Por Javier Pardo de Santayana
( La caravana llega a México en su camino a territorio estadounidense. Foto en bbc.com)
Hay cosas que no entiendo, sobre todo ahora, cuando cualquier cosa es posible por muy descabellada que parezca. En este caso me sorprende un hecho incomprensible de por sí, más sobre todo porque, cuando me he decidido a escribirle a usted estas líneas, aún no parecen haberse planteado las muchas dudas que hoy me surgen. Me estoy refiriendo a la Gran Marcha – por lo demás, histórica – de los desheredados centroamericanos que, en busca de un futuro se dirigen a la frontera norteamericana.
Para empezar, les vemos avanzar a pie o en coches y camiones que se dirían de fortuna, con algunas – limitadas – pertenencias y con los niños y los bebés encima. Se diría que un ángel se irguió en el firmamento para llamarlos al son de las trompetas, y que a partir de ahí caminan como guiados por un destino al que ni quieren ni pueden renunciar.
Así que la primera pregunta que me surge es a quién se le ha ocurrió tamaña empresa. Una aventura que parece ser una locura desatada. Porque que, aunque tenga en común la desesperación de las familias motivada por la escasez insoportable de trabajo y por un ambiente de inseguridad que alcanzó el límite, esta marcha multitudinaria ha requerido considerables dosis de organización previa; en primer lugar, porque se inicia simultáneamente en varios países diferentes, lo que sin duda habrá necesitado tiempo suficiente para generar la adhesión individual y colectiva de unos y otros y además exige la llamada de alguien muy concreto: de una voz con fuerza motivadora que sea capaz de conmover de alguna forma los espíritus, Una voz por lo que se ve capaz de conseguirlo en un plazo muy corto y ocultándolo al conocimiento general durante cierto tiempo.
O sea, que “alguien” fue capaz de coordinar las fechas y decidir los puntos de partida de un movimiento que parte de puntos y países diferentes de la geografía americana y marca rutas de avance hasta abordar la frontera por zonas también establecidas. Y de la que, sin embargo, nadie ha dicho nada hasta la fecha de quién es y dónde está el cerebro.
Pero no es tan sólo esto lo que me sorprende, pues también me causa considerable asombro que se intente perpetrar una evidente transgresión como si no se temiera el resultado. Si ya nos parecería extraño que se pudiera pretender una invasión pacífica de la frontera norteamericana, más aún nos llama la atención el hecho de que se pretenda hacerlo cuando es universalmente conocido que aquélla está siendo reforzada con la construcción de un muro impenetrable por voluntad expresa del propio presidente, que ha empeñado además en ello su prestigio y ha anunciado por todos los medios disponibles su decisión irrevocable de negar por las buenas o las malas cualquier acceso irregular al territorio. Y que ha dado muestras de su convencimiento acumulando todo un ejército de fuerzas militares decididas – según palabras suyas – a abrir fuego para evitar que cualquier transgresión llegara a producirse.
Otra cuestión que nadie parece preguntarse todavía es de qué viven tantas almas; de dónde sacan el dinero. Pues resulta difícil admitir que los alimentos necesarios puedan ser transportados por las propias familias; como también que éstas puedan adquirirlos individualmente o que les lleguen de la caridad de la gente con la que tropiezan. ¿No necesitarán cuidados especiales esos bebés y niños que vemos en los reportajes? ¿Cómo resolverán los peregrinos las necesidades higiénicas y sanitarias que en el día a día planteará sin duda esta locura?
Y es que en realidad todos los aspectos de la marcha resultan difícilmente comprensibles. Por ejemplo, también nos surge una pregunta acerca de qué porcentaje de los caminantes se quedará al final por el camino; si la dureza de la larga marcha y de la amenaza sostenida por el presidente no convertirá este sueño en una pesadilla y un fracaso, o en una tragedia de dimensión considerable.
Pero alguien debe saber de todo esto, así que lo que más incomprensible es que a estas alturas del asunto, y tratándose de un hecho susceptible de desencadenar acontecimientos graves que pueden definir un hito histórico, aún no se hayan planteado en nuestros medios las incógnitas que me permito esbozar en este artículo .
PS: No sería de extrañar que antes o después surgieran teorías conspiratorias basadas en el hecho de que gente común y sin recursos perteneciente a otros países del continente americano se permitan el lujo de enfrentarse así de abiertamente a lo dispuesto por el citado presidente y sin la menor posibilidad de conseguirlo. Probablemente apuntarán a la intención oculta, por parte de ciertos grupos o países, de minar el prestigio del país. O simplemente de “armar lío” y complicar la vida al mandatario poniendo en evidencia la ya citada construcción del muro.
