¿Dónde está toda esa gente formidable?

Por Javier Pardo de Santayana

( Exterior del Caserón de San Bernardo, donde se halla la sede del Instituto de España) (*)

Quizá lo que ahora escriba resulte demasiado osado para incluirlo en este blog de los Foramontanos, pero se me ha venido ahora a las cabeza y me parece pertinente transmitírselo a un lector que es improbable pero con el cual con el tiempo he establecido una cierta relación de cercanía.

Se trata de una idea relacionada con el sinsentido que impera en nuestra sociedad hoy día; con esta situación descabellada en todos los sentidos que se ha impuesto entre nosotros y que se ha blindado contra cualquier argumento razonable: situación que bien pudiera responder a lo que don Julián Marías definió como la instalación de una sociedad en la mentira, ya que casi todo está tocado por la falsedad. Ahí tenemos por ejemplo la inevitable corrección política, amañada para consolidar ideologías, o la utilización de las tecnologías avanzadas para extender desprestigios y patrañas.

Naturalmente, ante esta situación kafkiana se echa de menos la respuesta razonable de la ciudadanía y, no digamos, de los intelectuales, entendidos como el conjunto de personas con sentido de responsabilidad en los distintos aspectos de la vida y destacados por su preocupación respecto al presente y el futuro. Así que cualquiera se pregunta qué es lo que éstos piensan en relación con lo que está pasando.

Las hay, y les aseguro que son muchas. La prueba son esas empresas españolas que están desarrollando por el ancho mundo los más modernos sistemas de comunicación y de transporte. O construyendo canales y líneas férreas de última generación. O gestionando los aeropuertos y los bancos de los grandes países europeos gracias a la alta calificación de nuestros líderes y profesionales de distintos ramos de la técnica. Y nuestros militares, que aun asumiendo su neutralidad política, contribuyen con su capacidad profesional y su valor humano a reforzar nuestro prestigio asumiendo la responsabilidad de propiciar la paz y respondiendo a las actuales amenazas.

Uno imagina lo que todos esos españoles excelentemente formados e informados – conocedores de la realidad del siglo en que vivimos y conscientes de lo que éste es más allá de las redes sociales y de los titulares periodísticos – estarán ahora pensando sobre el despropósito que con grave perjuicio para la verdad y la razón experimenta una sociedad que, como la nuestra, se halla desorientada de mil maneras diferentes por una información manipulada.

¿Habrán decidido – se pregunta uno – desconectar de lo que ocurre y dedicarse simplemente a sus quehaceres, que no es poco? Y dando vueltas a esto me ha venido una idea que me parece interesante por muy difícil que parezca.

Me explicaré: quizás ustedes desconozcan la existencia de lo que es el Instituto de España, que, al reunir bajo la protección del alto patronazgo de su Majestad el Rey a todas y cada una de las Reales Academias, constituye la mayor concentración de excelencia intelectual en los distintos campos de las humanidades, las artes y las ciencias.

Así que yo me pregunto si desde su responsabilidad y su superior conocimiento no podría el Instituto plantearse como objetivo común y trascendente contribuir al prestigio de la nación y de los españoles aprovechando su condición y su prestigio para ofrecer opiniones procedentes de distintos sectores del pensamiento, de la organización y de la acción que bien podrían reflexionar sobre cómo influir en nuestra sociedad desorientada para que ésta, no sólo sea consciente de su penosa situación actual y de lo lejos que se encuentra de lo que debe ser conveniente y razonable, sino para que, siquiera por contraste, nos haga ver que los políticos que ahora nos enfrentan y nos mienten ofenden a la razón y nos engañan; que para eso no hace falta explicar mucho. Pues la “ciudadania” debe ser consciente de que está oyendo más berridos que voces razonables, pero también que no se encuentra sola ante el peligro. Que España no es una nación de revolucionarios de puños en alto y frentes populares impropios del siglo XXI, sino un lugar admirable en casi todos los aspectos y a la altura de los más desarrollados del planeta. Un país a la altura de los más avanzados entre los europeos y orgulloso de su cultura y de su historia. Para lo cual no es necesario ni siquiera entrar en el juego político; tan evidente se hace el pensamiento lógico, bien documentado, y amparado por el conocimiento, que todo se explica por si mismo.

Y de una y de otra cosa, como del estado del arte en el que nos encontramos por lo que se refiere al pensamiento más moderno, son exponentes las Reales Academias reunidas bajo la Corona en el Instituto de España, donde supongo que no faltará preocupación por el futuro y, naturalmente, también por el presente.

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Tres foramontanos en Valladolid

Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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