LA SEGUNDA DOSIS

Alfonso Rojo: «Lo que tiene Irene Montero más grande que una mesa, es la cara»

En la Cadena SER, hace unos días, no fue precisamente el rostro, sino otra parte de su cuerpo, que se sitúa bastante más abajo y entre las piernas, la que varios progres babeantes y un cómico televisivo elogiaban como enorme, pero lo que en realidad tiene más grande que una mesa la ex de Pablo Iglesias es la cara.

Porque díganme si no hay que tener jeta para auto etiquetarse como víctima de violencia política, y dedicar 12.100 euros, de los que salen de nuestros impuestos, a financiar a un chiringuito amigo para que elabore un estudio donde se ratifique la tesis de la Ministra de Igualdad.

Habrá quien diga que 12.100 euros no es gran cosa, pero es dinero de todos y representa sólo una pequeña fracción de los recursos públicos que Montero dilapida a diario para darse pote y llenar los bolsillos de colegas podemitas con encargos surrealistas.

Hay en España muchos sectores, empezando por los hosteleros y acabando por el taxi a los que no todavía no les ha llegado un euro de las ayudas que prometió el Gobierno PSOE-Podemos y mientras tanto, desde el Ministerio de Igualdad se riega con subvenciones a los colegas, como si no hubiera mañana.

Acuérdense de paso de lo que Irene Montero decía de la pobreza energética, cuando el recibo de la luz era tres veces más barato que ahora, de lo que despotricó contra los que vivían en chalets y díganme si el personaje sí o no la cara muy grande y muy dura. Y encima es ministra y cobra por ello.

En unas horas, si el Tribunal Supremo no lo impide y no creo que lo haga, se perpetrará en Mondragón otra infamia: un homenaje popular, con niños, música, carreras y fanfarria, al mayor asesino de la historia de ETA, el terrorista Henri Parot.

He dicho más de una vez y me reafirmo hoy que la vasca es una sociedad moralmente enferma.

Pensando en los 1.000 asesinados por la banda, en los cientos de mutilados, en los desaparecidos, los torturados, los extorsionados, y en los huérfanos, lo lógico, lo esperable, lo racional, lo humano, tendría que ser un sentimiento de vergüenza colectiva.

La sociedad, esos curas que cobijaban a los criminales y negaban hasta los sacramentos a policías y guardias civiles, los empresarios que financiaban a escondidas las pistolas, los políticos que se beneficiaban de la sangre y los maestros que difundían el discurso de odio, han sido responsables y tendrían que estar pidiendo perdón hasta la eternidad.

Y en lugar de eso, todos ellos y con ellos amas de casa, estudiantes, periodistas, concejales, comerciantes y vecinos, aplauden y elogian a los matarifes.

Produce asco, casi tanto como ver que el Gobierno PSOE-Podemos, el ministro del Interior, la Fiscal General y sus socios no han movido un dedo para impedirlo.

En su caso, para seguir disfrutando del cargo.

Sánchez, Marlaska y Delgado también están ‘moralmente’ enfermos, como la sociedad vasca.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Los vídeos más vistos

Lo más leído