El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿Anhelas el milagro, la belleza?

¿ANHELAS EL MILAGRO, LA BELLEZA?

“El hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor”.

Confucio

Aunque no hayamos estudiado nunca latín, está claro, cristalino, que el grueso de las personas que leemos a diario periódicos digitales o de papel, libros, revistas, etc., con total seguridad nos hemos echado varias veces a los ojos, a lo largo de nuestra corta, mediana o larga vida, la locución latina “errare humanum est” (“errar es humano”). Como nadie, salvo tal vez quien se halle recluido en un manicomio por orate, lugar más apropiado para la estancia de un loco que una prisión, puede poner en tela de juicio dicha expresión, cabe preguntarse qué hacemos con ella para extraerle el máximo jugo, el óptimo rédito. Acaso haya alguien que se atreva a refutar esto, que pueden hacerse, al menos, dos cosas interesantes: reconocer el o los hechos, que nos hemos equivocado, y aprender de los yerros cometidos para evitar caer de nuevo en ellos. El latinajo puede completarse y suele complementarse con la locución adversativa (“sed perseverare diabolicum”, “pero perseverar es diabólico”), pues el añadido denota contrariedad, oposición o pero. Así que no me extraña nada (de nada) que a mi hermano Eusebio le dé por aducir (en dos situaciones tan distintas como distantes —o no tanto, como a primera vista, quizá, pudiera parecer—, como haber padecido algún achaque, indisposición o molestia, o haber incurrido en alguna equivocación humana) que quien no tiene un pero tiene un manzano.

Si el epígrafe que encabeza este texto, lo que dicen que dijo Confucio, tiene aquí y ahora vigencia, que parece que sí, puede que no desentone seguir deambulando por dicho derrotero (no olvidamos la joya que leímos antaño en el “Juan de Mairena”, donde Antonio Machado cuenta qué dijo el susodicho, profesor apócrifo suyo de gimnasia y retórica ideado por su propio magín, que salió en cierta ocasión, a su vez, de la mui de su maestro Abel Martín, que “pensar es deambular de calle en calleja, de calleja en callejón, hasta dar en un callejón sin salida”) y concluir lo siguiente, que, como todos los seres humanos, todos, sin excepción, seamos hembras o varones, erramos, todos, seamos ellas o ellos, debemos pedir disculpas por nuestros yerros (ora pequeños, ora grandes, ora irrelevantes, ora de bulto) o, en su defecto, solicitar, contritos, perdón.

Como compro El País los fines de semana, pondré dos ejemplos de yerros que hallé, entre otros, en el ejemplar del sábado pasado. En la portada, bajo el título de “El juez niega a los líderes del ‘procés’ presos asistir al pleno del Parlament” la periodista que firmaba la crónica (como se puede comprobar, sigo la recomendación que hace la paremia española de decir el pecado, pero no airear, esto es, silenciar, el nombre y primer apellido de la pecadora) escribió lo que el atento y desocupado lector, ella o él, pudo leer: “Así lo decidió ayer el juez Pablo Llanera (sic), que por otra parte ordenó a la Mesa (…) pero no “a otros”, según escribe Llanera (sic)”. Está claro que el apellido del juez instructor es Llarena, no lo que se lee, una metátesis del mismo. En la página 21, bajo el rótulo de “EL PAÍS responde a la manipulación informativa de TV3”, sin firma, se lee: “Irene (sic) Arrimadas, líder de Ciudadanos”. Es evidente que Arrimadas se llama Inés.

Espero lo mismo que deseo, haber conseguido lo que pretendía, o sea, seguir al pie de la letra el consejo que Antonio Machado da a quien se acerca a su “Juan de Mairena” y lo lee con suma atención: “Si alguna vez cultiváis la crítica literaria o artística, sed benévolos. Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin o conformidad con lo inepto, sino voluntad del bien, en vuestro caso, deseo ardiente de ver realizado el milagro de la belleza. Solo con esta disposición de ánimo la crítica puede ser fecunda. La crítica malévola que ejercen avinagrados y melancólicos es frecuente en España, y nunca descubre nada bueno. La verdad es que no lo busca ni lo desea”.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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