El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Los jóvenes de Arran marran

LOS JÓVENES DE ARRAN MARRAN

“El tiempo no es una cuerda que se pueda medir nudo a nudo, el tiempo es una superficie oblicua y ondulante que solo la memoria es capaz de hacer que se mueva y aproxime”.

José Saramago

Algunos periodistas narran (y no marran, porque yo he visto el pasquín) que los “cachorros” leridanos de Arran, grupo juvenil asociado a la CUP, distribuyeron por la ciudad y pegaron donde pudieron carteles en los que se exhibían las fotografías de catorce “demonios”, halcones u objetivos a abatir, catorce, los ediles del PSC, Ciutadans y el PP de Lérida, y en los que se podía leer en grandes letras versales y en catalán “Assenyalem-los!” (“¡Señalémoslos!” en español). Este lema era consecuencia o corolario de lo que se leía más arriba, también escrito en mayúsculas y catalán (“El tripartit de Lleida, PSC, Ciutadans i PP, no ens volem deixar votar. Desobeïm” (“El tripartito de Lérida, PSC, Ciudadanos y PP no nos quieren dejar votar. Desobedecen”). Con motivo, mi memoria personal me retrotrajo hasta los “años de plomo”, en los que los terroristas de ETA mataban un día sí y otro también a personas cuyos rostros habían aparecido antes en pasquines señalados por una diana. Y mi memoria histórica a tiempos aún más lejanos, los de la Alemania (y otros países invadidos por esta, Polonia, Francia, Holanda,…) nazi, donde los judíos fueron obligados a llevar sobre la ropa una discriminatoria o segregacionista insignia o estrella amarilla, el hexagrama de David.

La libertad de expresión no lo aguanta ni lo permite todo. La discrepancia ideológica no puede llevar a nadie, que aduzca que es un demócrata convencido, a ultranza (y en el día a día demuestre bien, a las claras, que lo es), a demonizar al contrario, como eso hicieron los nazis al señalar a los judíos y los etarras al hacer tres cuartos de lo propio con los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, concejales, diputados y…

Ciertamente, los más de setecientos alcaldes catalanes que se han mostrado favorables a ceder espacios de sus consistorios donde llevar a cabo la votación del referéndum del 1-O, pueden sentirse también señalados, pero lo que diferencia a los susodichos de los socialistas, que no se han avenido a ello, es que los primeros no respetan lo dictaminado por el Tribunal Constitucional (supremo intérprete de nuestra ley de leyes), que el referendo es ilegal y no se puede celebrar, y los segundos sí.

Había pensado finalizar la presente urdidura (o “urdiblanda”) con este epígrafe (“He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro”), rebosante de enjundia, sin duda, del Premio Nobel luso, que no era un iluso, no, autor del exergo que encabeza estas líneas, pero me he dado cuenta de que, si así lo hiciera, me hubiera comportado como un notorio cínico y ganado a pulso o merecido con creces el pintiparado sarcasmo del lector (ella o él); así que, como oportuno colofón, echaré mano de esta otra cita del mago José Saramago: “La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva”.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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