El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Tiene importancia, sí; además, la porta

TIENE IMPORTANCIA, SÍ; ADEMÁS, LA PORTA

Dilecta Pilar:

Gran parte (no, noto que me quedo corto), toda la culpa la tuve yo, por no tomarme las dos pastillas de Aero-red cuando debí hacerlo, antes. Así que ya sabes quién fue el culpable de que servidor pasara una sabatina tarde criminal y que no pudiera bajar al casco viejo a tomarse los zuritos acostumbrados con su habitual Pío, este menda, tu amigo Otramotro.

Acepto el grueso, la gran parte de tu halago: soy irónico y, a veces, dilatado en la expresión. Reconozco ser un erudito, pero solo en unos pocos literatos españoles, porque mis lagunas no son algunas, no, sino muchas y estas oceánicas. Asimismo, soy lego en un montón de materias o saberes. Hay autores a los que cuanto más leo más quiero seguir leyendo porque intuyo que son pozos inagotables de razones y mi obligación intelectual es seguir echando el pozal y llenándolo para continuar degustando sus ambrosías y néctares nutricios, para seguir bebiendo su vivificante agua. Además, acostumbro a ser claro (llamo pan al pan y vino al vino), como un libro abierto.

Entonces, si “diversidad funcional” es el eufemismo o la forma eufónica de hablar de discapacidad, estamos empatados (además de empantanados). Y no me siento ni alegre ni ufano ni eufórico por dicho empate (ya sabes lo que dice el dicho: mal de muchos consuelo de tontos) o empantanada, que no miento, porque ¡manda narices! (por no usar otro término más procaz o soez) que alguien pueda considerarte discapacitada, cuando eres capaz de hacer un montón de cosas y todas ellas bien o muy bien, cuando funcionas estupendamente, pero de forma distinta a la mayoría,… Servidor, como sabes, está jubilado por incapacidad permanente absoluta. ¡Menudo título!, ¿eh? ¡Como para enmarcarlo!

Otro día, con más tiempo, leeré más sobre el enlace que me adjuntas, el Foro de Vida independiente y Divertad (que, supongo, es un concepto nuevo, producto, tal vez, de la fusión de Diversidad y Libertad).

Aunque sea de Perogrullo, todo lo importante tiene importancia, sí, por la sencilla razón de que la porta.

Así es; todas/os somos responsables de nuestros actos (sean estos por acción o por omisión) y, por tanto, de las consecuencias que estos acarreen.

En el orbe actual no hay, no (o, en el caso de que los haya, que puede sí —y yo desconozca el hecho y sus nombres y/o apellidos—, acaso puedan contarse con los dedos de una mano), genios como, verbigracia, los del Renacimiento italiano (Leonardo, Miguel Ángel, Donatello, Brunelleschi,…). Con el paso del tiempo, hemos comprobado o constatado que el saber que se especializa va reduciendo su campo o espacio: al paso que vamos, pronto seremos expertas/os, peritas/os, en algunas obras, no en todas las de un autor (en el supuesto de que este sea prolífico). Tiempo al tiempo.

Supongo que, como habrán recibido en la sede de la RAE varias quejas por dicha definición, ahora las/os académicas/os se limitan a definir discapacidad (sin meterse en camisas de once varas o jardines) en la edición digital, que es la que manejo (la del Tricentenario) del DLE, así: 1. Condición de discapacitado. 2. Manifestación de una discapacidad.

Pues ya sabes lo que toca: ponerse a currar, para curarse en salud (y es que el trabajo, sin hesitación, aunque a alguien le parezca una barbaridad o un sinsentido, siempre fue, es y será, mientras siga siendo el mundo —preceda o no el prefijo in- al vocablo repetido— mundo, fuente de salud).

Otro (de tu amigo Otramotro).

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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