El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Celebro que te agrade (y no te agreda)

CELEBRO QUE TE AGRADE (Y NO TE AGREDA)

   Dilecta Pilar:

Celebro que te agrade (y no te agreda) lo que me congratula, entablar conversación con desconocidos, quienes, con el lento paso del tiempo, pueden devenir buenas y duraderas amistades.

No ha sido, empero, grata la abundantísima (al parecer, ha batido el récord) calima (con el consiguiente polvo o arena, que se ha colado de rondón por mil y una rendijas o, sencillamente, posado por doquier). La verdad es que algunas noticias te dejan helado (por el temor/terror que acarrean) el corazón y la sangre. Lo digo porque acabo de enterarme de que el tercer caso confirmado de coronavirus (el paciente se halla ya aislado) en España se ha registrado en Tenerife.

Puede que tengas razón y, debido a ciertos comportamientos, retrógrados, sin duda, nos hayamos retrotraído de la Edad Contemporánea a la Edad Media.

Ahora (estamos al borde de que la OMS declare ya, sin más demoras, la pandemia mundial) los viajes programados están o quedan en entredicho.

Confío, deseo y espero poder volar mañana a la península sin problemas, aunque mi hermano Miguel Ángel, “el Chato”, otro empedernido zumbón, que me acaba de llamar por teléfono, me ha impuesto una cuarentena preventiva, por si acaso. Ya ha trascendido la mala nueva (estas suelen correr tanto que parece que vuelan a velocidad de crucero) del caso del médico italiano en Adeje.

   Continúo redactándote estos renglones torcidos desde un ordenador de la biblioteca pública de Tudela; ergo, ya me hallo en la capital de la Ribera Navarra.

   Al parecer, de ese millar que mencionas, ya han soltado a un centenar, que no tenía nada que ver con el Covid-19.

   En el vuelo de regreso, desde el aeropuerto de Tenerife Norte (Los rodeos) al Adolfo Suárez de Madrid-Barajas, coincidí, a la izquierda, con un artista del lápiz electrónico (pintaba estupendamente quien lo hacía por hobby y para desestresarse), que tiene nombre de héroe troyano, se dedica a la música y veré por televisión, como le prometí, en fecha señalada, si es que el evento en el que va a participar, a la postre (ahora todo está en el aire), tiene lugar (no soy más explícito para respetar su intimidad), que ocupaba el asiento D; y, a la derecha, con una galena (aunque ella se presentó como “fontanera”, como suelen hacer muchos médicos), que se casará al inicio de la primavera y tenía intención de viajar con su marido a Japón (siempre que se lo permitan el país de origen y el de destino, claro), que ocupaba el asiento F.

   Conjeturo que tu deseo no se va a cumplir, o sea, que el miedo (cerval) que nos han inoculado a los ciudadanos unos y otros vaya a pasar (porque pesa un montón) pronto. De nada sirve que un país imponga unas medidas restrictivas contra el coronavirus si otro no lo hace. Ayer, mientras permanecía sentado, esperando que señalaran la vía del Alvia (con destino a Logroño) que iba a tomar, escuché a una chica (que hablaba con su padre por teléfono) estudiante de Erasmus en Italia (portaba mascarilla, que se quitó por recomendación paterna), que viajaba de Madrid-Atocha a Cieza, a la que no le hicieron ningún control (ni siquiera le miraron la temperatura) en el aeropuerto desde el que partió.

   Otro (de tu amigo Otramotro).

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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