El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Salta la liebre donde menos piensas

SALTA LA LIEBRE DONDE MENOS PIENSAS

“ES UNA ESPECIALISTA, SÍ, EN… NADA(D)OS”

Estoy totalmente de acuerdo con el primer orador que adujo y el prístino autor (fuera la misma persona u otra) que trenzó (…y el último que sostiene, sea hembra o varón) que la única obligación de un escritor que se precie de serlo, de veras, es la de cumplir con su labor o tarea lo mejor que pueda o sepa, esto es, escribir bien. Sobre todo, porque, como el abajo firmante de estos renglones torcidos fue, antes de ser escritor, avezado lector, poco le importa de qué escriba este, o sea, el asunto o tema del que trate o verse el libro que se halla entre sus manos y lee, siempre que cumpla, a rajatabla, esta condición imprescindible, que esté bien escrito, incluso aunque discrepe abiertamente de las opiniones que el hacedor mantiene y ha vertido en él.

Asimismo, abundo con quien refirió, por vez primera, que todo autor ha de estar atento, porque, donde menos te lo esperas salta la liebre, brota la idea; y coincido con quien pronuncia o prefiere proferir que a la diosa ocasión (que nadie adujo que fuera odiosa) la pintan calva (libre de obstáculos, despejada, como la testa de los alopécicos, aunque haya muchos de los tales que ahora se la afeiten totalmente, y esa práctica haya marcado tendencia y/o devenido en moda), a pesar de que conocí y, de cuando en vez o de vez en cuando, echo de menos esas experiencias que cabe aglutinar bajo el marbete de “excepción peluda”, aunque me medio atragantara en alguna oportunidad por culpa de alguna de sus ensortijadas hebras, porque hace mucho tiempo, más de dos décadas, que ese asco tan rico no acaece, qué pena, ni se reproduce o repite.

Ayer, sábado, mientras paseaba, yendo con el ojo avizor, en la grata y habitual compañía de mis dilectos amigos Diana y Pío, por la tudelana y muy concurrida a esa hora (acababan de dar las campanadas de las veinte en el reloj de la Plaza Nueva) calle Herrerías, a la caza de un velador libre en alguna de sus atestadas terrazas, inesperadamente, decidieron levantarse por donde pasaba, a mi vera, dos parejas de la mesa que ocupaban, lo que consideré una caricia del azar, una delicia del venturoso destino, similar a llegar y besar el santo, parecida a la que reputo la caraba o la repanocha, hallar todos los semáforos de las calles por las que circulo en verde, sobre todo, el que imaginaba antaño que había en la cara de una caprichosa novia que tuve otrora, siempre que se hubiera llevado al coleto, o sea, hubiera ingerido, una copa de moscatel, pues comprobé que la citada bebida espirituosa la desinhibía por completo y a mí me dejaba la vía libre, expedita, para hacer a mi antojo, a lo largo y a lo ancho de su apetente anatomía. Así que les di al oportuno cuarteto o póquer las (¿merecidas o inmerecidas?) gracias por la involuntaria cesión.

Una vez nos sentamos, Diana comentó que una de las mujeres que acababan de levantarse y marcharse era colombiana, como ella, y procedía de su mismo terruño o patria chica, Cali. Advertí que, entre los restos que habían dejado (al camarero no le había dado tiempo material ni de limpiarnos la mesa ni de tomarnos nota de lo que queríamos consumir), había una servilleta de papel donde una de las dos féminas (deduje, por la letra redonda usada) había escrito estas seis escogidas palabras, seis: “Es una especialista, sí, en…nada(d)os”. Como no entendí su significado, le pregunté a Diana, por si ella me echaba una mano y podía desentrañar su verdadero sentido, y ella disipó mis dudas al referirme qué se solía decir entre las mujeres caleñas cuando a otra persona, de su mismo sexo, le criticaban por carecer de atributos o prendas atractivas, que no era especialista o experta en estilos natatorios, como había pensado yo al principio, no, sino que no tenía ni tetas, ni culo, ni nada de nada.

Nota bene

   Evidentemente, como hoy es martes 17 de mayo de 2022, por eso aparece publicado en mi bitácora de Periodista Digital, el blog de Otramotro, este texto, porque lo subí a él con ese propósito, de que viera la luz en el día de la fecha, a fin de obsequiárselo a mi dilecta amiga Diana, ya que hoy celebra su aniversario, su cumpleaños.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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