Más de tres décadas como médico en el hospital Vall d’Hebron de Barcelona y 18 como anestesióloga en cirugía cardiaca. Con un trabajo así, Luján Comas ha asistido a numerosos paros cardíacos y a operaciones a vida o muerte. Su experiencia le acerca mucho a la muerte y hace que se plantee preguntas importantes.
Pero esta vez es Ima Sanchís la que le hace las preguntas a Luján Comas en una entrevista publicada en La Vanguardia en la que salen a relucir interesantes reflexiones sobre la existencia misma del ser humano. Por ejemplo, cuando en el quirófano hay que parar la circulación sanguínea, el corazón y la respiración de un paciente, Comas se pregunta,
¿Dónde está la conciencia mientras tanto? Si la conciencia está en el cerebro, cuando este no recibe oxígeno, ¿qué pasa con ella?
De preguntas como esa, esta licenciada en Medicina ofrece interesantes reflexiones como que
La conciencia no es un producto de nuestro cerebro, sino que utiliza a nuestro cerebro.
De estos episodios denominados Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM), cuanta que hay pacientes que
Mueren clínicamente, es decir, que corazón y cerebro dejan de funcionar, y aun así pueden explicar sus percepciones sensoriales como si fueran un ser completo. Pero su cerebro no tiene rastro de actividad porque simplemente está «muerto».
Esto le lleva pensar en la energía que, según la ley clásica, ni se crea ni se destruye; se transforma. Esa es la clave que Luján Comas defiende en esta entrevista para explicar que, aunque el cerebro esté clínicamente muerto, la conciencia sigue actuando.
Además, cuenta las consecuencias que para los pacientes tienen las ECM.
La mayoría modifican su escala de valores, pierden el miedo a morir y afrontan la vida de una forma radicalmente diferente: empiezan a dedicarse a trabajos que dan sentido a sus vidas, de servicio y ayuda a los otros…
Ante las afirmaciones de otros médicos de que esas ECM son solo alucinaciones, Comas explica que
No todos tenemos un ECM, tan solo un 20%. También dicen que son causadas por el exceso de anhídrido carbónico o por una epilepsia del lóbulo temporal, pero todas son rebatibles.
Como conclusión, su experiencia le lleva a pensar a esta facultativa que la conciencia es un modo de inmortalidad.
El mundo de las subpartículas de las que todo está hecho, están interconectados, usted, yo, los árboles, la mesa, todo el universo… Puede ser una explicación. Lo que está claro es que, si entendiésemos que no existe la muerte, no tendríamos miedo y viviríamos de otra manera.