El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Cuando es un impostor quien pronostica

CUANDO ES UN IMPOSTOR QUIEN PRONOSTICA

Anoche (le aclaro al lector inhabitual o esporádico, ella o él, que, cuando  dicho adverbio demostrativo sale de mi pluma, viene a valer lo mismo que una noche, la pasada, o la de hace un mes, un semestre o un año), soñé, tras cenar frugalmente (lo asiduo en mí, pero no suele faltar la excepción, que confirma la regla), bajar la basura y cerrar fugazmente los ojos, que caminaba por un sendero de tierra, paralelo a la autovía, en dirección a Zaragoza, a solas, teniendo como única y muda confidente a Selene, la luna. Inesperadamente, esta se soltó el pelo, quiero decir, la mui y me habló así: “Sigue tu estrella y arribarás pronto a puerto glorioso. Hazme caso, porque yo fui la maestra que tuvo y aleccionó en dicha disciplina a Casandra, que sufrió la triste desdicha del don, al prever qué iba a deparar el futuro, pero no ser creída nunca por nadie. Como sé que moriré en apenas unos días (para volver a nacer en otros tantos), insisto en augurarte lo que veo con antelación que va a acaecer con meridiana claridad, que, como el cielo te es favorable y el hado propicio, lograrás coronar tu obra. Conocerás a muchas mujeres (pocas en el sentido bíblico), pero darás con quien vivirás un edén, durante tres lustros, con lustre, sin asperezas, Isis, a quien compararás con muchas míticas féminas grecolatinas, sobresaliendo, entre los tales, el símil que establecerás con Ariadna, por su salvador hilo, que mudaba en acerado filo con el que amedrentar a tus enemigos. Dos diosas, Fama y Fortuna, han reservado y puesto a enfriar, para ti y los tuyos, los más allegados, diez botellas de cava para celebrar, como se merece, el honor que recibirás, cuando sea, de ser galardonado con el Premio Gordo de las Letras, el Nobel. ¿Recuerdas cuando, recién licenciado en Filosofía y Letras, te desplazaste durante la noche, en tren, desde Algaso, tu apócrifa patria chica, a Granada, donde todo prodigio es posible, y allí, antes de entrar a visitar la Alhambra, una gitana te echó la buenaventura y pronosticó (sin creértelo, claro, qué vanidad) que lo ganarías? Me consta que, como, desde niño, sueles ponerte retos factibles, que puedes alcanzar o llevar a cabo, el Nobel nunca fue ni un desafío ni un deseo verdadero tuyo, una aspiración real. Jamás abrigaste el anhelo de ser inmortal. A no ser que esto fuera mero corolario o consecuencia de haber hecho buenas migas con Isis”.

Nota bene

Atento y desocupado lector (seas ella o él), si me he atrevido y avenido a guardar en mi memoria, si no todo, el grueso de cuanto algunas personas (o seres personificados) me han referido acerca de mi porvenir, ha sido, sobre todo, por esta razón de peso, para poder explicitar y probar luego, cuando sea preciso o haga falta, que la revelación existe; que el arte de la predicción no es una ficción, pero puede devenir en tal, cuando es un impostor quien pronostica.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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