El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

De abrazar a Iris Gili ardo en deseos

DE ABRAZAR A IRIS GILI ARDO EN DESEOS

Como en Navarrete le oí decir un día a Piérola (puede que lo afirmara Arteaga; puesto que con los dos religiosos Camilos, nacidos ambos en Ázqueta, habitualmente, me pasa algo curioso, ya que, en varias ocasiones, cuando he hecho referencia a los dichos de los mentados, habiéndome juntando con diversos colegas de entonces, con los que cursé otrora los tres últimos cursos de la extinta Educación General Básica, E. G. B., en el inolvidable seminario menor de la susodicha localidad riojana, me han reprochado que los confundo, que suelo adjudicar a uno los asertos del otro, y viceversa; puede que los tales estén en lo cierto y tengan razón, esto es, que ande marrado servidor, o puede que se hayan confabulado los muy zumbones para tomarme impunemente el pelo, a cuya actividad, aun no siendo peluquero, soy tan adicto, aficionado, asiduo, inclinado o propenso), “lo extraordinario puede suceder en el lugar más común, el inesperado, y a la hora más normal”. Y es que basta con abrir bien los ojos y los oídos (sobre todo) para captar, admirado, arrobado, asombrado, el milagro, lo prodigioso. A mí eso me ocurrió, hace dos años, en la isla afortunada donde se yergue imponente y majestuoso el Teide, Tenerife, estando disfrutando allí de mis merecidas vacaciones estivales. Miré con atención a la fémina que tenía enfrente, la escuché con parsimonia, y acaeció lo imprevisto, que, inopinadamente, me enamoré, ipso facto, de ella. Estoy convencido, plenamente persuadido, de que si el avezado y desocupado lector de estos renglones torcidos hubiera ocupado, a la sazón, mi “cronotopo”, también habría caído rendido ante la que, en ese especial momento de mi existencia, hallándome huérfano de estro poético, tras rauda selección y determinación, escogí como mi, desde entonces hasta la fecha en la que redacto estas líneas, mi musa literaria por antonomasia, Iris.

A Piérola (o a Arteaga; o puede que en distintos instantes les escuchara aducir lo mismo a los dos) le debo esta alhaja, que atesoro (y guardo como oro en paño): “Las diversas manifestaciones de la belleza, la bondad y la justicia acontecen a nuestro alrededor; y esperan, sin impacientarse, a ser descubiertas por nosotros”. Ciertamente, las prisas nunca fueron buenas asesoras ni compañeras (de baile o viaje). Jamás valieron para vestir un juicio ponderado ni para exclamar, como Arquímedes, tras hallar lo que con tanto afán buscaba, ¡eureka! Son innumerables (acaso sean infinitas) las maneras de expresar un hallazgo feliz, pero a mí me agrada un montón, por su inconcuso tino, cómo lo hace Luis Landero en el capítulo 5 de “El huerto de Emerson” (concretamente, en la página 75): “(…) contra la modorra de la costumbre, la vigilia del asombro”.

Como a mí me gusta ver la parte positiva que cabe hallar en lo negativo, como soy un optimista empedernido, al contrario que a la inmensa mayoría de mis congéneres, que deploran la pandemia (y tienen incontables razones de peso para ello, sin duda), a mí me ha sentado y venido hasta bien que se prolongara (a veces, tiendo a pensar que, echando mano de dicho argumento, me autoengaño, que conste también en acta) tanto en el tiempo, porque, siendo egoísta (confieso mi pecado públicamente, antes de que me lo achaquen, y siento dolor de corazón, de veras), me ha sido, personalmente, útil, al haberme suministrado la calma y las claves precisas para escudriñar mis sentimientos hacia Iris.

Como a mí me gusta aquilatar, y solo con pausa se pueden apreciar las capacidades y los méritos de una persona, tengo claro y veo, de manera cristalina, que, cuando me halle ante ella, tendré que acomodarme, ajustarme o amoldarme a sus criterios y decisiones, pero yo hoy (y confío, deseo y espero que lo propio ocurra cuando sea, cuando se dé la ocasión propicia del próximo encuentro) estoy orgulloso de sentir que ardo en deseos de volver a abrazar de nuevo a Iris Gili Gómez, mi inconmensurable y memorable musa chicharrera.

   Ángel Sáez García

   [email protected]

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

Lo más leído