FUE PAULA, LA TERCERA, LA CERTERA
FORTUNA SE MOSTRÓ MUY FAVORABLE
El año pasado, que fue, precisamente, en el que me estrené en la dinámica proactiva en la que, dado el nulo éxito alcanzado, aún sigo emperrado, erre que erre, o sea, me inicié en la mecánica casamentera, aprendí a quitarle boato e importancia a las primeras citas (sin constancia o testimonio televisivo), porque, si bien es cierto que dicha medida achica la esperanza de hallar en escasos sesenta minutos a tu media naranja (aunque me consta que no gusta a todos, a mí no me molesta echar mano de la metáfora platónica para referirme a mi futura cónyuge; no obstante, tal vez sea un despropósito que, en un espacio concentrado o comprimido de tres horas, este menda tenga tres encuentros con tres mujeres distintas), esa disposición para lograr algo sin correr riesgos innecesarios tiene su parte positiva (no hay mal que por bien no venga), pues, a la par, empequeñece la sensación de fracaso o naufragio que puede brotarnos, en el supuesto de que otra noche (ya que el rosario conformado no es menor, pues tiene ya unas cuantas cuentas, que no son pocas) nos volvamos a casa solos, sin expectativas de haber conseguido nuestra pretensión de formar dúo o tándem, de encontrar la fémina con la que poder compartir el resto de nuestras existencias juntos, emparejados, acompañados. Porque la soledad buscada es una bendición, pero la impuesta deviene en un infierno insoportable.
Aunque me precio (sin jactarme un ápice, si eso es posible) de ser una persona honesta e íntegra, difícil de corromper (no suelo poner objeción a lo que dicen una legión de congéneres nuestros, atento y desocupado lector, ora sea o se sienta ella, él o no binario, de estos renglones torcidos, suyos y míos, que la experiencia, además de un grado, es madre y maestra de la ciencia y de la conciencia), eso no quiere decir, en modo alguno, que servidor sea imposible de sobornar, ya que tampoco me han hecho tantas proposiciones indecentes como para tener un acervo o historial extenso que exhibir, en el que hubiera podido poner a prueba y demostrar bien, a las claras, que no era venal, venable, o sea vendible. No he trabajado tantos años como profesor; y, acaso, por eso, no he claudicado ante una propuesta deshonrosa e irrechazable. Además, habría que indicar en qué consiste la misma: ¿Qué cabe catalogar como una propuesta de ese jaez? ¿Qué no debe faltarle?
Puede que algún docente, compañero mío o no, haya caído en las redes o trampa de una cantidad dineraria o un polvo mágico (recomiendo encarecidamente al mentado lector que llene de contenido ese sintagma nominal, ese coito prodigioso, pues yo no deseo ni quedarme corto, según su parecer, ni pasarme de largo).
Cuanto ha acaecido hoy solo lo puedo calificar de pasada, pero de castaño oscuro, porque, sabedora de mi inveterada costumbre, ha acudido a una de las citas, la segunda de la noche, la esposa de quien ha sido y aún es el director del Instituto de Enseñanza Secundaria Obligatoria (IESO) y Bachillerato “Juan de Mairena”, de Algaso, donde impartí clases durante dos años, antes de que me pensionaran por enfermedad.
Ella no se llama Nisia; su marido no se llama Candaules; y yo no me llamo Giges, pero, básicamente, mutatis mutandis, el bombón, el pibón, me ha propuesto, durante la cita, sin haber presenciado antes cómo se desnudaba, pero habiendo imaginado el hecho varias veces, lo mismo que Nisia, la esposa del rey de Lidia, le propuso a Giges, según cuenta Heródoto en el Libro I de sus “Historias”.
He de reconocer que la diosa Fortuna se ha mostrado propicia, muy favorable hoy conmigo, porque, tras la esposa del director del “Juan de Mairena”, he conocido a Paula, canela en rama o, mejor aún, miel sobre hojuelas. Ahora bien, no sé qué hubiera pasado, si Paula no hubiese hecho acto de presencia; quizá hubiera caído en la tentación (ya sabe el lector habitual de esta bitácora, el blog de Otramotro, qué dejó escrito en letras de molde Oscar Wilde, al inicio de su novela “El retrato de Dorian Gray”: “La única manera de librarse de la tentación es ceder ante ella. Si se resiste, el alma enferma, anhelando lo que ella misma se ha prohibido, deseando lo que sus leyes monstruosas han hecho monstruoso e ilegal”) planteada por la femme fatale.
Ángel Sáez García