El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Donde el cambio es la idea recurrente

DONDE EL CAMBIO ES LA IDEA RECURRENTE

ALDRIN ALUNIZÓ Y ALUCINÓ

Confío, deseo y espero que, una vez clausurado el curso académico, ningún discente, mientras se halla disfrutando de sus merecidas vacaciones estivales, se apunte a la lista que se acaba de abrir para ser candidato o aspirante a sostener uno de los dos palos de la pancarta o el solitario de la bandera, vacantes, donde cabe leer idéntica leyenda, el mismo mensaje o criterio, “nada muda”, contrario al que se reputa apodíctico, que dice, precisamente, lo opuesto a eso, que “todo cambia”.

Barrunto, intuyo o sospecho que no faltará quien haga el esfuerzo del salmón, de remontar el curso del río para desovar, o sea, se retrotraiga a los inicios de la filosofía presocrática y recuerde que hasta “el Oscuro” Heráclito de Éfeso, mera antítesis de las soluciones dadas por los pensadores de la escuela de Elea (Parménides, Zenón…) al problema del movimiento, aseveró lo obvio, que todo obedece al devenir, que todo fluye (“panta rei”) y nada permanece fijo (el mundo y el hombre, en genérico, están en permanente transformación, no solo el gusano de seda y el renacuajo, verbigracia), que todo muda (y no solo lo evidente, la piel); y, por tanto, el principio constitutivo de todas las cosas, el “arjé”, no es el agua, ni el aire, ni el “ápeiron”, sino el fuego, que es, esencialmente, movimiento (y sus llamas, fugitivas, lo vienen demostrando, de modo inequívoco, irrefutable), palmaria transformación.

Heráclito arguyó que uno no puede bañarse dos veces en el mismo río, porque las aguas del primer baño ya están río abajo, ergo, no serán las del segundo y/o posteriores; las del primer baño puede que estén todavía en el cauce de dicha corriente o ya hayan llegado al mar. Pero uno tampoco es el del primer baño, aunque el primero sucediera ayer, porque entre un día y otro se han producido cambios, aunque estos, a simple vista, parezcan imperceptibles, sean mínimos.

En la revista ICON DESIGN (de EL PAÍS; me refiero, en concreto, al número 11, JUNIO 2022, del sábado 28 de mayo de 2022, no me he equivocado de mes, no; y, si me consta que no hay error, es porque me limito a transcribir lo que leo en el lateral del lomo de la portada, de abajo arriba, tal cual), en el portafolio 129, paso mi vista por la opinión de Anatxu Zabalbeascoa, rotulada así “LLEGAR A LA LUNA Y LUEGO QUÉ”, sobre los diversos cambios experimentados por el astronauta Buzz Aldrin. Al final del primer párrafo de su texto leo: “(…) se hizo indispensable para el comandante Armstrong, que lo eligió para pilotar el módulo lunar de la misión Apolo 11. Acordaron que sería Aldrin el primer (sic) en descender, el primero (sic) hombre en pisar la luna. Pero… la vida es cambio”. ¿Acaso hay alguien que ose y pueda objetar tal verdad? ¿Acaso no cambió alguien, no diré quién, para no errar, pues lo ignoro, primer y primero y los colocó mal, en los sitios inadecuados?

Si el atento y desocupado lector (ora sea o se sienta ella, ora sea o se sienta él) sigue leyendo el artículo de Zabalbeascoa, pasará su vista por estas palabras: “coincidiendo con su tercer divorcio, se puso Buzz como nombre oficial”, donde la idea de cambio es evidente, pues se colige que se casó tres veces (hubo, por ende, tres cambios de mujer, aunque, en otros casos, me constan varios matrimonios con la misma esposa) y la muda de la gracia de pila (Edwin Eugene por Buzz). Unas líneas más abajo, si el susodicho sigue leyendo hasta el final, se dará de bruces con esto: “Los monjes budistas evitan el sufrimiento cambiando la supuesta felicidad de lo inalcanzable por la tranquilidad de la paz. Pero requiere mucho entrenamiento aprender a vivir en paz”, donde el cambio vuelve a ser la idea recurrente.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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