El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿Tú identificas religión y mierda?

¿TÚ IDENTIFICAS RELIGIÓN Y MIERDA?

AQUÍ NO HAY DE INJURIAR NINGÚN PROPÓSITO

“El arte no es en absoluto el fruto de las costumbres. El arte nada tiene que ver con la moral… Yo renunciaría con gusto a mis derechos de francés y de ciudadano por ver un cuadro auténtico de Rafael o una hermosa mujer desnuda”.

  Théophile Gautier

Si uno acude al Diccionario de la lengua española, DLE, al objeto de consultar el significado de la palabra escatología, reparará en un hecho poco habitual, que hay en el mismo dos acepciones (que no tienen nada que ver o están íntimamente relacionadas; todo dependerá de nuestra perspectiva, prisma o punto de vista): una, “conjunto de creencias y doctrinas referentes a la vida de ultratumba”; y dos, con doble entrada: 1. Coprología (o sea, “estudio de los excrementos sólidos con diversos fines científicos”) y 2. “Uso de expresiones, imágenes o temas soeces  relacionados con los excrementos”. Si procedemos a hermanarlas, cabe de la navaja de Ockham echar mano, e igualar religión con un zurrullo (zurruto, lo llamamos en Tudela).

Cuanto nos ocurre ¿es fruto de la causalidad (la causa de la causa es causa del bien o del mal causado, su efecto) o de su mero anagrama, de la casualidad (“Combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar”)? Insisto en lo aseverado en el párrafo anterior. Todo dependerá de nuestra perspectiva y de nuestros prejuicios, que suelen acarrear sus respectivos perjuicios, su anagrama. Algunos hechos que nos han acontecido ¿tienen que ver con la explicación más racional y convincente o con nuestra inseguridad y nuestro miedo a lo desconocido? ¿Nos decantamos por la causalidad o por la casualidad?

Como no hay mejor maestro en el convento que fray Ejemplo, pondré uno, para ver si a este se le encuentra una exégesis pertinente u otra insensata. Soy ileostomizado. Hace más de veinte años, por causa de dos cánceres y de que era propenso a crear pólipos en el intestino grueso, me tuvieron que extirpar todo el colon. Porto, por ende, una bolsa donde van a parar las heces. Habitualmente no tengo ningún problema. Bueno, pues, los dos últimos días, tras publicar el texto que titulé “Todas las religiones son patrañas”, he tenido dos episodios extraños, extraordinarios, sucios. Ayer acaeció el primero; se me soltó (ignoro la razón) la pestaña, que sirve para cerrar la bolsa por la parte caudal (poniendo el pijama y la ropa interior perdida, con varias manchas, palominos o zurrapas); hoy, de madrugada, ha sucedió el segundo, me he levantado de la cama y la bolsa se ha reventado en ese justo momento, poniendo, amén de lo mencionado antes, el suelo de la habitación y el baño como se puede imaginar. Primero me he duchado y cambiado de arriba abajo y luego he procedido a la limpieza de cuanta suciedad había originado el desastre.

Habrá quienes piensen que un hecho, la publicación del texto citado, y los dos episodios narrados en el párrafo precedente están relacionados. Habrá quienes encuentren razón a los dos incidentes en meras casualidades. ¿Qué opino yo, al respecto? Me decanto por la segunda opción, más racional, pero advierto que por una grieta o rendija de mi convicción se ha colado de rondón un rayo de inquietante duda.

Acaso la explicación de lo ocurrido descanse, esté o estribe en Théophile Gautier, quien, amén de autor de una frase proverbial, que todo quisque ha citado alguna vez como epígrafe en alguna de sus urdiduras o “urdiblandas”, “el azar es el seudónimo que usa Dios cuando no quiere firmar” (su compatriota, Anatole France, iteró el mismo pensamiento, mudando azar por casualidad, voz que, si no es su sinónimo, es su melliza para unos, prima hermana para otros: “la casualidad es quizá el seudónimo que usa Dios, cuando no quiere firmar”), es el hacedor de una idea con la que estoy de acuerdo, si se aceptan leves variantes o tras hacer alguna salvedad, la que encabeza, precisamente, este escrito.

Y es que, como adujo Bertrand Russell, “el problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas”.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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