El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Sus gestas, para mí, son indigestas

SUS GESTAS, PARA MÍ, SON INDIGESTAS

Quien ha leído el “Juan de Mairena (sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo)”, de Antonio Machado, quizá recuerde este aserto apodíctico suyo, que “la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero”, aunque en los comentarios posteriores que hacen los dos sujetos mentados (y agrega don Antonio) uno advierte una clara discrepancia entre los tales. ¿Qué cabe colegir de la certeza machadiana, que, sin duda, da en el blanco o centro de la diana? El abajo firmante de estos renglones torcidos deduce lo siguiente (ignoro si el atento y desocupado lector, sea ella o él, abundará o disentirá conmigo), que todos podemos criticarlo todo (bueno, servidor reconoce, sin ambages, que de la teoría de la relatividad no puede decir nada, ni mu; ni de otros muchos asuntos o temas; que sus lagunas intelectuales son oceánicas, vaya), siempre que lo argumentemos o razonemos, claro, ya que nadie tiene el monopolio exclusivo de la crítica. Así las cosas, como nadie está libre de hacer un despropósito o decir una sandez, ora quien la protagonice sea un guía, ora quien la profiera sea un mero ciudadano de a pie (de Aristóteles aprendimos que en el cerebro del más sabio puede hallarse un rincón para la insensatez), que sigue vigente el pensamiento inocente y acertado que sostiene Forrest Gump (papel que interpreta Tom Hanks), en la película del mismo título, que dirigió en 1994 Robert Zemeckis, de que “tonto es el que hace (o dice) tonterías”.

Considero que, cuando obramos, decidimos. Cuando tenemos la posibilidad de elegir entre obrar bien y obrar mal nos decantamos por unos principios y valores y desechamos otros. Me consta que no siempre elaboramos unos criterios acordes con nuestros principios y valores más excelsos. No me cabe la menor duda de que, cuando uno hace lo que hace, sabe a favor de quién lo hace y no ignora contra quién lo hace.

El coordinador de EH Bildu, Arnaldo Otegi, aseguró el viernes pasado que se les seguirá dando la bienvenida, o sea, haciendo sendos homenajes en sus lugares de origen a cuantos exmiembros de ETA sean excarcelados. “Hay 250 presos de ETA y habrá 250 recibimientos”, sentenció. Otegi sostuvo que estos actos no se hacen “para humillar a nadie”, sino para arropar a quien regresa a su pueblo. ¿Otegi es consciente de que, en este caso concreto, el que nos ocupa, con las actitudes que promueve demuestra que carece de los umbrales mínimos de solidaridad, sensibilidad y empatía humanas, y que tiene una absoluta falta de respeto con y por el dolor de los deudos y amigos de las víctimas? ¿Otegi es consciente del agravio comparativo entre victimarios y víctimas, de que los verdugos pueden volver a casa, eso sí, tras pasar una larga temporada entre rejas, pero sus víctimas no puede gozar de ese mismo privilegio, pues permanecen enterradas en sus tumbas, ennichadas en sus nichos o siguen hechas cenizas en sus urnas funerarias, tras ser incinerados sus restos mortales? ¿Otegi es consciente de que, al hacer un alarde político y público a los expresos etarras, mete innecesariamente el dedo en la llaga de los allegados de las víctimas? Si Otegi hubiera hecho autocrítica, sería consciente del daño causado y de lo que es aún peor, del que todavía puede infligir. Otegi recordó el viernes pasado que el expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, dijo de él que era un hombre de paz. Un hombre de paz demuestra que lo es con sus dichos, pero, sobre todo, con sus hechos. Sus gestas, para mí, son indigestas.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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