A ver quién nos entiende

Por Javier Pardo de Santayana

( Central nuclear de Trillo donde se puso en marcha el ATI o almacén temporal para depositar combustible gastado, que se gestiona de forma conjunta con el de Almaraz) (*)

La televisión enfoca la cara de un político: en este caso del presidente de una autonomía cuyo rostro está radiante como diciendo “lo hemos conseguido”. Y es que, indudablemente, quiere apuntarse un tanto.

El motivo ha de ser necesariamente favorable para sus intereses personales. En efecto, el gobierno ha decidido paralizar un proyecto frente al que él enarboló su corrección política. Se trataba de la construcción de un cementerio destinado a deshacerse de lo que se llama “basura nuclear”, y tanto el término “basura” como el adjetivo “nuclear” son palabras malditas para el vulgo, así que combinadas componen un duo muy poco atractivo. Y él estuvo en plan guay, el que consiste en situarse en contra de la idea, así que no ha tardado ni un segundo en marcarse el tanto de la interrupción soñada recibiendo alborozado la noticia.

No es de extrañar, por tanto, su sonrisa. Lo malo o lo “chocante” es que, a continuación. la televisión preguntaría la opinión de los vecinos, y ahí el señor alcalde, en representación de la ”ciudadanía” ´y varios miembros de ésta que debieran mostrarse liberados, darían la sorpresa, no sólo de no alegrarse del parón recientemente decidido, sino de lamentarlo con el alma. Y es que esperaban que la proximidad del “cementerio” les reportara pingües beneficios. Vamos, que se creyeron que les había tocado el premio gordo: que de entrada ganarían en puestos de trabajo bien remunerados, y que, por añadidura, las actividades generadas reportarían múltiples ganancias. En cuanto al eventual peligro de la proximidad de las basuras nucleares no les preocupaba demasiado ya que los responsables técnicos habían asegurado que el material enterrado permanecería sin más donde lo colocasen y ahí se quedaría sin moverse ni hacer nada por los siglos de los siglos. Ésta era en efecto la realidad social entre los lugareños, y no la que usted, improbable lector mío, pudiera haber imaginado: la que supondría que el pueblo, aterrado por la perspectiva de una siniestra historia de amenazas, se sentiría eternamente agradecido por la nueva decisión de los políticos,

¡Qué tíos más extraños! se habrán ustedes dicho. Y sin embargo, mire usted por donde, nos enteramos de que en sintonía con ellos, también los de otros países se pirraban, no por quitarse de en medio las basuras y encalomarlas al vecino, sino por recibirlas previo cobro del servicio. Bueno – se dirán ustedes – pero usted estará hablando de países subdesarrollados en los que no pinta para nada el parecer de la “ciudadanía”. Pues sepan que no se trata de esto sino de todo lo contrario; que en nuestro caso quienes cobran el servicio de retirar las malditas basuras son nuestros vecinos los franceses, que además alardean de sus centrales nucleares. Si; los políticos franceses, los de “la libertad, la igualdad y la fraternidad”; los mismos que, por cierto, tienen un himno que aquí sería prohibido por parecer escandaloso en aras de una “revancha histórica”; gentes que cantan cosas como éstas: “¡A las armas, ciudadanos, formad vuestros batallones! / Marchemos, marchemos / ¡Que una sangre impura empape nuestros surcos!”. Claro que luego no matan a nadie aunque la verdad es que tampoco las expresiones musicales de la “corrección política” les preocupa tanto como a nuestros entusiastas izquierdistas.

“Nada de fracking” dicen también los listos de plantilla, y sin embargo los norteamericanos, que deben ser unos indocumentados, lo han practicado ya, y de esta forma están aprovechando reservas de hidrocarburos hasta ahora no rentables. Como tampoco se han opuesto a utilizarlo, por poner un ejemplo, los británicos. Claro que en este caso estoy hablando de otro país al que, como es sabido, tampoco le interesa tanto por lo visto el bienestar y la seguridad de sus administrados.

De lo cual se deduce que, tanto franceses como norteamericanos, por no decir británicos, o son masoquistas, o tontos, o están mal informados, o resultan ser antidemócratas carentes de una mínima sensibilidad social como procede. Y nuestras lágrimas brotarán pensando en esos pobres hermanos socios y amigos nuestros sometidos a la veleidad de sus gobiernos. En cambio aquí sí que somos listos. ¡Con queso nos la iban a dar los indocumentados europeos, ingleses y norteamericanos!

Perdonemos, pues, a esos incautos y desinformados extranjeros que transigen con los frackings y con las basuras nucleares creadas por los hospitales y otras desagradables procedencias. Y aprovechemos su inocencia, pues les pasamos el peligro a ellos y sin embargo se quedan como estaban aunque, eso sí, forrándose a costa de nosotros. Cosa que poco nos importa a quienes tanto presumimos de nuestra economía que ni siquiera admitimos en su día la existencia de una crisis galopante y además consideramos que el dinero oficial no pertenece a nadie. Y como los parados no compran el periódico por no gastar, y en la televisión tenemos quienes practican la agitprop, tampoco llegamos a enterarnos del todo de cómo está la cosa.

PS: Lo cual quiere decir que lo que somos es unos pardillos. Que nos las damos de listos y al final pagamos las facturas. Que lo que se impone aquí es un “postureo” que da divino en los telediarios mas que nos hace pasar por tontos ante el mundo.


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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