El Rezongón. Internet

Por Carlos de Bustamante

( Anuncio de los Premios e-volución) (*)

Después de marear la perdiz, o sea, dar la tabarra a hijos, nietos, informáticos y amigos… creí que cuasi dominaba este nuevo invento. El manejo de internet; aunque limitado, pude desarrollar la actividad de colaboración en periódicos, revistas e incluso blogs. Quehacer con el que, “sin matar -¡horror!- el tiempo”, además de tener activa la mente, pude ser aún útil a edades en que el mortal aburrimiento es el número uno de los enemigos a batir. Jubilado desde joven por un accidente en Acto de Servicio, entré en este mundo con la mejor voluntad.

Todo marchaba sobre ruedas, sin apenas contratiempos salvo alguna que otra llamada de socorro, cuando por causas que pertenecen al ámbito de lo privado, decidí darme de baja del invento que ya cumplió con creces el cometido por el que lo inicié. ¡Y se armó el belén!

Como en Fuente Ovejuna, todos los míos sin excepción, pusieron el grito en el cielo. Y no, supongo, porque lo que escribía estuviera bien, que a lo peor tampoco estaba del todo mal, sino porque entendían que lejos de ocasionar perjuicios o pérdidas de tiempo, era una ocupación sana para cuerpo y alma. Uno a uno hube de explicar algunas de las causas que, como queda dicho, pertenecen al ámbito privado. Y como a ustedes, naturalmente no todas. Nadie entendió nada. Y nada es lo que el Rezongón entendía: ¿no se me había dicho por activa y pasiva que “las muchas letras podrían hacerme perder el juicio”? Conservado g. a D. aceptablemente sano, no quise perderlo como el Caballero de la triste figura.

Y es, que para esto del “internete”, apliqué en exceso aquéllos versos de no sé quién: “Corazones partíos/ yo no los quiero/ y si doy el mío/lo doy entero”. Ése fue el gran error; porque si con o sin música de coplilla pueden aplicarse a los amores divinos o humanos con perfecto encaje, entendí que “por entero” a internet no es bueno.

No pido a nadie que lo entienda. Al verlo claro, “ipso facto” me di de baja. Pero ¡ay!, que el nuevo mundo de la electrónica es inabarcable. En un nuevo aparato: libro, libreta e´book, o como demontres se llame el regalo de Reyes, recibí (¿por dónde…?) infinidad de novelas “recomendadas previamente” que podrían, cambiando de actividad, suplir con creces la “pasada” anterior. Con afición innata, otra vez “lo di entero”. Con la “vuelta de la burra al trigo”, otra vez pedí -infelice- el alta. ¡Vaya lío tío Darío…! Era preciso, “me dijon” cambiar de número de teléfono. Por supuesto, dije nones.

Peregrinaje por mil compañías: sólo una me lo mantenía. Alta “me dijon” en dos-tres días. ¡Y tres huevos duros…! ¡¡Un mes sin teléfono y sin internet. Incomunicado por tierra, mar y aire!! “Paice” (parece) que ya… Veremos.

A cada visita a las oficinas de la que sería… nueva compañía, recibía parabienes y nuevas largas: mañana, pasado, al otro… “Pasó un mes y otro mes y el que a Flandes marchó, de Flandes no volvía”.

“Usted perdone, es que me he equivocado. El plazo de instalación es de veinte-veinticinco días”. Los mismos que he estado también sin teléfono, incomunicado. “Y si usted quiere fibra óptica durante este mes le sale a mitad de precio. Y por sólo seis euros más, puede ver todos los partidos de fútbol”.

-No Sr. Lo que yo quiero es teléfono e internet –seguían vendiéndome el producto.

“Mañana o pasado, lo tiene usted instalado. Huuuum… ¡Pues no, Srs., sigo incomunicado! Menos mal que g. a D. no me ha dado un “pampurrio”, porque a voces no creo que venga ambulancias ni nadie a socorrernos.

Como hoy es sábado, y ahora no es día laborable, hasta el lunes o “quisió” (qué sé yo) cuándo, nada monada. O peor: “ajo y agua”. Si lo prefieren, lo también basto: “paciencia y mocos” (¿).


(*) Para ver la foto que ilustra este artículo en tamaño mayor (y Control/+):
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Con el título Tres foramontanos en Valladolid, nos reunimos tres articulistas que anteriormente habíamos colaborado en prensa, y más recientemente juntos en la vallisoletana, bajo el seudónimo de “Javier Rincón”. Tras las primeras experiencias en este blog, durante más de un año quedamos dos de los tres Foramontanos, por renuncia del tercero, y a finales de 2008 hemos conseguido un sustituto de gran nivel, tanto personal como literario.

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