El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (XVIII)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (XVIII)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

He leído, a todo correr, tu trabajo sobre el madrigal de Gutierre de Cetina y, como me nace ser diáfano contigo, te diré lo que opino, la verdad, en un borbollón o borbotón: me parece excelente. Si no estás contento con lo que por ahora ha devenido, acaso sea por esta y no por otra razón, por que eres un inconformista convencido o nato (que no es algo bueno ni malo, en sí mismo, pues depende de un montón de aspectos —que conviene tener en cuenta y/o no echar en saco roto—, factores o valores), con especiales condiciones connaturales para serlo. Sin embargo, tu reflexión sobre la idea poética que sobrenada o subyace en el texto escueto de Luis Carrillo y Sotomayor me ha parecido manifiestamente mejorable. Veo en ella una mera “amplificatio” (“expolitio”) o simple paráfrasis. Considero que puedes enriquecerla con las proverbiales enseñanzas o sentencias de los autores reputados, por los cánones y preceptistas más antiguos y/o los más modernos, clásicos: nada en demasía (evita los extremos), nada nuevo bajo el sol. Creo que acarrea o contiene un inconcuso prejuicio (y ya sabes qué adujo Albert Einstein al respecto y cuyo consejo yo procuro seguir). Si todo lo que sea (desde el punto de vista del contenido) está dicho y todo está hecho, la única manera de ser original es decirlo o hacerlo de otra forma (y, si esta es, a los ojos del autor y del lector, bella, pues mejor que mejor), embutido en un nuevo continente.

Celebro que compartas conmigo cuanto te llega al intelecto y lo llena, cuanto arriba a tu corazón y lo rebosa. Por consiguiente, que tengas el (in)genio a ras del axón o la dendrita de tus neuronas, y la sensibilidad a flor de piel para distinguir qué prohíja cada uno de esos dos centros, cada una de esas dos dianas.

Si no viene Dios a echarnos una mano para levantarnos, que seamos nosotros mismos quienes lo reemplacemos, sustituyamos o suplamos competentemente.

Como regla general, tengo para mí que la literatura (aunque muchos de los pilares sobre los que esta se erige son ciertos, verdaderos) es ficción (hasta las biografías —y acaso más si llevan el prefijo “auto”—), mentira. Empero, estas epístolas son reales como la vida misma. El fundamento de las mismas son mis respuestas a los comentarios o escolios públicos que me haces aquí, en mi bitácora de Periodista Digital, el blog de Otramotro, o los “emilios” privados que me envías a una de mis direcciones de correo electrónico. Contestaciones, eso sí, que procuro completar, enmendar y embellecer, antes de que aparezcan en forma de carta o misiva literaria. Que lo logre o no, eso ya es harina de otro costal.

Nos hemos llevado más de una vez como el perro y el gato (antes y hasta después de conocernos y charlar largo rato en Tudela y en Cornago), porque los dos nos hemos avenido de alguna manera (sin que mediara acuerdo o pacto —esto también es cierto— entre nosotros) a mantener ese fingimiento, ese embeleco, que nos permitía a ambos canalizar nuestro arte o, si lo prefieres, dar rienda suelta a nuestra irrefrenable pulsión de ser creativos.

Si alguien nos hubiera escuchado hablar ayer por teléfono hubiera colegido lo incontrovertible o irrefutable, que nos apreciamos de veras (pues, amén de descender de un mismo tronco —ambos compartimos el mote común de “el Pato”— familiar, somos amigos), y aún (ur)diré más, no hace falta que nos miremos mutuamente para que nos admiremos de modo recíproco.

Siempre estaré en deuda (ergo, te doy y daré infinitas gracias, por ello), deudo, contigo. Tú has sido uno de mis acicates palmarios, de mis alicientes notorios, la espuela que me picó e incitó a escribir sonetos.

Te saluda quien te aprecia y abraza,

Ángel Sáez García
[email protected]

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

Lo más leído