El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿Le espera a todo tronco un aizcolari?

¿LE ESPERA A TODO TRONCO UN AIZCOLARI?

¿Y A UN LEÑADOR LE AGUARDA LA VENGANZA?

¿EL REINO DE ESPAÑA ES UNA SENTINA?

¿CÓMO DESPILFARRAR UN EURO PÚBLICO?

Hace casi cuarenta años, al perspicaz orador de una conferencia vespertina, un periodista de prestigio (entonces, sería el año 1984, cuando servidor estudiaba Segundo de Filosofía y Letras, en concreto, Filología Hispánica, en la Universidad de Zaragoza), le escuché aseverar que “hoy no es noticia que un perro haya mordido a un hombre, sino, justamente, a la inversa o viceversa, que un hombre haya mordido a un perro”. Bueno, pues, mutatis mutandis, de eso va a ir, me temo, este texto que se dispone a llevarse a sus ojos el atento y desocupado lector (ora sea o se sienta ella, ora sea o se sienta él, ora sea o se sienta no binario) de los renglones torcidos que contiene.

Ignoro qué pensarán al respecto las demás personas que escriben regularmente en los periódicos (de toda tendencia o tipo) españoles, pero a mí, si se me puede considerar y/o llamar periodista, aun sin estar en posesión del título de grado o licenciado en Ciencias de la Información, pues escribo y publico mis escritos (ya son más de siete mil, cifra que no es moco de pavo) a diario, desde hace 18 años, en uno, Periodista Digital, como me siento en la obligación de denunciar cuanto desmán o tropelía ha sido cometido/a por algún representante político (o, en su defecto, por persona escogida por este para lo que sea) y llega a mis ojos y oídos y, tras indagar, conozco más a fondo el affaire, me gusta sobremanera el adjetivo, de uso culto, vitando, que procede del vocablo latino vitandus-a-um, gerundivo o participio de futuro pasivo del verbo vitare, evitar, que significa cuanto debe evitarse o ser evitado, pues es sinónimo de abominable, detestable, execrable, odioso, ominoso.

Conforme más datos fidedignos obtengo de mis averiguaciones sobre el “caso Koldo”, peor me huele el asunto de marras, en el que cabe ver un albañal o cloaca, una sentina. William Shakespeare, en una de sus primeras comedias, “Trabajos de amor perdidos” dejó escrito, en letras de molde, negro sobre blanco, que un día “Navarra será el asombro del mundo”. Nunca pensé, de veras, que el pasmo del orbe que provocara el viejo reino de Navarra se debiera o fuera por el hedor que despide el conjunto de tejemanejes que coronó uno de los congéneres que vino a ser elegido antaño concejal de un ayuntamiento navarro. El poeta y dramaturgo citado, que fue alumbrado y finó sus días en la misma población inglesa, Stratford-upon-Avon (1564-1616), escribió en “Hamlet” (puso la frase en boca de uno de los personajes de dicha tragedia, Horacio) que “algo huele a podrido en Dinamarca”. Tengo para mí que hubiera mudado o variado de nación, barrunto, intuyo o sospecho, si hubiera vivido en nuestra época, en los tiempos actuales, que nos toca vivir a nosotros en España.

Desconozco si todo aquel que ha ido mejorando o subiendo de nivel, puesto y responsabilidad en la Administración leyó otrora, de cabo a rabo, la obra anónima que dio inicio en la literatura española a un nuevo género literario, la novela picaresca, “El Lazarillo de Tormes”, pero parece que siguió, al pie de la letra, el consejo que le dio a Lázaro González Pérez el arcipreste de San Salvador (que fue quien lo vino a librar o salvar del infierno de la soltería; confío, deseo y espero que se entienda la ironía, la sorna):

“—Lázaro de Tormes, quien ha de mirar a dichos de malas lenguas nunca medrará (…) Por tanto, no mires a lo que pueden decir, sino a lo que te toca, digo, a tu provecho”.

A lo que el espabilado Lázaro le contesta:

“—Señor —le dije—, yo determiné de arrimarme a los buenos”.

Y con los buenos (lo fueran, de verdad, o no) siguió, aunque algunos de sus amigos le descubrieran la fetén, el pastel.

Le espera a todo tronco un aizcolari. Y a un leñador le aguarda la venganza. Así que a nadie extraña que Otramotro del árbol caído haga también leña, como con quien lo organizó ha hecho el PSOE.

El señor Ramiro Grau miró, remiró, y se dio cuenta del chanchullo; y, como ciudadano honesto, obró en consecuencia. Hasta mandó copia de los documentos de la denuncia (que presentó en el Tribunal Supremo por ser José Luis Ábalos Meco aforado; si no imposible, ¡qué difícil resulta vigilar al perito vigilante) al Palacio de La Moncloa (que no parece una charca, porque, aun habiendo tanta rana arracimada, ninguna croa). Por supuesto, Ramiro Grau nunca recibió las gracias por dicho servicio, que había hecho, gratis et amore, al reino de España. ¿Por qué? Ahí está la madre del cordero. Sígase el rastro que ha ido dejando el dinero, que es mucha la estela o huella y la pasta. Y se hallará la respuesta certera. ¿Se le arrebolará o pondrá el rostro rojo, de la vergüenza, a alguien? Son tan buenos actores que lo dudo.

   Nota bene

Un tercio de las familias españolas no puede/n hacer frente a un gasto imprevisto (comprar una lavadora o frigorífico nuevo, si se les ha estropeado), pero aquí, en este país, basta mirar para ver, se despilfarra el dinero público a manos llenas (si se extrapola a otros el “caso Koldo”, aunque acaso generalizar lleve aparejado un yerro morrocotudo).

Hay quien de portero de discoteca y puticlub (así lo he visto escrito) pasó a chófer; y de ahí dio un salto insólito, inaudito, a asesor; y de asesor a consejero de Adif o Puertos del Estado, ¡olé! Me gustaría conocer un solo dictamen del insospechado asesor o un juicio crítico del consejero Koldo García que resultara provechoso, uno solo (que no esté amañado o trucado, claro).

   Ángel Sáez García

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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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