Más conocido como Scarface, dominó Chicago durante años a base de sobornos y asesinatos

Al Capone: los secretos del gángster más famoso del mundo

Hijo de inmigrantes italianos, nació en Nueva York el 17 de enero de 1899, y con tan sólo catorce años inició su carrera delictiva

Alphonse Gabriel Capone nació en Nueva York en 1889 y murió en Miami Beach en 1947.

El enemigo público número uno, Scarface (cara cortada), sobrenombre por el que se conoció a Capone, no falleció, como sería de esperar, como consecuencia de una redada que los «Intocables» de Elliot Ness le hubieran tendido.

La muerte del mafioso más sanguinario de los Estados Unidos se produjo un 25 de enero, como consecuencia de una sífilis terciaria que lo obligó a recluirse en casa de sus hermanos, donde moriría en la bañera.

Contrariamente a lo que se podría pensar, Al Capone fue: «Un marido y un padre cariñoso que se consideraba un empresario».

Sus descendientes vivos –la mayoría de los cuales han cambiado de apellido– piensan que Capone tenía dos caras: una para la familia y otra para los medios, lo que provoca que su figura aún siga siendo un enigma.

Hijo de inmigrantes italianos, Al Capone nació en Nueva York el 17 de enero de 1899, y con tan sólo catorce años inició su carrera delictiva en el crimen organizado de la mano del poderoso gángster Johnny Torrio.

Convertido en su mentor, Torrio inició al joven Al en el mundo de las bandas callejeras y lo introdujo en la Five Points Gang, la banda más peligrosa de todos los tiempos, liderada por el boxeador de peso gallo Paul Kelly, cuyo nombre real era Paulo Vaccarelli Antonini.

LA FORJA DE UN MAFIOSO

Su mentor influyó poderosamente en Al Capone, que pretendía convertirse en el mafioso-empresario del futuro.

Torrio era el modelo de conducta a seguir para Capone, un chico avispado y muy inteligente. Capone sentía un respeto reverente por el hombre que tan bien le pagaba por recaudar el dinero y los boletos de las casas de apuestas ilegales.

Gracias a su facilidad para sumar, el joven Capone se convirtió en uno de los muchachos de confianza de la organización a pesar de que desconociera aún otras muchas otras caras del negocio mafioso, como la prostitución.

Torrio evitó que el joven fuera a los prostíbulos –aunque con el tiempo esto se convertiría en una de sus debilidades–.

Tras ser acuchillado en la cara por Frank Gallucio, Capone usaría polvos de talco para ocultar las cicatrices y evitaría que le tomasen fotos desde su lado izquierdo. Sus amigos y enemigos empezarían a llamarle Scarface.

En 1920, Al Capone entró al servicio, como camarero y guardaespaldas, de un gánster con un retorcido sentido del humor llamado Frankie Yale, un calabrés cuyo nombre real era Francesco Ioele. Éste regentaba un bar de mala muerte en Coney Island, en el extremo sur de Brooklyn, llamado Club Harvard.

Cierta noche, el gángster Frank Gallucio se presentó en el local acompañado de dos mujeres, una de las cuales era su hermana. Para su desgracia, Capone se fijó en una de ellas, que resultó ser Lena, la hermana pequeña y ojito derecho de Gallucio. Al ver a aquella hermosa mujer pasearse por el bar, Capone se dirigió a ella y sin pensarlo dos veces le soltó un piropo.

Cuando lo oyó, Gallucio montó en colera y pidio al rechoncho, pero fuerte guardaespaldas, que le pidiera perdón, a lo que Capone contestó:

«Tranquilízate colega, que estoy bromeando».

Llegados a ese punto, Frank Gallucio no estaba para bromas y se lanzó contra Capone con todas sus fuerzas.

Capone se defendió, pero sus puñetazos no impactaron en su contrincante. Fue entonces cuando Gallucio se echó la mano al bolsillo y sacó una pequeña navaja con la que pretendía apuñalar en el cuello al insolente y maleducado Capone.

Pero los efectos del alcohol y de la furia estaban haciendo efecto en el mafioso, y sus cuchilladas impactaron en la cara de su oponente, que cayó al suelo en un charco de sangre.

Tras recibir treinta puntos de sutura en el rostro, Capone fue obligado a pedir perdón a la hermana de Gallucio y a no buscar venganza contra éste.

Las excusas que daría Capone en adelante acerca de sus cicatrices fueron diversas: como que se las hizo combatiendo durante la primera guerra mundial o que fueron causadas por un barbero inútil. A partir de entonces usaría polvos de talco para ocultarlas y evitaría que le tomasen fotos desde su lado izquierdo. Sus amigos y enemigos empezarían a llamarle, eso sí, siempre a sus espaldas, Scarface.

LA MASACRE DE SAN VALENTÍN

El 14 de febrero de 1929, justo el día de San Valentin, Al Capone protagonizó uno de los capítulos más sangrientos de la época con el fin de hacerse con el poder del hampa en Chicago. Cinco hombres, cuatro de ellos disfrazados de policías, entraron en el garaje de la compañía SMC Cartage Co., la empresa tapadera del mafioso Bugs Moran, rival de Capone.

Obligaron a siete miembros de la banda a ponerse de frente en una pared, y los ametrallaron hasta que vaciaron los cargadores.

Tiempo más tarde caerían los cabecillas de las bandas: Dean Charles O’Banion, el florista; Myles O’Donnell, Joe Aiello y el propio Bugs Moran. Capone, que en ese momento estaba en Florida, jamás pudo ser acusado del delito, además nunca se descubrió la identidad de los pistoleros que perpetraron el terrible asesinato. A pesar de que la policía no pudo demostrarlo, nadie en el hampa ni entre la opinión pública dudaba de que el cerebro tras la operación era Scarface.

Más tarde, Capone creó el Sindicato del Crímen, en el que se afiliaron mafiosos tan importantes como Frank Nitti, Louis Campagna, Guido Cicerone, Jack Guzik, Charles y Guido Fischietti, y Vicente, Enzo y Guido Fretes.

Capone envió a cinco hombres, cuatro de ellos disfrazados de policías, al garaje de la compañía SMC Cartage Co., la empresa tapadera del mafioso Bugs Moran, rival de Capone.

Allí ametrallaron a siete miembros de la banda.

En poco tiempo, Al Capone se hizo el amo y señor de los negocios del crimen organizado, y hasta sus oídos llegaron noticias de que Joseph Giunta, alias «el Sapo Bailón», un miembro relevante de su banda, se había unido al gángster Joe Aiello para acabar con él. Junto a Giunta estaban John Scalise y Albert Anselmi, que fueron invitados a cenar en la lujosa mansión de Capone.

A la hora de los postres, el guardaespaldas personal de Capone, Frank el Escurridizo, junto a sus matones, ataron a los tres traidores a sus sillas.

Capone sacó un bate de béisbol con el que empezó a golpear a los tres traidores casi hasta la muerte. Se supone que Capone terminó el trabajo rematándolos a tiros. A la mañana siguiente, los tres cuerpos fueron hallados en el Douglas Park de Chicago. Los cadáveres de Scalise y de Anselmi fueron repatriados a Sicilia para su entierro sin que nadie fuera condenado por los crímenes.

DECLIVE Y FINAL DE SCARFACE

Aunque todo parecía marchar sobre ruedas para el mafioso, el principio del fin del reinado de Capone sería un cambio en la legislación. La mayoría de jueces pensaban que el impago de los impuestos era lo que había hecho inmensamente ricos a los mafiosos que se dedicaban a la prostitución, al juego y a la venta ilegal de alcohol.

En 1927, el Tribunal Supremo impuso un impuesto que obligaba a tributar por los ingresos que se obtenian ilícitamente. Hasta ese momento no se había encontrado resquicio legal alguno para poner a Al Capone entre rejas. En 1928, Capone se trasladó con su familia a Miami para huir del Gobierno y de sus enemigos.

En esa época, el famoso agente Eliot Ness y su equipo de «Intocables» ya estaban tras los pasos del mafioso. Pero fue un investigador del Departamento del Tesoro llamado Frank J. Wilson quien descubrió los recibos que relacionaban a Capone con ingresos derivados del juego ilegal y de la evasión de impuestos.

En 1927, el Tribunal Supremo impuso un impuesto que obligaba a tributar por los ingresos ilícitos. Después se descubrieron los recibos que relacionaban a Capone con ingresos derivados del juego ilegal y de la evasión de impuestos.
En 1931, Capone fue detenido y enviado a una prisión de Atlanta, pero ante la imposibilidad de controlarle por parte de las autoridades –Capone seguía supervisando sus negocios desde la prisión–, decidieron trasladarlo a Alcatraz en 1934, convirtiéndose en uno de sus «huéspedes» más famosos.

Con la revocación de la Ley Seca y su confinamiento en prisión, Capone fue relegado poco a poco al olvido. Liberado el 26 de noviembre de 1939, y tras pasar algunos años ingresado en el hospital de la prisión, Capone acabó arruinado y dependiendo económicamente de sus hermanos.

Víctima de demencia senil a consecuencia de la sifilis contraída en su juventud, el gángster más famoso falleció a los 48 años en su propiedad de Miami Beach, Florida.

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