Volviendo al estudio Predimed, la recomendación oficial es tomar unos 40 ml de aceite de oliva virgen extra al día, lo cual ya ha mostrado evidencias científicas muy claras sobre los beneficios. Si multiplicamos esos 40 ml/día por los 365 días del año, obtenemos que una persona adulta debería consumir al año unos 15 litros de aceite de oliva virgen extra. Y es importante resaltar, que aunque es un alimento altamente recomendable en esas cantidades, tampoco aplica el cuanto más mejor, y debemos tomarlo con medida, ya que como decíamos antes, todo es perjudicial si abusamos. Siendo prácticos, podríamos decir que si compras 3 garrafas de 5 litros por persona al año, la dosificación correcta vendría a ser un chupito al día de aceite de oliva virgen extra, que podríamos repartir al gusto entre desayuno, comida, merienda y cena, con tus tostadas, ensaladas, guisos, etc.
Vamos a ir un paso más allá, repartiendo ese chupito de aceite de oliva virgen extra a lo largo del día de una manera sabrosa y equilibrada. Imaginemos que por la mañana eres de los que toma una cucharada de aceite de oliva en ayunas (5 ml = 40 kcal), a continuación te desayunas una tostada (15-20 ml = 150 kcal) y rematamos la faena por la noche con una ensalada (15-20 ml = 150 kcal).
Así, ya tendríamos más o menos cubierta la cantidad recomendada. Ahora bien, si nos metemos unas croquetas o unas patatas fritas todos los días, está claro que nos vamos a pasar tres pueblos con la grasa, por mucho que el aceite de oliva que usemos sea virgen extra. Por ejemplo, una ración con 6 croquetas absorbe unos 100 gramos de aceite de oliva virgen extra, lo que aporta de golpe unas 900 kcal. De hecho, está contrastado, que si en vez de virgen extra, se utilizan aceites de peor calidad (semillas, orujos, etc.), la cantidad de grasa absorbida es aún mayor, ya que ese aceite penetra más en el alimento debido a su menor densidad. Por tanto, utilizar un aceite más barato, no asegura el ahorro, ya que estamos consumiendo más cantidad y gastando más producto del necesario. De hecho, ¿es necesario que la comida sea tan grasienta? ¿acaso está más buena? La respuesta claramente es no, y de hecho a muchos nos sienta mal, así que nuestra recomendación es clara…
Concluyendo, aunque queramos adelgazar, no podemos prescindir de las grasas porque son de capital importancia para el correcto funcionamiento de nuestro organismo. En este sentido, el aceite de oliva es la grasa de mayor calidad que podemos tomar y como ha quedado demostrado, puede ayudar a adelgazar y a mejorar muchos otros aspectos de nuestra salud. Dicho esto, es importante tener en cuenta que si el aceite que tomamos es aceite de oliva virgen extra de calidad superior, además de ácidos grasos más saludables, estaremos ingiriendo polifenoles y antioxidantes naturales que son los responsables del delicioso sabor amargo y picante del aceite.