El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Abrigo pocas dudas al respecto

ABRIGO POCAS DUDAS AL RESPECTO

Aunque haya conseguido cepillarme muchos prejuicios (cancelaciones de las que me siento, a partes iguales, orgulloso y satisfecho), a lo largo de mi más que mediada vida, en el abrigo que más uso durante el invierno, el que heredé de mi progenitor, Eusebio, en alguno de sus bolsillos, me consta que acarreo alguno del que aún no he logrado desprenderme (¿por debilidad humana?; tal vez). Durante el estío (abrigo pocas dudas al respecto), los tales (siempre suelo identificar a una pareja de ellos, renuentes), acaso los lleve prendidos del traje de baño o, en su defecto, de la piel, lo más profundo del hombre, según acertó a ver y dejó escrito en letras de molde, negro sobre blanco, en “La idea fija”, su autor, Paul Valéry.

Muchas veces he pensado que cuanto me había ocurrido a mí con algunos libros que he tenido entre mis manos y he leído, de cabo a rabo, de diversos autores (ellas, ellos o no binarios) podía sucederles, asimismo, a los posibles y futuros lectores de los míos (si es que algún día publico alguno o alguien me los edita), esto, que quizá convendría que en las portadas de los tales no constaran (qué absurdo, ¿no?, resulta proponer tal cosa) ni el nombre, ni los apellidos, ni el seudónimo del autor (hembra, varón o no binario), ni el título (y es que el rótulo que le puso el hacedor o el editor a ese libro puede que sea el óptimo, el que más le cuadre a la historia que se narra en él o, por el contrario, este no le encaje ni a la de tres, ni a la de diez, ni a la cien, indiquen o sean esas veces los martillazos que les diste, pues nunca fueron a parar al clavo) de la obra, para evitar, de esa guisa, caer en incómodos prejuicios.

Como uno tuvo la fortuna de aprender a ser tolerante en su adolescencia, que transcurrió en el mismo lugar donde ubica su edén en el planeta azul, la Tierra, durante los tres años que pasó interno en el seminario menor navarretano, donde sus educadores, los religiosos Camilos, le enseñaron al abajo firmante los beneficios que podía granjearle o reportarle tener criterio propio sobre los asuntos que fueran y a respetar otros pareceres, aunque discreparan abiertamente del suyo, antes que a ser dogmático (aunque esto pueda parecerle al atento y desocupado lector de estos renglones torcidos un contrasentido, las cosas fueron como aquí sostengo, para que consten en acta y donde convenga), acepto opiniones contrarias a la mía, pero expresaré a continuación la del segundo hijo que tuvieron Iluminada y Eusebio, mis progenitores, que los prejuicios siempre perjudicaron, perjudican y perjudicarán sobremanera el deleite estético e intelectual.

¿Puede una controversia política (ahora que estamos en campaña electoral, por las próximas elecciones municipales y autonómicas, que se celebrarán el domingo 28 de mayo, acaso sea pertinente, distintivo y relevante poner dicho ejemplo, aunque este no haya sido propuesto por el habitual en hacer tal menester, fray Ejemplo) bastar para quebrar una amistad duradera que se profesan tres amigos del alma? No lo creo, aunque mi maestro (aunque no me impartiera nunca una sola lección mientras vivió) Santiago Ramón y Cajal dejó escrito en “Charlas de café” (1920) que “hay pocos lazos de amistad tan fuertes que no puedan ser cortados por un cabello de mujer”.

Aquí, verbigracia, me apetece un montón aducir lo que considero verdad inconcusa, apodíctica, que mis amigos Luis Quirico Calvo y Luis de Pablo son menos eclécticos y escépticos que yo y más generosos. Ahora bien, acepto que lo opuesto opinen ellos y quien nos conozca a los tres. Porque, si a alguien le da por opinar sin conocer, eso me llevará a tener que mencionar el efecto Dunning-Kruger (descrito por los psicólogos David Dunning y Justin Kruger en 1999), que viene a decir que las personas incompetentes no solo son incapaces de reconocer su propia incompetencia, sino que tampoco reconocen la competencia de los demás.

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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