El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CCXVII)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CCXVII)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Esta verdad como un templo, que no admite controversia, que no tengo ordenador ni Internet en casa, puede hacerte temblar (allá tú, si te hace temblar; tú sabrás o tendrás que averiguar el porqué) o no, pero es la que es, vista del derecho y del revés, inobjetable.

Aceptando las salvedades que haces o pones, en Tenerife, la mayor de las islas Afortunadas o Canarias, donde se yergue imponente el Teide, evidentemente, estando de vacaciones, no puedo usar los ordenadores mentados, pero utilizo otros de similar jaez, esto es, sigo sin tener ordenador ni Internet en el teléfono móvil (añado, para que conste, y extender la verdad); así pues, la regla o verdad como un templo sigue siendo indisputable. Y no invertiré más tiempo en hacértelo entender o ver. Ya está bien.

Puedes idear todas las posibilidades que te den la gana y dejar constancia de ellas aquí, si te apetece, pero yo tengo responsabilidades que tú no tienes y no dispongo del tiempo que tú sí dispones para extravagar.

Defiende lo que quieras y donde quieras, pero yo soy libre para comentarlo o dejarlo de comentar. Que quede claro, cristalino.

La inteligencia es esa facultad humana que nos permite valorar si lo que pensamos, decimos (escribimos) o hacemos tiene algún sentido (quiero decir, contiene cordura, de verdad —de la buena—, fetén) o carece de él. Porque te tengo un aprecio especial, me veo en la obligación de tener que insistir en el mismo argumento que usé ayer (y he utilizado esta mañana) y aducirte que vuelves a marrar de manera morrocotuda (esa es mi opinión al respecto y te mentiría como un bellaco si te dijera otra cosa). Escribes: “Viene a ser el eterno tema de que un mismo hecho puede ser interpretado o aceptado de diversas formas”. Sí, pero olvidas aseverar, a renglón seguido, que hay infinitos hechos que no encajan en o desbordan los rigurosos dominios o límites de la norma que aduces. No todos los hechos se avienen a ser interpretados o interpretables u opinables. No lo es, por ejemplo, el hecho de que yo no tengo ni ordenador ni Internet (ni acceso a ella en mi sencillo o simple —en plata, para llamar y ser llamado y mandar y recibir SMS— teléfono móvil) en casa, ni el hecho de que cursé los tres últimos cursos de la E. G. B. en el Postulantado o Seminario Menor que los padres camilos regentaban otrora en Navarrete (La Rioja), ni el hecho de que la actual capital de España es Madrid, ni el hecho de que el neón es un gas noble, incoloro y prácticamente inerte, ni… (y podría seguir así, añadiendo un sinfín de hechos que escapan a la eterna, aunque más correcto hubiera sido trenzar eviterna, norma apuntada por ti.

Está claro que hay quienes hacen en vacaciones lo que no hacen habitualmente: leer novelas largas, de más de mil páginas; pasear descalzos por la playa hasta el malecón o rompeolas; ir semivestidos o medio desnudos; beber y comer sin medida (porque en el hotel donde están hospedados hay bufé libre); etc. Y quienes no cambian un ápice sus hábitos alimenticios o de conducta.

Estando de vacaciones, nos encontramos con quienes están como nosotros, de vacaciones, y con quienes no. Hay de todo, como en la viña del Señor o en la proverbial droguería de la esquina (venenos y contravenenos). Variedad de opciones o elecciones.

Hoy, precisamente, antes de subir al Hospital “Reina Sofía” (mañana, gracias a Dios o al azar, si la muestra que le tomaron para hacerle un cultivo da negativo, mi señera y señora madre, Iluminada, estará de vuelta en casa), donde mi progenitora lleva ingresada casi un mes, con la ayuda de una sartén, en la que he vertido un buen chorretón de aceite de oliva virgen extra, tres patatas mediadas (cortadas finamente), una cebolla pequeña (ídem), cuatro huevos batidos y un puñado de sal, he hecho una tortilla de patata (y cebolla) para chuparse (yo, al menos, he coronado dicho gesto) los dedos.

El último verso, sencilla y simplemente, viene a completar el significado de los anteriores: a la pata la llana, que lo que a ti (que puede significar a mí) te (me) ayuda a recargar las pilas (y a eliminar las toxinas acumuladas durante el año), en mi caso (que puede significar en el tuyo) puede sumar más duda a la terca duda (que eso significa hesitación) que ya traía de casa, contribuyendo a agravar la circunstancia o situación descrita el hecho de agregar más aprietos (que eso significa brete) a las cosas que impiden o estorban la fácil ejecución de otras (que eso significa traba).

Te saluda, aprecia, agradece y abraza

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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