Dentro de su cuerpo, el azúcar va de la mano con una sustancia llamada insulina. Un tipo de hormona, la insulina regula la actividad de las células y los tejidos. Llama la atención después de que devoras esa deliciosa dona, ayudando a los órganos a extraer del torrente sanguíneo un tipo de azúcar llamado glucosa. Cuando falta insulina o no hace su trabajo, el azúcar se acumula en la sangre en lugar de entrar y alimentar las células. Esto arroja el equilibrio del cuerpo fuera de control, causando una enfermedad llamada diabetes, según recoge sciencenews y comparte Paula Dumas para Periodista Digital.
Un órgano llamado páncreas, cerca del comienzo del intestino grueso, produce insulina. Mientras más glucosa le hace cosquillas al páncreas, más insulina produce para procesar el azúcar. Pero nuevos estudios muestran que otras cosas también pueden causar que el páncreas libere insulina. En un estudio, un azúcar llamado fructosa aumentó los niveles de insulina; en otro, un contaminante común llamado bisfenol A (BPA) causó la misma reacción.
La fructosa le da a la fruta, miel y jarabe de maíz alto en fructosa su dulzura. Los nutricionistas, respaldados por estudios científicos, dicen que comemos demasiado jarabe de maíz con alto contenido de fructosa, que se encuentra en alimentos desde refrescos hasta aderezos para ensaladas. Los científicos que trabajan en uno de los nuevos estudios utilizaron células humanas, células de ratones y ratones vivos para estudiar qué sucede cuando la fructosa se encuentra con el páncreas.
El equipo descubrió que las células del páncreas pueden «saborear» la fructosa, en un proceso similar al sabor de la lengua al azúcar. El estudio, como muchos otros descubrimientos recientes, muestra que las papilas gustativas pueden ocurrir, y los químicos de sabor, lejos de la lengua. La fructosa sola no aumentó los niveles de insulina. Pero en el estudio, cuando la glucosa y la fructosa aparecieron juntas, el páncreas produjo más insulina que cuando encontró glucosa sola.
«El sistema parece estar hecho con elegancia para mantener el equilibrio», dijo Björn Tyrberg a Science News. Tyrberg, quien dirigió el nuevo trabajo, estudia la biología de las células en el Instituto de Investigación Médica Sanford-Burnham en Orlando, Florida.
El cuerpo también puede tener dificultades para mantener ese equilibrio en presencia de BPA. Este químico, comúnmente encontrado en plásticos y recibos de caja registradora, puede imitar una hormona llamada estrógeno. Uno de los trabajos del estrógeno es hacer un seguimiento de la insulina, diciéndole al páncreas que produzca más si es necesario.
En el segundo estudio nuevo, los científicos descubrieron que el BPA, como el estrógeno, puede desencadenar la producción de insulina. Pero debido a que el BPA es un contaminante, estimula al páncreas a crear insulina cuando no es necesario. Los investigadores también demostraron que no se necesita mucho BPA para que el páncreas bombee insulina adicional. El BPA y la fructosa pueden ser compuestos radicalmente diferentes, pero ambos pueden alterar el equilibrio del cuerpo de manera similar.