Tirando de diccionario

Por Javier Pardo de Santayana

( Viñeta de Esteban en La Razón el pasado día 12 de julio) (*)

Ordenando mis libros tomo en mis manos un diccionario inglés: el Merriam Webster, adquirido por mí en San Antonio de Tejas el año 1960. Entonces me digo: buena ocasión para conocer el significado de “Trump”, este apellido norteamericano (no confundir con “Tramp” ¿Recuerdan a Sinatra? “The lady is a tramp” decía, y “tramp” quería decir vagabunda y arruinada).

No; lo que yo buscaba era precisamente qué significado tiene “trump”. Y, lo que son las cosas, de sus acepciones sale una especie de retrato que no cuadra demasiado mal. Porque, de entrada, trump tiene el significado de trompeta, o sea que sirve como ”trumpet”: un instrumento, en este caso humano, que suena como ustedes saben emitiendo un sonido fuerte y penetrante, lo cual no está demasiado alejado de una imagen que podría ser característica de quien tenga por apellido esta palabra. Por el contrario, casa bien con quien le guste hacerse notar de los demás y que le oigan; más aún si lo hace imponiéndose al silencio o al guirigay de los vecinos. Tengamos en cuenta que Trump en su versión de verbo puede traducirse como hacer un sonido a modo de algo “proclamado a toque de trompeta” – así lo dice el diccionario”. Y qué quieren que les diga: que me parece que el verbo “proclamar” va como el anillo al dedo a quien no sólo se expresa con la voz o el grito, sino que, como dice mi enciclopedia Espasa de 1955, gusta de “publicar o anunciar en alta voz una cosa para que la sepan todos”. ¿Cabe mayor acierto que aplicar esta palabra a un animal político tan convencido de sí mismo que se siente superior a los demás?

Pero claro está, la palabra en inglés tiene aún más acepciones. Por una parte, en su versión de verbo, la de ”to nonplus, to outdo, to beat, to cap” es decir, la de batir, ganar, sobrepasar, “superar a alguien en algo”, ir más allá; que ésta y no otra sería la voluntad de quien pretendiera ser fiel a su apellido. Perfecta descripción por cierto para cualquiera que se distinga por su voluntad de destacar sobre cualquier otra persona, de ir siempre más allá, o de forzar la situación si así es preciso para lograr sus pretensiones.

Otra acepción de “trump” nos dice que la palabra también significa “to devise unfairly”, término que podría traducirse por “urdir”, es decir, tramar, o maquinar, idear algo de forma tramposa o bien injusta: y difícilmente pueda encontrarse un apellido que mejor se acerque a definir a un ser político en su propia salsa como lo hace esta acepción o lo sugiere otra que nos permite relacionar el nombre referido con los lances de los juegos de naipes.

Así que bien podemos afirmar que mi curiosidad por la traducción de un apellido con significación concreta en el idioma inglés se convirtió en hallazgo: en un descubrimiento bien curioso que me hace imaginar que, como en España suele ser costumbre, también el apellido inglés pudiera responder a una característica de corte familiar en cuyo origen está un comportamiento o un rasgo de carácter: una expresión característica de la personalidad de una familia que es transmitida de generación en generación y que en el caso que nos ocupa pudo impulsar a alguno de sus miembros a conseguir el éxito fuera o no a costa del vecino, o bien a demostrar cierta tendencia a presumir de listo y bien plantado o incluso a imponerse sobre sus congéneres.

Afortunadamente, y a modo de compensación, aún cabe añadir una última acepción que dulcifica un retrato que ustedes juzgarán quizás un tanto ególatra. En efecto, todavía nos queda una definición de “trump”, que serviría para definir a alguien con el que se puede contar si ello es preciso. “Goodfellow” es la definición utilizada para hacer ver que una persona es, efectivamente, un buen amigo; claro que también podría utilizarse para decir que es “un buen tío”, expresión que aquí en España suele ser utilizada como un auténtico piropo. Ser un buen tío es algo que, aunque parezca poco definido, resulta sumamente laudatorio. Más allá de esto ya no quedan más que esos insultos aparentes que para los españoles resultan tan simpaticones.

Así que, si acordamos valorar el lenguaje de los apellidos como una primera aproximación a lo que pudiera ser un retrato psicológico, en este caso mi improbable lector podrá encontrar un ejemplo que anima a utilizarlo en otros parecidos. Ahí tiene usted a los típicos “rufianes” como un ejemplo significativo.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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