El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Anteayer me bañé en dos ocasiones

ANTEAYER ME BAÑÉ EN DOS OCASIONES

Anteayer, martes 30, último día del mes de noviembre, volví a reunirme y reírme, ora a carcajada tendida, ora a mandíbula batiente, con mis amigos Luis Quirico Calvo Iriarte, Luis de Pablo Jiménez y José María no sé qué más (de verdad, porque no miento; diré más, confieso que ignoro, aunque no me crea usted, lector, hembra o varón, cómo se apellida, pero tengo la impresión refractaria de que desconocer datos de quien luce con gusto el sombrero, cuando se lo cala sobre su testa, no lo denigra a él ni me ofende a mí; tal vez, al revés, al contrario). Es amigo de Luis Quirico, “Koldo”, desde la más tierna infancia de ambos, y no es la primera vez ni será la última (Dios lo quiera; ¡que lo quiera, que lo quiera!; escrito con sumo respeto, sin recochineo) que nos juntamos los cuatro a dar buena cuenta de caldos y viandas y a darle sin parar a la sin hueso o mui. Dice una canción con son (al menos, eso decía otrora) que los amigos de nuestros amigos amigos nuestros son. En este caso concreto, la letra y el espíritu de la canción cuadra, encaja y se cumple con “Mari” y el trío navarrorriojano, medio aragonés, que Joaquín Félix Martín, el Andaluz, de Huelva, estupendo forjador y herrero y, asimismo, bendito mortero y/o pegamento (en puridad, hacedor de cientos y más cientos y más cientos de “pinchos de la casa” y demás banderillas de otros jaeces, mientras nosotros, “los Luises”, el abajo firmante y otros camareros, armados de alegría, buen humor, paciencia, saber estar y un delantal blanco, servíamos a los clientes detrás de la barra de su bar, proverbial in illo tempore en Rincón de Soto), fraguó, juntó y/o pegó.

Luis Quirico y José María, que venían de Tafalla, me recogieron a mí en Tudela y fuimos a Alfaro, donde nos estaba esperando Luis de Pablo. Una vez aparcado el coche, nos acercamos al “Gracurris”, donde vimos la variedad de platos del menú, expuesto en el exterior del citado restaurante. Pasamos por la puerta del “San Roque” (“Chorrilla”, que cierra los martes), en la calle del mismo nombre, y nos acercamos al casino “La Unión”, donde trabajé tanto otrora. Allí volví a ver, si no la misma, otra mesa semejante a la redonda que tomé de modelo y me sirvió para crear o idear la que aparece en varios de mis textos ficticios escritos en prosa, sede de la tertulia de los viernes que acaece en el apócrifo casino “La Fuerza”, de Algaso, mi Macondo.

Comimos en la “Fonda”. Pamela (supimos más tarde su gracia de pila y su país de origen, Perú), la camarera que nos atendió (a nosotros y al resto de los comensales), nos empezó a decir los primeros platos (a elegir uno) del menú, pero, como no nos entusiasmaron, sin dejar que continuara cantando los segundos, le pedimos la carta. Como Luis de Pablo es ovolacteovegetariano, pidió una ensalada y una tortilla francesa. Luis Quirico, José María y yo compartimos los tres entrantes, pochas, migas y sardinas picantes; de segundo, ellos pidieron costillas y yo pulpo a la gallega. Debimos comer mal, porque dejamos los platos limpios, como una patena. Y si he mencionado el platillo eclesial, seguramente, ha sido influenciado por algo de lo que nos enteramos (¿lo adujo “Mari”?), que en una mesa aneja estaba pasando mal rato, zampando a dos carrillos (no es crítica malévola), como nosotros, el cura/párroco de la villa, acompañado de ¿otro sacerdote? más joven.

Para el párrafo que remata el texto presente he dejado la mención de algo extraordinario e inesperado (por insólito e inaudito). Anteayer me bañé en dos ocasiones. La razón que me llevó a pasar la segunda vez por la bañera la tuvo o fue consecuencia de la felicidad. Estaba tan a gusto en la dichosa compañía de mis amigos que… (mi alter ego, Otramotro, me ha empujado a que escribiera su deseada y deseante sugerencia) especule, Ángel, que especule o conjeture el atento y desocupado lector, ya sea o se sienta ella, ya sea o se sienta él, de estos renglones torcidos. Puede que acierte de chiripa o por mera serendipia.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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