El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (XLI)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (XLI)

Dilecto Jesús (ese —hoy, especialmente coñón, zumbón— que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Esta mañana, mientras estaba leyendo La Vanguardia, diario que compro los sábados (me encantan las “Sabatinas Intempestivas” de Gregorio Morán), en La Contra (sensu stricto, contraportada) he leído las declaraciones de Ray Krone, un activista contra la pena de muerte, de la que se libró in extremis. Los datos numéricos que maneja (son de EEUU, pero, mutatis mutandis, se pueden trasladar a España) dicen lo que cualquier lector avezado esperaba o preveía leer: “Las estadísticas de nuestro país muestran que ninguna persona rica acaba en el corredor de la muerte (…) si la víctima es blanca, hay un 80% de posibilidades más de que el acusado acabe en la cárcel que si no lo es. En el sur el porcentaje es todavía más alto”.

Me he ocupado del heterocéfalo por intuir en el hallazgo de Andrei Seluanov y sus colegas la razón para la esperanza de muchas personas (acaso vuelva a hallarme entre las tales) a las que, dentro de un tiempo, comuniquen un día la tristísima nueva que me manifestaron a mí otrora, que tenía cáncer, palabra tabú. Como escribió Julio Cortázar en “Rayuela”, “Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”.

Vuelvo a comprobar que has seguido al pie de la letra lo aconsejado por uno de mis maestros predilectos, don Antonio Machado, en una de sus obras que más me gusta, “Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo”: “Si alguna vez cultiváis la crítica literaria o artística, sed benévolos. Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin o conformidad con lo inepto, sino voluntad del bien, en vuestro caso, deseo ardiente de ver realizado el milagro de la belleza. Sólo con esta disposición de ánimo la crítica puede ser fecunda. La crítica malévola que ejercen avinagrados y melancólicos es frecuente en España, y nunca descubre nada bueno. La verdad es que no lo busca ni lo desea”.

Hace muchos años, antes de desear que se publicara en prensa cuanto trenzaba (en prosa —el verso, que también urdía, más introvertido, se hizo de rogar; retardó o retrasó su puesta de largo—, sobre todo), llegué a la siguiente conclusión: “Pienses lo que pienses, digas lo que digas, hagas lo que hagas, siempre habrá quien te critique (con la mejor o la peor voluntad)”.

Ignoro si has pretendido sentar cátedra con tu breve crítica literaria. Desconozco si has querido hacer las veces de un zoilo o de un aristarco. No sé qué te ha movido a escribir lo que he leído. Ergo, no haré aquí un raudo juicio de intenciones.

Grosso modo, como te expliqué ayer por teléfono, el poema era un mero epítome o neta sinopsis en verso del texto en prosa. Nada argumentaré en lo tocante a si te gustó uno (el escrito en prosa) más que otro (el escrito en verso). Acaso haya otro lector o lectora a la que le parezca lo contrario u opuesto. Yo lo interpretaré como lo que es y tomo por normal, simple cuestión de gustos.

Ciertamente, quien comparó por primera vez la dulzura con la miel dio en el blanco o centro de la diana. Y como dijo Eugenio d’Ors, “Xenius”, en literatura, “todo lo que no es tradición es plagio”.

Te contestaré a tu doble interrogante con lo obvio, la verdad: lo he juzgado yo, que por eso figura mi firma debajo de la décima que comentas. Si a ti, que has leído los párrafos y los versos que trenzó servidor, la razón no te sirve, solo puedo agregar esto, qué le voy a hacer. Seguiré escribiendo lo que considere distintivo, pertinente y relevante, sabiendo que unas cosas gustarán a unos y otras a otros o a ninguno (que esta posibilidad también cabe).

¿Que progreso adecuadamente? ¿A qué me sonará esa didáctica y original locución? ¿Acaso a lo mismo que subyace bajo o tras la expresión “rima facilona”?

Espero que te tomes estos párrafos como lo que son, mi buscada (por tu parte) réplica burlona a tu zumbona crítica literaria.

Sigue echando mano de ese humor, (por)que así soportarás mejor los sinsabores de la vida.

Te manda unos cuantos latinajos quien te saluda, aprecia y abraza,

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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