El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

No hay regla que no tenga su excepción

NO HAY REGLA QUE NO TENGA SU EXCEPCIÓN

“Tener razón antes de tiempo es una herejía que se ha pagado muchas veces con el martirio”.

Don Santiago Ramón y Cajal, “Charlas de café” (1920).

De todo hay en la viña del señor (o señora, lector; no soy machista). A esa frase que suele proferir el grueso o mayor parte de la gente para expresar una fetén certeza, son pocos los que ponen objeción (bien sean o se sientan ellas, hembras; bien sean o se sientan ellos, machos). Incluso un mismo semejante nuestro, dependiendo del día que acarree, semana, mes o temporada, puede ser reputado espécimen sensato, o su opuesto, imprudente empedernido. No olvido, porque abunda con mi tesis, la opinión que Aristóteles adujo, que un rincón de sandez cabe encontrar en la testa más sabia de la Tierra.

Viajando en autobús, quien ocupaba un asiento detrás del mío dijo, ayer, cuando subía al Hospital “Reina Sofía”, de mi patria chica, que alguien era, además de una ignorante (en este mundo inmundo todos somos, según sostuvo el genio y Nobel Einstein, aunque unos ignoremos unas cosas y otros otros asuntos desconozcan), persona inculta y tonta de remate, porque negar el diálogo, que es clave/cauce para deshacer mil y una injusticias y reparar así el daño causado (no hay regla que no tenga su excepción), indica frente a quién nos encontramos, contra quién no valdrán razonamientos, una secuaz, tal vez, del odio ilógico, por ser el susodicho patológico.

Don Jesús Arteaga, en Navarrete, donde mi edén existencial ubico, me refirió cuanto quedó, grabado a fuego en mi caletre, esto, que “hay brutos, más brutos y la cumbre están hollando los habituales, sí, los de Tudela”. Si Arteaga estuviera entre los vivos, que el de Ázqueta lo fue en más de un sentido, hubiera colegido, estoy seguro, lo mismo que este menda ha deducido, que unos cardan la lana, como el dicho airea, y otros llevan el renombre. Si fuera donde se halla el semejante en el que servidor está pensando (¿reparará en que algunos adjudican esto a un sujeto y otros lo hacen a otro, pero ninguno de ellos para sí?) y por su procedencia preguntase, de modo fehaciente, advertirá que es obvia la cojera de ese adagio.

Cuando te decepcione alguien horrores, te ruego que te fíes de tus pálpitos, si tus corazonadas anteriores, que otros por intuiciones las conocen, en el centro impactaron de la diana; y otra oportunidad al desengaño jamás a ese congénere le des, si no quieres tener más decepciones menudas o de párvulo tamaño, que acabarán con una gigantesca, de colosales proporciones, prenda. Acaso recordado haya una frase de otro Nobel, Jacinto Benavente: “La peor verdad solo cuesta un gran disgusto. La mejor mentira cuesta muchos disgustos pequeños y, al final, un disgusto grande”.

   Nota bene

Seguramente habrá quien asevere, tras su vista pasar por este escrito, que llama su atención sobremanera la forma que he elegido para el mismo. Hoy tengo la confianza y el deseo, amén de la esperanza, de que a usted sus versos de once sílabas le agraden.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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