les conoce como franciscanos alcantarinos. Desde comienzos del XVII, 1603, estuvieron en las llamadas Casas de los Alderete, nobles que tenían capilla funeraria en la iglesia de San Antolín. En 1612 se trasladaron al edificio que nos ocupa (Catálogo Monumental, Tordesillas, p. 296; y E. FERNÁNDEZ TORRES, p. 153), situado al este de la población entre las parroquias de Santiago y San Miguel. La Venerable Orden Tercera franciscana, de seglares, vino a instalar su sede en el convento en 1746.

Con ocasión de la invasión francesa, en 1808, el convento fue saqueado y la congregación disuelta, pero volvieron cuando se restableció la paz, reconstruyendo, a duras penas, lo que la guerra había destruido. A mediados del XIX, tras el decreto de exclaustración, volvió a cerrarse (P. MADOZ , p. 117: Había 2 conventos de religiosos, el uno de Franciscanos y el otro de Dominicos, cuyas iglesias se hallan cerradas para el culto).

( Interior de la Capilla de San Francisco en Tordesillas. Foto en el libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid” ) (*)

Una vez más, a finales del XIX fue restaurado y en 1901 se restablecieron los cultos en la iglesia, pero a mediados del XX fue definitivamente abandonado.

La iglesia del convento se encontraba aún en pie en 1980 (Catálogo Monumental, Tordesillas, p. 296; se recoge una fotografía de su interior, desde el coro, y otra de su exterior, que permiten hacemos idea de su configuración espacial y volumétrica). Tenía planta de cruz latina con entrada a los pies y crucero muy poco resaltado en planta. Hoy en día la iglesia se encuentra en ruinas, su cubierta y bóvedas han desaparecido por completo y sólo quedan sus muros hasta la altura de la cornisa, desde la que arrancaban las bóvedas que le cubrían. En ellos se aprecian aún las pilastras, muy poco resaltadas, que dividían la nave en tres tramos y apeaban en arco fajón más próximo a la cabecera.

Más resaltadas eran las situadas a los pies del templo, en las que apoyaba también una arcada del coro alto situado sobre la puerta.

( Capilla de San Francisco en Tordesillas. Foto en el libro “Las ruinas de Dios. Arquitectura religiosa olvidada en la Provincia de Valladolid” ) (*)

Del coro sólo quedan, dibujados sobre los muros de la nave, restos de las pilastras y de las bóvedas que conformaban su estructura. Lo que no es posible determinar es la forma de acceder a él, pues no quedan restos ni marcas en los muros que puedan hacer pensar en la existencia de una escalera de subida situada a los pies del templo. El acceso bien pudiera haberse realizado desde alguna entrada situada en el muro del lado de la Epístola, pues a lo largo de su superficie aparecen puertas tapiadas que comunicarían, en su día, con distintas dependencias del convento.

En el crucero, un espacio de planta cuadrada algo más ancho que la nave, aún se conservan los dos altares de fábrica de ladrillo revocado situados formando ángulo en las esquinas, junto a la Capilla Mayor. En ellos se colocaban las imágenes de San Francisco (en el lado del Evangelio) y San Antonio de Pádua (en el de la Epístola).

La sacristía, en el lado de la Epístola, ha desaparecido. Sólo queda su puerta tapiada mientras que frente a ella, en el lado del Evangelio, se mantiene una pequeña dependencia de planta cuadrada que se cubre con bóveda esquifada de ladrillo y yeso. Este es el único espacio que mantiene su techo, si bien presenta una pequeña parte hundida que deja ver a través el maderamen y las tejas de la cubierta.

De la fachada del templo queda la parte baja, de piedra de sillería, de la que, al menos la portada, es posible que haya sido aprovechada de una construcción anterior, del siglo XVI, quizá ya desde el mismo momento de su fundación en época de Felipe III ( Catálogo Monumental, Tordesillas).

Pese a la variedad de fábricas que se mezclan en la composición de los muros (tapial y adobe en la parte baja; ladrillo en su coronación donde arrancaban las bóvedas, en la formación de pilastras y en los muros laterales de la Capilla Mayor, e incluso piedra en su portada), no se aprecian grietas ni hundimientos en sus paramentos, lo que nos lleva a pensar que la ruina del edificio se debió a fallos en su cubierta o en sus bóvedas, sin duda debidos a su abandono pues, como se ha comentado, el edificio ya estaba deshabitado en 1980.

Pese a encontrarse abandonado, ha sido desescombrado, por lo que se puede apreciar el suelo de tarima en la nave, no así en la capilla mayor donde el hundimiento del suelo y la existencia de huecos bajo las puertas situadas en los muros laterales revelan la existencia de una estancia bajo el altar.


(*) Para ver las fotos que ilustran este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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